Me pongo a escribir algo para este blog y
me resulta muy difícil salir del monotema este del coronavirus; me es imposible
apartarme de él y guardar, por lo menos, la distancia de seguridad que nos
obliga “el decreto del estado de alarma”. Así que he rescatado un artículo que
tenía preparado para el “Dia del Orgullo Gay” pero que por cuestiones que no
recuerdo ahora no publiqué. Iba dirigido a quienes no pueden entender que la homosexualidad
no es una enfermedad; que es tan natural como el coronavirus este que nos
atormenta (No puedo alejarme del tema), pero, al contrario que el bicho, no es nada
letal, más bien cariñoso, casi siempre tierno y amoroso; aunque no faltan
tampoco homosexuales psicópatas tan agresivos como el más agresivo de los heterosexuales.
Con motivo del Día del Orgullo Gay no
faltaron quienes cuestionaron eso de la homosexualidad; dicen que es una
perversión moral, es decir que va contra la ética y, sobre todo, que es contra natura.
Cuando se dice contra natura o antinatural se quiere decir que va en contra de
los designios de la naturaleza; vamos, que la naturaleza sería un ente
consciente, personal y tiene designios establecidos o capacidad volitiva.
Tambien alguna filosofía posmoderna va por ahí. Lo decían las “religiones del
libro”, porque consideran que el antiguo testamento, toda la Biblia o el Coram,
tienen las respuestas a todo. “Fue revelado por Dios” que creó el mundo; aunque
“cada maestrillo tiene su librillo”, y a veces las religiones se contradicen
tanto entre sí que, según los seguidores de una, los otros irían al Infierno, y
según los seguidores de otra, irían todos menos ellos.
Si seguimos a la Biblia, por ejemplo,
Dios, que creo la naturaleza donde nos desenvolvemos, hizo al hombre de una
estatua de barro y a la mujer de una costilla del hombre; más o menos. Dos
géneros: hombre y mujer, y los llamó a tener hijos, multiplicándose y
perpetuando la especie. Dos géneros, dos sexos.
Hoy en día se cuestiona bastante lo
del Dios personal (trino para la mayoría de los cristianos), y se le da mucho
rango a la naturaleza en sí, sin Dios, y suelen ser (la ciudadanía moderna y
posmoderna), algo panteísta y agnóstica; hasta el punto de que diversas
escuelas y doctrinas, sean gnósticas o agnósticas, nos dicen lo que es natural
o no es natural; por ejemplo, para los veganos, comer carne sería antinatural.
Se llega, incluso, a decir que es
antinatural comer pan porque el pan es un producto químico (y tienen razón),
producido por harina cocida, batida y fermentada, producto de grano, y comer
grano no es natural para los humanos. Sí para las gallinas. Desde que el ser
humano come carne y productos procesados como el pan, y no digamos ya los
embutidos o el vino (que es un producto elaborado y química pura), que el
hombre/mujer degenera -nos dicen-, aunque todavía no hemos mutado ni nos ha
salido el tercer ojo ni escamas, pero todo se andará. La biblia o el Coram son
más permisivos que algunas filosofías modernas y eso que también tienen, estos
libros, manía con lo que son alimentos puros e impuros; solo hay que leer el
Antiguo Testamento. Menos mal que Jesucristo vino a decir que “no hay nada
fuera del hombre (hoy diremos también y mujer), que al entrar en él
pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que
contamina al hombre” (Marcos 7:15), lo que demuestra que practicaba
la filosofía dialéctica, aunque no era materialista.
