Putin es un antidemócrata fascistoide que, paradójicamente, está elegido legítimamente por su país que es una democracia convencional al igual que los EE. UU. o España. Es de extrema derecha, por eso el expresidente de los Estados Unidos Trump lo admira (la verdad es que no le llega a Putín a la suela de los zapatos. Le gustaría ser como el).