Ahora se suele decir: “a toro pasado, todos somos toreros” porque ya no nos acordamos de Manolete (un torero mítico del pasado). La imagen del toro evoca el riesgo, la incertidumbre, la perspectiva antes del lance. El “toro pasado” alude al momento posterior al lance, cuando ya se sabe por dónde y cómo le ha entrado al torero. Esto es, al conocimiento que se adquiere una vez que se tiene la perspectiva, cuando ya ha pasado.
Por lo que veo y oigo
estos días, todos conocíamos lo que iba a pasar, cuando ya pasó el toro. Si se
hubieran activado las medidas que decían los expertos, o sea, esos funcionarios
supuestamente inútiles que originan un gasto supuestamente improductivo y caro
a la ciudadanía, cualquier gobierno, el central o el automático, había recibido
las críticas más bestiales de los partidos adversos, de los medios de
comunicación afines, casi todos populistas y amarillistas, que se descojonarían
como lo han hecho en otras ocasiones sobre la hipertrofia burocrática del
Estado (ya se hizo cuando la pandemia), se habría quejado el empresariado,
especialmente de la hostelería, pero también de la industria y del comercio
como Mercadona que mandó a trabajar a sus empleados bajo amenazas veladas y
hasta mando a repartir con furgoneta cuando era evidente (como vemos hoy), la
que iba a caer. Y hasta de la propia ciudadanía ¿Cuándo hacemos caso a las
alertas del clima? Si no creemos ni a nuestros políticos ni a nuestros
funcionarios; que son todos unos vagos y maleantes (cuando no asesinos).
¿Cuándo se aplicará, en
esto como en tantas otras cosas, el principio de prevención? Lo de Valencia es algo
recurrente en la reciente historia conocida, esta vez peor que la catástrofe de 1957 (de
la que me acuerdo perfectamente), porque han aumentado la edificaciones en
sitios inundables y hay un 500% más de vehículos en las calles, mucha más población
urbana que se ha desplazado a vivir en la costa de levante, porque se está
ganando costa al mar para edificar y posiblemente por el cambio climático pero
ahí no puedo hablar que no entiendo del tema, pero es algo que dicen cada vez
más científicos y no se hace nada por adecuar la realidad urbana a las
previsiones.
Ahora todo el mundo sabía
lo que iba a pasar ¡que dimitan todos -dicen- o los de mi partido adverso, que
los que vengan serán más listos que los de ahora! Pero Manolete era el mejor
torero de todos los tiempos y le pilló el toro. Pues eso. Que nos pillará el
toro. Porque no es un problema de malos o buenos gestores (que también y tiempo
habrá de analizarlo y criticarlo, pero no ahora cuando la emergencia y la
solidaridad es lo que toca); es, sobre todo, un problema del modelo de
desarrollo que nos hemos dado y eso no tiene solución a corto o medio plazo. Tendrá
que haber muchas desgracias como esta o parecidas para que se cambie de
criterios de desarrollo. Como los niños la humanidad va aprendiendo a
coscorrones y tropezones, si no acabamos antes entre nosotros mismos echándonos
la culpa (los buenos a los malos), por supuesto.
interesante reflexión. gracias
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