Yo diría que el concepto de lo
natural difiere según seamos humanos o de otra especie (si es que las otras
especies son capaces de filosofar, que igual sí), puesto que a lo largo de los
millones de años que llevamos en la Tierra, las diversas especies seguimos
distintas líneas evolutivas, según las reinos o familias de la naturaleza, pero
no todo el mundo lo tiene claro; hay quienes reivindican una naturaleza
universal para los humanos, los perros y otras especies, o lo que es más
complicado, incluyen también a los insectos (no sé si entran en esta categoría
los microorganismos como las bacterias y virus). Esta metafísica está teniendo
cada vez más adeptos, sobre todo en el mundo de la ecología, aunque no todos la
comparten. Ya algunas filosofías antiguas orientales enseñaban que las hormigas
y los humanos somos de la misma especie y no podemos matar a una hormiga sin
que nos matemos un poco a nosotros mismos. Según estas doctrinas, es pecado
matar animales, aunque sean chinches, o sea; crea mal karma. Los más extremistas
ahora llaman crimen matar un animal y cómplices de asesinato a los que van a
los toros o participan en un espectáculo con animales. Los matachines o que
trabajen en un matadero, se tendrán que sacan licencia eclesiástica o un
salvoconducto de Sanidad o irán de cabeza al Infierno; los no creyentes al Averno
o al Inframundo que es el Infierno de los paganos y descreídos.
Pero, por seguir con lo que iba este
escrito, voy a intentar explicar lo de la homosexualidad científicamente para
que nos enteremos, que es complicado, es decir; lo voy a explicar con el método
irrebatible del materialismo dialectico; que no es solo una filosofía, sino un
método de análisis probado positivamente, o sea, constatado científicamente.
Bueno, no todos los que utilizan el método materialista dialéctico llegan a la
misma conclusión (pasa como con la medicina), por lo que a veces dudo que sea
científico. Recuerdo, cuando yo era adolescente, que me gustaba escuchar
algunas emisoras de “onda corta” como Radio París, Radio Argel, La Pirenaica y,
también, Radio Tirana (nunca mejor dicho), capital de la entonces comunista
Albania. En una de aquellas veces que lograba sintonizarla, porque por aquí el
servicio de Inteligencia Español (la TIA de Mortadelo y Filemón), trataban
constantemente de obstruir las ondas hercianas para que no nos enajenáramos con
la contrainformación extranjera que por aquel entonces era toda antiespañola.
Pero las oía; mal por las
interferencias, pero las oía.
Así que un día, el locuaz locutor de
Radio Tirana va y dice que, en Albania, gracias a la ciencia y al materialismo
dialectico, habían logrado, no solo el socialismo de verdad (no como Rusia que
eran revisionistas corrompidos), sino que también habían acabado con la
homosexualidad (una perversión burguesa). Ya no quedaba ningún homosexual en
Albania. Con la reeducación marxista-leninista-pensamiento Mao-tse-tung y el
glorioso ejército popular, todos los albaneses eran ya machos y todas las
mujeres féminas; las mujeres ejemplares compañeras, sin vicios ni sexo, y menos
lésbicos, mismamente como las de la sección Femenina de Falange Española, que
no les gustaba más que su marido y a veces ni su marido, pero había que
aguantarlo.
Pero los materialistas heterodoxos, o
sea, los que interpretamos bien el materialismo dialectico porque tenemos razón
y ciencia, no compartimos la opinión de los maoístas ni de los estalinistas que
solo creen en el superhombre y la supermujer como los nazis, aunque muchos
dirigentes de estos últimos eran maricones reprimidos, como se ha podido
comprobar más tarde con documentos reales.
Para empezar, diremos que el materialismo
dialectico es igual que el idealismo dialectico, pero al revés, o sea, que los
Hegelianos de izquierda como Marx y Engels, le dieron la vuelta al idealismo
utópico como a un calcetín -decían ellos-. Eso hay que entenderlo; porque era
un calcetín reversible, y así, el materialismo tiene mucho de idealismo, como
el idealismo de los utópicos y los Hegelianos de derechas era algo
materialista; que por otra parte esto es una contradicción coherente con la
dialéctica” Ley de la contradicción”, o sea; que las cosas se
transforman en su contrario y “en toda verdad hay algo de mentira y en toda
mentira algo de verdad”. Más concretamente: “todo es y no es al mismo tiempo”.
