jueves, 14 de diciembre de 2023

Charrada. Beben y beben y vuelven a beber...


Las comidas y cenas de familia navideñas pueden ser fuente de conflictos, sobre todo entre cuñados y cuñadas, o con los suegros. Hacer como en las comidas de empresa o amigos; empatizar bien: “to er mundo eh bueno” y “estamos aquí para pasarlo bien, no para renegar” (discutir).
En familia decir que la comida es buena, sobre todo si no hemos colaborado nosotros ni en comprar, cocinar y servir; está muy mal decir que este año no se ha acertado con el marisco o el pescado, ni siquiera decir que está bueno, pero, ”como lo hago yo o mi madre, ni hablar”. Puede terminar mal y ser fuente de divorcios.
Ya nos conocemos todos y sabemos cómo piensa cada uno; de lo mal que crían a los zagales mis cuñados o los jóvenes de ahora, o discutir por el vino y el cava; el anfitrión tiene siempre razón; ya nos vengaremos cuando invitemos nosotros o sea; en nuestra casa.
Si habla el Rey no poner la televisión alta, verlo si; si no lo oímos mejor, y si lo escuchamos no hacer comentarios sobre lo que dice y menos para criticarlo; el Rey es inviolable y además da igual lo que diga, que será siempre una retahíla de buenas intenciones con la que estaremos todos de acuerdo menos los republicanos que son masones y antisistema.
Por lo tanto, no discutir de política, y de Cataluña y de la amnistía menos, aunque sea entre catalanes; podemos terminar sin hablarnos. No hablar del maricomplejines de Feijoo ni de colgar a Pedro Sánchez por los pies porque eso no va con el espíritu navideño.
No obligar al cónyuge, a los hijos o invitados a que sigan un régimen estricto o echarle en cara lo poco que se cuidan mientras nosotros nos ponemos tibios. Un día es un día. Ya comenzará el año y nos pondremos a dieta; en Navidad, Nochevieja, el primero de enero y hasta Reyes, no se pueden hacer restricciones según dicen los psicólogos; a los médicos ni caso. Si durante todo el año no hemos pensado en los que pasan hambre en el mundo, no hay que querer resolverlo en unos días; esperar un poco que pasen las fiestas y entonces ya podemos hacer acto de contrición y propósito de enmienda (hasta carnavales por lo menos).
Y los que no les gusta las navidades o el solsticio de invierno o como quieran llamarle que se callen durante estos días; luego sí, porque no se debe reprimir la libertad de expresión de manera permanente. Hay que reconocer que hay a quien le deprimen esos días porque no son ni cristianos, ni paganos ni tienen fe en nada, o tienen que trabajas y están hasta las narices de la Navidad y el Año Nuevo, pero que tengan paciencia y solidaridad. Y también hay mujeres, sobre todo madres, que salen hasta el “gorro” y se deprimen también en estos días, aunque parezca que son quienes mejor lo pasan. 
A mí me encantan estas fechas; siempre fui muy de visitar el pesebre y de cumplir con las fiestas, y cuando trabajaba solo me deprimía si no me daban fiesta. Soy muy cumplidor.
Así que FELICES FIESTAS

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