La Iglesia católica se negó a admitir la
evidencia científica de que la tierra giraba alrededor del sol; en realidad
sostenía una tesis antigua de que era el sol y todos los planetas los que
giraban alrededor de la Tierra, pero con el tiempo no le quedó más remedio a la
Iglesia que admitirla.
A lo mejor por eso de que “la verdad es verdad y la
verdad va a misa”. Y fue tanto a misa la verdad que al final, la jerarquía
y sobre todo el Papa, que son quienes, en la Iglesia Católica, deciden la
interpretación de la biblia y de los fenómenos naturales, acabaron por
reconocer que es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés (que,
por otra parte, a mí personalmente, y a estas alturas de mi creación, me importa
un carajo una cosa y la otra).