domingo, 1 de agosto de 2021

Comentario. La nostalgia de lo que fue y el futuro que no vendrá.

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Foto: antigua

Nos dirán nostálgicos, que solo nos preocupa lo antiguo y ya obsoleto, que no nos inquietamos de lo nuevo, por ejemplo, de la concentración parcelaria de la huerta que es o debería ser el futuro del pueblo. Bueno; yo nunca salí, cuando vivía y trabajaba en Samper (hasta los 22 años), del perímetro urbano.

Foto: Paulino Fandos

Una vez que fui a cazar con amigos de mi padre al corral de la Pila Plana, quedé sorprendido al conocer ese espacio y lo que le rodea. Luego me enteré que unos abuelos míos habían estado allí de pastores. Otra vez de las que fui al monte a cazar (solo lo he hecho 3 veces en mi vida), me despertó mi padre, no sé si desde el corral del Plano de la Artosa o desde el de la Balsa de Cuartana para enseñarme la maravilla de la salida del sol; un fenómeno diario pero que no había visto nunca ni sabía que existía. Maravilla para mí; para quien lo viera de siempre le parecería una tontada.

Foto: Paulino Fandos

No se puede decir que fuera pijo y me asombrara lo rural; desde niño madrugué más que los labradores, para hacer el pan, pero no salía de mi casa, y para jugar, lo más a los pajares y eras de los arrabales del pueblo. O sea; era un urbanita de pueblo. Ahora ya no hay rurales ni urbanitas de pueblo; las nuevas generaciones son de cultura urbana de ciudad, aunque viva en el pueblo.

Que el regadío de Samper esté abandonado es un drama; pero la decadencia de una sociedad de propietarios: el Sindicato de riegos, tiene la culpa. Ni los unos ni los otros; ni los blancos ni los negros; la ausencia de la ley; simplemente no ha habido orden, y cuando no hay orden ni ley, todo se viene abajo. La decadencia de otra sociedad de propietarios: la Sociedad de montes, tiene la culpa de que en el “monte común” tampoco haya regido la ley y el orden. Además, en Samper también ha faltado un sheriff que pusiera la justica consuetudinaria, o quizá no podía, aunque hubiera querido.

No soy de los que creen que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, todo lo contrario, pero me gusta rememorar el pasado; ahora bien, solo aquellas cosas que eran buena, que fueron iniciativas creativas de una gente antepasada mía, que supo, con su esfuerzo e imaginación, subsistir, crear y mantener una economía productiva con muchos menos medios de los que tenemos ahora. Sin ellos no habría habido progreso, ni estaríamos nosotros aquí viviendo mejor que vivieron ellos. Por nada del mundo me gustaría volver a los tiempos no tan lejanos (pues algunos y algunas los hemos vivido), de ir a cagar al corral con los animales o a buscar el agua a las balsas, eso cuando la había.

Foto: La Comarca


Esto no es contradictorio con que nos duela ver en ruinas a la Torre Calaveras. Si, ya sé que el ver las acequias del pueblo, ya inútiles y sin alternativa, ni buena ni mala, es todavía peor. Y ver el “monte común” y las sardas sin ley, es todavía peor. No hablo de si la alternativa de las placas y las granjas son buenas o malas; yo soy crítico, pero al mismo tiempo pragmático en esto; no veo yo iniciativas, ni alternativas mejores y sostenibles ambientalmente. Samper está muerto, sin capacidad de emprendimiento como no sea la de emigrar fuera la poca juventud que queda, y cualquier crítica tiene que tener en consideración esta realidad. Además: ¿no hemos aguantado y defendido a la central de Andorra durante muchos años, o es que nos creemos de verdad que solo contaminaba a los de Castellón?

Foto: Paulino Fandos

Descubrí la Torre Calaveras siendo ya mayor a pesar de estar cerca del pueblo, y me impactó emocionalmente; por eso verla así, es un poco como verme así yo también. Es cierto que de las fotos que pongo se puede extraer la lectura de que la antigua, representa una España de señoritas que van a hacerse la foto clasista con las criadas y criados; una foto que recuerda mucho al de la película de los “Santos inocentes”, y la de las ruinas de la torre actual significaría la ruina de aquella España de miseria y de oligarquía y caciquismo felizmente superada.


Foto: Paulino Fandos

Pero no todo era así; el monte común y los riegos eran el esfuerzo colectivo de todo el pueblo, donde el individualismo quedaba en un segundo plano. Por eso, al ver que un puñado de paisanos, amigos nuestros, con sus manos y alguna herramienta, desinteresadamente, nos han conseguido mostrar cómo era la cultura del agua y trazar unos recorridos en un monte, que quizá para algunos sean conocidos, pero para otros, urbanitas de pueblo como yo, ni se imaginaban que teníamos esos parajes en nuestro termino municipal, considero de un valor incalculable.

Y un esfuerzo impagable en estos tiempos en los que domina el individualismo más rampante.

Foto: Juanjo Vernet


3 comentarios:

  1. cuanta razón tienes Manolin

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  2. Totalmente de acuerdo, toda la razón del mundo.

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  3. Totlamente de acuerdo, toda la razón del mundo.

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