Una persona es alta en relación con una baja, pero baja en relación con una más
alta. En todo macho hay algo (o mucho) de mujer y viceversa” Hay quien confunde
esto con el relativismo nihilista, pero la dialéctica, al contrario que el
nihilismo, tiene siempre su escala de valores, su moral; por ejemplo: Dios
(para los no dogmáticos como yo), no puede tener moral (no puede ser
omnibenevolente), porque es infinito y eterno, lo abarca todo, no tiene
principio ni fin. Al no tener extremos no tiene punto medio y yo diría que ni
sentido común. No puede ser ni de derechas ni de izquierdas. Pero todos los
demás elementos de la naturaleza, de la historia, la cultura, etc. son finitos
y tienen dos extremos contradictorios que los antiguos alquimistas llamaban
femenino y masculino, para simplificar, o polo positivo y negativo (el negativo
siempre coincidía con el femenino porque eran machistas en aquellos tiempos);
otras escuelas orientales lo llamaban de otra manera como el “yin y el yang”.
En el sexo pasa lo mismo; por muy
macho que sea el menda (que lo soy), no podré ocultar mi YO femenino sobre todo
a los que me observen con conocimientos científicos (por ejemplo, un médico
especialista, o un psiquiatra que saben introspección analítica porque lo
estudiaron para sacar la carrera y más desde que inventaron el psicoanálisis y
los másteres, que no hay quien los aguante). Tampoco podré ocultarlo a los
dogmáticos cansinos como a un cura (que sabe latín), a un ayatolá o a un
comunista fundamentalista como los de Albania que me querrán curar esa parte de
feminidad física o mental que tengo porque creen que es antinatural, enfermedad
o pecado aberrante. No entienden, porque no conocen la “Ley de la
contradicción” de la filosofía dialéctica que es paradójica, pues “nada es
verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” (que
decía el poeta), sin embargo, al mismo tiempo, el materialismo solo reconoce la
verdad objetiva. ¿Cómo resolvemos esta contradicción los materialistas, sobre
todo si somos dialécticos y no dogmáticos?, pues gracias a otro principio de la dialéctica que
llamamos “La unidad y lucha de los contrarios”, que es lo siguiente:
Ustedes tienen dos imanes, por un sitio se atraen y se juntan y por otro se
repelen. Si analizan a una pareja de enamorados observarán lo mismo. Hay
parejas que resuelven esta contradicción, como sea, y otras no pueden porque no
han estudiado filosofía. Los hay, y las hay, que ni siquiera lo intentan ya
(para que) y se resignan; no intentan explorar otras opciones como ponerse del
revés, por ejemplo; mirando a Cuenca si están en Madrid o directamente a La
Meca, si están en Zaragoza o Barcelona; a ver si se atraen. O no quieren. Todo
individuo, fenómeno, y el amor o el sexo también, se atraen y se repelen al
mismo tiempo; se aceptan y se llevan la contraria. Es la tesis contra la
antítesis; al final los que luchan no ganan ni pierden nunca; desaparecen
las contradicciones, se superan en una nueva forma que es la síntesis,
pero esta ley la dejamos aparte de momento que suele ir para largo, esto de la
síntesis. Se puede deducir de esta observación filosófica, que es también científica,
que el fenómeno es universal, o sea, que afecta a todo, especies, individuos,
culturas, razas, microorganismos; a la historia, la política, etc.
En los reinos de la naturaleza, hace
millones de años, los individuos eran casi todos hermafroditas, tanto en el
reino vegetal como en el animal; todavía predominan en las especies más
antiguas (como los microbios u otras especies más evolucionadas como los
caracoles), hasta que, en un momento, quizá como necesidad de la evolución en
la tierra, se produjo la separación de sexos.
En el reino mineral (al que dicen que
pertenece los virus que están tan de actualidad), los diversos elementos de la
naturaleza suelen ser hermafroditas y contienen los dos polos antagónicos
dentro del mismo elemento o individualidad; suele prevalecer un polo
con más intensidad que otro o con la misma intensidad ambos (neutro), pero siempre en un elemento.
Los antiguos alquimistas llamaban a esto: Ley de la polaridad; en
física, lo más conocido, es, por ejemplo, la electricidad, con su polo positivo
y el negativo. Lo alto y lo bajo; la luz y la oscuridad; lo blanco y lo negro; lo bueno y lo malo; lo guapo y lo feo, y así hasta el infinito.
