miércoles, 14 de mayo de 2014

Reseña: Leyendas de Santa Quiteria, patrona de nuestra villa.


22 de mayo Ferias y Fiestas de
 Santa Quiteria, abogada contra
la rabia. 

Para conocer mas de la leyenda y al culto a Santa quiteria pinchar en los siguientes enlaces:

Poblaciones y ermitas de España dedicadas a la Santa.
De un blog que habla de Santa quiteria en Samper.
De un blog católico.    De Higueruela 
De una cofradía sevillana.   De Wikipedia.
De el Fresno.      De Cedrillas.   Santa Quiteria Francesa...
Mas del municipio de Higueruela.   De Alpedrete.




Artículo escrito para el periódico Hato de Voces de Samper de Calanda en el Año 2008

          Cuando comencé a indagar sobre la devoción a Santa Quiteria sufrí una pequeña decepción; yo pensaba que esta santa solo se había preocupado por Samper. Pensaba esto por su insistencia en que se le construyera una ermita en nuestra localidad, pero parece ser que esta obsesión solo estaba motivada para castigar al Duque de Hijar y a las autoridades de esta villa que, seguramente, le recordaban en maldad a las que tuvo que sufrir ella en vida.

          La realidad es que son muchas las localidades españolas en las que se venera a esta santa; en La Mancha, en Castellón, en Murcia o en Aragón. Sin ir más lejos en La Almolda, donde tiene también una ermita; más conocida en el devocionario popular que la de nuestro pueblo.

          Quiteria nació en el siglo II o III de la Era Cristiana, hija del malvado Castelli, un supuesto rey de Portugal (Lusitania) y de Calsia, una mujer tan hermosa como perversa. La reina se quedó embarazada pero el rey se tuvo que ir a la guerra, como era costumbre, aunque esperanzado por encontrarse a su regreso con un varón que heredara el trono; Calsia, que no era muy amiga de los partos múltiples ni de las niñas ni de los menesterosos (de los cuales se burlaba), tuvo nueve hijas de una sola vez.

          Humillada y llena de rabia, ordenó a su partera cristiana que ocultara los hechos y dijera que había tenido un hijo muerto; que matara a las niñas y las tirara al rio Ulla. La cristiana, que se llamaba Sila no las mató, y adoptó secretamente a las criaturas que residieron hasta la edad de cinco años en un arrabal o aldea cristiana. Los cristianos eran, por esa época, una minoría cada vez más extensa en la población humilde del Imperio Romano.

          Cuando regresó el rey, paseando por la ribera, observó a nueve niñas iguales, hermosas y parecidas a su mujer, con los ojos azules y el cabello rubio. Pronto comprendió que no podían ser indígenas celtíberas, pues estas eran morenas y la nobleza, como sabemos, siempre ha tenido los ojos azules y el cabello rubio, parece ser que incluso también en aquellos tiempos en los que todavía no nos habían invadido los bárbaros del norte es decir, los germanos, de donde procede la nobleza europea.    

          La partera cristiana confesó al rey la verdadera procedencia de las niñas, más que nada para fastidiar a la reina y cobrar una buena recompensa que destinó a los pobres porque, por aquella época, los cristianos no podían recibir recompensas para provecho personal. El rey estaba tan ilusionado que quería que el futuro rey fuera una mujer y además cristiana, algo que desagradaba profundamente a los bienpensantes de entonces, que eran machistas e idólatras (paganos). Hasta tal punto llegó la cosa que la reina murió del disgusto y el rey dispuso casar a cada una de las hijas con un rey de la redolada: Genoveva sería reina de Lusitania; Gemma, de Galicia; Victoria de un reino del centro de Iberia; Germana, de Cartago la Nueva; Marcia, del Reino de Toledo; Eumelia, del Norte de África; Basilia del Reino de Cantabria, y Liberada, de las tierras de Sigüenza.  Como se ve, ya en aquellos tiempos existían las autonomías, que no es algo de hoy en día. Y, ¿Quiteria?, Quiteria se casaría con el rey de Gascuña y Cataluña. ¡Imaginémonos cuando los catalanes se enteren de que Cataluña ya tenía rey y nación en La Edad Antigua! Aunque, eso sí, no eran independientes porque estaban sometidos al Imperio Romano que era como los EE.UU. con la OTAN pero más brutos.

          Con lo que no había contado el rey, era que las nueve doncellas seguían siendo cristianas (cosa que no le importaba mucho, pues era tolerante), pero las chicas habían hecho voto de castidad y se habían consagrado a Jesucristo; en esas condiciones no podían casarse como bien saben los que entienden de estas cosas. Así que decidieron huir por separado concitando, esta vez sí, las iras del padre que decidió matarlas a todas allí donde se las encontrara.

          Lo curioso (digno de investigar), es que cada una huyó a la región donde no había querido ser reina: Gemma fue cocida a las brasas en Galicia; Liberada murió en Sigüenza, clavada en la Cruz; a Macia la mató un toro en el circo de Toledo, y las demás murieron en parecidas circunstancias. Quiteria escapó a Cataluña y hasta allí la persiguió su padre que la mató con sus propias manos, cortándole la cabeza y viendo con estupor como allí mismo donde cayó muerta brotó una fuente que sería de agua bendita (posiblemente en Zanzañolla y, quien sabe, si de ahí su interés en que se le hiciera la ermita en ese lugar) y, como que no ha pasado nada, la santa se levantó, cogió su cabeza y se hecho a andar tan campante (seguramente sería su doble etéreo, que dicen ahora los esotéricos, camino de la Luz). Presos de pánico, el padre y los dos perros que le acompañaban, les entró la rabia y se mataron entre sí. Muertos los encontraron, y Quiteria y sus hermanas empezaron a ser un mito y un ejemplo a seguir entre los nuevos cristianos de la península.  

Manuel Martín Mombiela

ZARAGOZA, mayo de 2008.








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