Mientras que
los textos más antiguos del Nuevo Testamento, como el Evangelio de Marcos y las
siete cartas del apóstol Pablo de Tarso consideradas auténticas, no mencionan
nada de sus primeros años de vida, los evangelios de Mateo y Lucas incluyen lo
que se conocen como los “relatos de la infancia” de Jesús. Los
evangelios se escribieron décadas después de la muerte de Jesús.
“El problema
es que, desde el punto de vista cronológico, son incompatibles”, según afirma Javier Alonso, que es filólogo
semítico y biblista, la sección bíblica de la BBC.
Uno de los evangelistas
asegura que Jesús nació durante el reinado de Herodes el Grande, poco antes de
su muerte. “Ahora sabemos que Herodes falleció en el 4 a. C. Según el
Evangelio de Mateo, Jesús debió nacer en el 4, 5, 6 o 7 a. C.”. O sea,
Jesús habría nacido varios años antes del 1.
Lucas, sin
embargo, no habla de Herodes, pero relaciona el nacimiento de Jesús con el
censo de Quirino. Según su relato, María y José, los padres de Jesús tuvieron
que viajar desde Galilea hasta Belén para poder registrarse en el censo.
El evangelista
asegura que se trata del recuento realizado por Publio Sulpicio Quirino,
gobernador romano de Siria, que en ese momento incluía Judea, y que la pareja
tuvo que viajar hasta allí, a pesar del avanzado estado de gestación de María,
porque era el lugar de nacimiento de José.
El censo
existió, como lo testimonió el historiador Flavio Josefo, lo que nos permite
dar una fecha: el año 6 d. C. “Es decir, hay una diferencia de mínimo 10 años
entre Mateo y Lucas”, argumenta Alonso.
A todo esto,
hay que añadir una circunstancia más: la posibilidad de que estos capítulos,
Mateo 1 y 2, y Lucas 1 y 2, fueran añadidos a los evangelios respectivos una
vez que estos estaban ya circulando, explica a BBC Mundo Antonio Piñero,
catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de
Madrid, cuyo estudio se ha centrado en la lengua y la literatura del
cristianismo primitivo.
El Evangelio
de Lucas asegura que José y María tuvieron que viajar hasta Belén para
inscribirse en el censo, pero los historiadores consideran que se trata de un
recurso profético. (Getty Images).
“Sabemos que
los pegaron porque los personajes del evangelio posterior, de Mateo 3 y Lucas
3, no tienen ni la menor idea de lo que ha pasado en los capítulos anteriores,
y hay incluso datos contradictorios”, argumenta Piñero, quien asegura que los historiadores sitúan la
redacción de esos relatos a principios del siglo II.
Así que es
posible que, para cuando se escribió sobre el nacimiento y la infancia de
Jesús, hubieran pasado más de 60 años de su muerte.
Para entonces,
señala Piñero, se estima que había unos 3.000 cristianos en el mundo,
dispersos, además, en distintas comunidades.
Entonces, ¿qué
relato se acerca más a la realidad, Mateo o Lucas?
Para
determinarlo, los historiadores han estudiado los otros anclajes históricos que
aparecen en los Evangelios, especialmente un personaje fundamental en la vida
de Jesús: Poncio Pilato.
Se sabe que
Jesús murió durante la prefectura del prefecto Poncio Pilato, que tuvo lugar
del 26 al 36 d. C., y que comienza a predicar en el decimoquinto año del
emperador Tiberio, explica Alonso.
“Si hacemos
caso a Mateo, y Jesús nace en el año 4 a. C., tiene sentido. Moriría en el año
30 y tendría, quizás, unos 34 años”, argumenta el historiador, autor de obras como “Las cinco caras de
Dios” o “La resurrección, de hombre a Dios”.
Sin embargo,
si hacemos caso a Lucas, las cuentas no salen.
Los evangelios
aseguran que Jesús nació antes de la muerte de Herodes el Grande, quien habría
ordenado la matanza de los inocentes, hecho, este último, que los historiadores
disputan. (Getty Images).
“Por fechas,
lo que encaja es Mateo, es decir, que Jesús naciera aproximadamente en el 4 a.
C., en los últimos años de Herodes el Grande. En cambio, lo del censo de
Quirino no encaja, y se entiende que Lucas lo utilizara como excusa para mover
a unas personas que son de Nazaret, en el norte de Israel, hasta Belén, que es
donde tiene que nacer el mesías, pero nada más. Es un artificio literario”, concluye Javier Alonso.
Antonio Piñero
está de acuerdo con que se trata de un recurso profético: “una vez que se
cree que Jesús es el mesías, se está de acuerdo con la profecía de Miqueas,
capítulo 5:1, que, de Belén, de la ciudad en la que nació David, de ahí saldrá
el mesías”. La profecía, que estaba en el Antiguo Testamento, se cumple
entonces si Jesús nace en Belén.
Los evangelios
ofrecen otros anclajes cronológicos que nos permiten situar a Jesús en el
tiempo, pero no existen otros textos donde quedara registrada su vida.
Flavio Josefo,
el historiador judeorromano del siglo I, “menciona a Jesús en su “Historia
de los judíos”, que escribió en torno al año 95, pero lo hace de forma
general, no menciona su nacimiento, explica Piñero.
“Se podía
saber el día en que había nacido el emperador Augusto, pero no cuándo lo había
hecho un predicador galileo, nadie lo sabría. Y, en realidad, las fuentes que
tenemos no están escritas hasta mucho después”, añade Javier Alonso.
¿Y por qué los
primeros cristianos no se interesaron por la infancia de Jesús? ¿Cómo es que
Pablo no contó nada sobre los primeros años de su existencia? ¿Por qué Marcos,
que escribió el Evangelio más antiguo, unos 40 años después de la muerte de
Jesús, no menciona nada de su nacimiento?
