sábado, 2 de agosto de 2025

Artículo. * La titulitis, la enfermedad de pijos, de nuevos ricos o de quienes presumen de serlo

No es que yo esté libre de padecer esta enfermedad, tendría que ser un médico especialista, mejor psiquiatra, el que revisara mi mente o tozuelo y confirmara  si padezco o no esta enfermedad, Por lo general uno solo no no tiene conciencia de sus manías, fobias, complejos y perjuicios  ¿Qué le rondará por la cabeza a alguien que falsifica un título, aunque sea el de instalador electricista industrial como el que me dieron a mí en la mili (pero legal, todavía lo tengo en casa), y no se poner ni un enchufe ni lo que es un automatismo, que además con el tiempo y la IA ha cambiado una barbaridad, y nunca me puse al día porque yo lo que quería es ser político, pero sin título no doy la talla, pues para ser político como dios manda y, según dicen por ahí hasta los antisistema, hay que tener el título de licenciado por arriba (entre ellos el de ciencias políticas) y muchos másteres. 

O sea, para ser funcionario hay que tener determinados títulos y ganarse plaza por mérito académico, pero para ser político no debería de hacer falta eso, digo yo. Para ser concejal/a o diputado/a hay que tener carisma, o en España, por aquello de las listas cerradas y bloqueadas, que te pongan en una y en puestos de salida, y para eso no se necesitan títulos; el carisma viene de marca de origen y el que te pongan en una lista solo necesitas que te lleves bien con el que manda en tu partido.


A mí me dieron el titulo o certificado de estudios primarios de la escuela graduada de niños en el año 1964, pero el maestro de entonces, don Arsenio Clemente Saura, nos dijo, de muy mal genio y con malos modos, que ese curso había sido el peor que había tenido en su vida, pero nos iban a aprobar el certificado por aburrimiento y por imperativo legal pues el gobernador y jefe provincial del Movimiento así lo había decidido. Vino el inspector general y nos hizo unas preguntas ya amañadas y aun así contestamos mal casi todas, pero nos dieron a todos el certificado de estudios primarios con diploma y todo.

Tambien acudieron las fuerzas vivas del pueblo, el alcalde, concejales y funcionarios municipales; presidente de sindicatos, Frente de Juventudes, etc. Nos “daron carambelos” y peladillas; como uno de ellos era tío mío, me arreó un buen puñado en mi bolsillo; no hay nada como tener buenos contactos.

Ya de más mayor comprendí lo que valía un título y estaba dispuesto a sacarme el graduado escolar, pero tenía que estudiar francés o inglés, además de matemáticas que nunca he comprendido para que sirven. Pero mi sorpresa fue cuando me dijeron que tenía el graduado escolar por homologación con el certificado de estudios primarios que me dieron cuando el régimen franquista, como digo, sin saber por dónde va la tangente ni hacer la o con un canuto ¡Alguna ventaja debería tener la democracia! Pero los nostálgicos del franquismo no lo reconocerán nunca.

Tampoco entiendo a muchos progres y gente de izquierdas que dicen que para ser político hay que tener contra más títulos mejor, me parece clasista esa opinión, impropia de gente de izquierdas o progresista. Por cierto, Cervantes también falsificó el título de bachiller según han demostrado expertos investigadores. Lo haría, seguramente, para ocupar plaza de funcionario de su majestad y para que le publicaran sus escritos, pues era difícil, en aquellos tiempos, que una imprenta publicara los libros de alguien que no tenía el bachiller por lo menos.

Esa costumbre de la España pícara ha ido a más y si lo pagas con buenos ducados te entregan ahora el diploma de doctor en filosofía y letras o el máster de cirujano barbero y sacamuelas de la misma manera que te certifican que un pernil mojado en salmuera y curado con ventiladores es mismamente jamón serrano de Teruel (vi una industria de estas hace unos años en el barrio de San José de Zaragoza).

Si sirve de ejemplo, yo tengo el título de graduado escolar, de pensionista, de instalador electricista industrial (que no he utilizado nunca ni cuando he presentado currículo, y me funciona), no quiero más; lo que no entiendo es que haya políticos que dicen que quitarán las pensiones cuando gobiernen o, por lo menos, las rebajarán mucho ¿No se dan cuenta que no van a cobrar pensión cuando se jubilen? ¿Y para eso hace falta estudiar?

Así está el nivel de los políticos profesionales, con o sin título, y de los no profesionales como yo; por los suelos. Pero es lo que hay.


*La "titulitis" es un término coloquial y despectivo que se usa para describir la valoración excesiva de los títulos académicos como garantía de los conocimientos o habilidades de una persona. En otras palabras, es cuando se da más importancia a la posesión de títulos que a la experiencia real, las habilidades prácticas o la capacidad de una persona para realizar un trabajo.


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