Sin embargo, en todas las especies
modernas de los reinos vegetal y animal, los individuos de cada especie tienen
diversidad de género: masculino y femenino. Esto apareció en la reproducción de
las especies como necesidad de su expansión y evolución (o váyase a saber por qué).
Pero los individuos de estas especies sean del género masculino o femenino, que
no son hermafroditas, no son unisexuales puros como se cree, y los dos polos
coexisten también con diferente intensidad; en unos predomina o es dominante y
determinante lo masculino y en otro lo femenino. También dentro de todos ellos,
de sus órganos, de sus células, de sus átomos, su energía vital tiene la
energía que los mueve, entre ellos la vida, con la corriente que solo la puede
dar la confrontación entre los dos polos opuestos del mismo elemento. Cuando
esto no se da, la energía se acaba. La energía sexual de cualquier miembro,
persona humana, sea homosexual o heterosexual, se acaba cuando se elimina un
polo extremo de la sexualidad: el femenino o el masculino.
Porque ese es otro de sus leyes o
principios: “La Ley de la interacción universal”. Esta ley afirma
que todos los elementos de la realidad existen relacionándose entre sí; ningún
elemento de la realidad existe aislada o independiente. Una piedra y nuestro
celebro están interconectados, por débil que sea esa conexión (sobre todo si te
pegan una pedrada en la cabeza). Lo femenino está unido a lo masculino, por
supuesto en la diversidad de género, pero también en nuestro microcosmos
personal actúa esta ley de interacción; en cada órgano de nuestro cuerpo, en
cada célula y en cada átomo.
Resumiendo: La energía sexual, con su
componente masculino y femenino, solo puede eliminarse por decadencia total del
individuo, cosa que acontece en el ocaso de la vida o por castración, pero solo
en el plano físico; en los planos emocional y mental también opera la
sexualidad que se conformaron en relación con la sexualidad que tuvieron en lo
físico, y ahí no podemos eliminarla de la mente, aunque esterilicemos a una
persona. Eso explicaría porque el castrar a un violador no suele tener éxito.
El que en algunos hombres o mujeres
predomine la sexualidad que parece no corresponderían a su sexo o género, no es
una disfunción antinatural y mucho menos una enfermedad; la mayoría de los
homosexuales y lesbianas que conozco están totalmente sanos y cuerdos pero
tienen los dos polos muy compensados o incluso predomina el polo que parece
diferente a su condición física establecida convencionalmente como masculina y
femenina., aunque conforme se van haciendo mayores van perdiendo vitalidad,
como es natural, pero su sexualidad suele durarles más; paradójicamente; los
muy machos, por ejemplo, tienen el polo femenino excesivamente débil y pierden
pronto la parte femenina y, en contra de lo que suele creerse, ahí se les acaba
la sexualidad. generalmente muy jóvenes, porque no puede haber sexualidad si no
están presentes los dos polos de la sexualidad, de la misma manera que una
moneda deja de ser moneda si a la “cara” de la moneda le quitamos la “cruz” que
es su contraparte, o la corriente eléctrica deja de ser corriente si anulamos
unos de sus polos; el positivo o el negativo. A las mujeres muy femeninas les pasa lo mismo;
terminan por debilitarse su sexualidad antes que, a las lesbianas, pero siempre
hay excepciones porque no es una ciencia exacta e interactúan muchos
condicionantes.
Eso en lo físico; en los planos
emocional y mental pueden seguir creyendo (y a lo mejor lo son), muy machos
(por lo general los hombres), Es decir; no se anula la sexualidad porque ya no
exista en el plano físico o vegetativo; esta sigue operando en lo emocional,
con las fantasías; en lo metal; con los recuerdos vividos, y ya en un plano
superior, con la imaginación, que suele ser muy creativa.
Espero que con esta explicación lo
entendáis bien, aunque a mí me sigue quedando bastantes dudas.
Esta larga y dura entrada me ha dejado escocido, espero que en el confinamiento no te hayas reprimido
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