Según Piñero,
hay que tener en cuenta que, para los primeros cristianos, el mensaje de Jesús
era que la llegada del Reino de Dios era “inminente”. No era algo que
ocurriría en un futuro, en el fin de los tiempos o tras el juicio final. Por
eso no había interés en recordar momentos o hechos concretos de las enseñanzas
de su maestro.
“Para el
cristianismo primitivo, la llegada del Reino era inminentísima, así que ¿para
qué se iban a preocupar? Ni de la tumba de Jesús, ni de la fecha exacta de su
muerte, ni mucho menos de la de su nacimiento”, asegura el catedrático.
Sin embargo,
conforme los coetáneos de Jesús murieron y las siguientes generaciones se
dieron cuenta de que el Reino no llegaba, surgió la necesidad de dejar por
escrito lo que se sabía sobre él para transmitirlo a las siguientes
generaciones.
“El nacimiento
de Jesús en la religión cristiana primitiva no tiene ninguna importancia porque
el mensaje original es que Jesús muere por los pecados de la humanidad y
resucita. Y ese es el triunfo sobre la muerte. Todo lo demás son adornos”, argumenta el historiador.
Pero, con el
aumento de su popularidad, nace la necesidad de saber más del personaje, de
llenar los huecos de la biografía que no se tienen.
“Por eso el
cristianismo escribe la biografía de Jesús hacia atrás. Los textos más antiguos
se refieren a la muerte y a la resurrección. Luego se empieza a hablar de su
vida pública, de los 3 años de predicación. Y los dos textos que hablan del
nacimiento son los más recientes, los de Mateo y Lucas”.
Solo los dos
primeros capítulos de los evangelios de Mateo y Lucas mencionan la infancia de
Jesús. (Getty Images).
Entonces, si
las evidencias históricas nos acercan más al año 4 a. C., ¿de dónde viene la
fecha del año 1?
Aquí entra en
escena un monje bizantino del siglo V, Dionisio el Exiguo.
Como explica
Piñero, a Dionisio, estando en Roma en torno al año 497, el Papa le encarga que
determine la fecha de la Pascua para ponerse de acuerdo con las iglesias
orientales. Y, una vez determinada la fecha de la Pascua, se le pidió que
investigara cuándo nació Jesús exactamente.
Dionisio era
un cronógrafo, es decir, estudiaba la cronografía a partir de los textos de la
época.
“Él no contaba
con las fuentes con las que cuenta hoy en día un historiador, así que lo hizo
como Dios le dio a entender, y se equivocó”, argumenta Javier Alonso.
El monje
determinó que Jesús nació 753 años después de la fundación de Roma, y señaló el
754 como el año 1 de la era cristiana. Esta forma de numerar los años se impuso
con el tiempo y, con él, el error de la fecha de nacimiento de Jesús.
En aquel
entonces, en el mundo romano el tiempo se medía por el número de años del
emperador (por ejemplo, el año 5 de Tiberio, o el 4 de Nerón) y, en algunas
ciudades, por su fecha de fundación, como es el caso de Roma.
¿Y el 25 de
diciembre?
En esto,
Dionisio no tuvo nada que ver, ya que se estableció antes de él.
Se trata,
explica Piñero, de un “invento cristiano”: el emperador Teodosio I el
Grande estableció después del año 380 el cristianismo como religión exclusiva
del Imperio Romano “y cuando la iglesia pasa de ser perseguida a ser
perseguidora, intenta asimilar dentro del cristianismo todo lo que le sea
posible del paganismo”.
El
cristianismo adoptó la fiesta pagana del "sol invicto". (Getty
Images).
El 25 de
diciembre en el imperio se celebraba la fiesta del “sol invicto”, el día
en que Zeus, el sol, vencía a las tinieblas. Ni más ni menos que el solsticio
de invierno, el momento en el que los días empiezan a ser más largos.
El solsticio
es el día 21, “pero los antiguos lo celebraban el 25 porque era la fecha en
la que ya se notaba que el “sol invicto”, es decir, Zeus, estaba venciendo a
las tinieblas. ¿Y quién era el sol invicto? Pues Jesús. Por eso se cristianiza
esa fecha y se determina que el nacimiento de Jesús fue el 25 de diciembre”,
explica Antonio Piñero.
En ese mes los
romanos también celebraban los saturnales, una fiesta dedicada al dios Saturno
“en la que se colgaban guirnaldas, se hacían regalos e incluso había árboles
como los nuestros de Navidad. De esta forma se calcan, se suplantan las fechas
y muchas veces las costumbres”, añade Alonso.
Así que hasta
el siglo IV no se empieza a celebrar el nacimiento de Jesús.
¿Y cuándo toma
relevancia como festividad cristiana?
El arte nos
puede servir de pista, explica el historiador: en la iglesia de
San Vital de
Rávena, del siglo VI, de la época del emperador Justiniano, “ya hay
imágenes, por ejemplo, de la adoración de los Reyes, por lo que ya se está
dando importancia a episodios de los evangelios relacionados con el nacimiento
de Jesús”.
Si la fecha
que celebramos no es realmente en la que nació Jesús, ¿qué otros datos de su
nacimiento dan por probados los historiadores?
Antonio Piñero
considera que, siendo los capítulos de Mateo y de Lucas en los que se habla de
la infancia de Jesús tan diferentes entre sí, “hasta el punto de que parece
que están hablando de dos personas diferentes”, podríamos considerar
presuntamente histórico aquello en lo que coinciden. Básicamente, que sus
padres se llamaban María y José, que era una familia muy religiosa y que Jesús
era galileo.
Fuente: BBC
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