lunes, 5 de enero de 2015

Sobre caminos y raíles. Cinco estaciones de tren aragonesas podrían quedar sin personal en el plazo de un mes.


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La decadencia del ferrocarril en la España del interior.
          El ferrocarril presenta en España un aspecto contradictorio; en la periferia peninsular (cantábrico, levante y Cataluña) es un medio de transporte de pasajeros dinámico, eficaz y bien articulado. En la España interior, sin embargo, y salvo alguna excepción como la de la comunidad de Madrid, es un medio de transporte para pasajeros anticuado, en desuso y mal aprovechado. 

          La decadencia del ferrocarril como medio de trasporte de pasajeros en la mayor parte del territorio español, viene de lejos. Comenzó a finales de los años sesenta del pasado siglo cuando el gobierno del Estado consideró que este sistema de transporte ya no era estratégico para impulsar la economía y el desarrollo del País. A partir de entonces, a la empresa estatal de RENFE se la fue considerando, poco a poco, como una empresa convencional sujeta a pérdidas y ganancias y, por lo tanto, a ocupar un sitio junto a las actividades especulativas, es decir, a obtener beneficios para poder sobrevivir. Terminó así la naturaleza de regeneracionismo industrial, comercial y de obras públicas que el sistema ferroviario había tenido desde que se inauguró en el siglo XIX hasta esos años, que incluían la “Restauración Borbónica”, la Dictadura de Primo de Rivera, la II República y las primeras décadas del Franquismo. 
          Este cambio, sin embargo, no fue radical, ni tampoco surgió por que el Régimen creyera que ya se había completado el desarrollo y la modernidad peninsular; eso estaba muy lejos de conseguirse pues, en los años 60 y 70 del siglo pasado casi toda la España interior, si exceptuamos el área metropolitana de la capital de España, se encontraban subdesarrolladas. El cambió se produjo a tenor de las nuevas ideas liberales en economía que se estaban introduciendo en el capitalismo y que empezaron a aplicar en España los llamados “tecnócratas” del franquismo que habían sustituido a los falangistas. Ideas que consideraban y siguen considerando incompatibles con el desarrollo económico y social, la existencia de empresas estatales públicas para dinamizar la economía.
          El Estado se encontró en una encrucijada; por un lado tenía que mantener las líneas férreas del interior para articular el transito ferroviario entre las ciudades, pero por otro, esto no producía beneficios, sobre todo porque el transporte de mercancías se estaba derivando también hacia las carreteras siguiendo el modelo moderno de trasporte. No podía, el Estado, prescindir de la red viaria, aunque se iban abandonando las menos rentables como la de Val de Zafán y muchísimas mas a lo largo de toda España; de las que quedaban, se limitaba la circulación o se mantenían sin entusiasmo y con total desgana y semi-abandono. La consecuencia es que, si exceptuamos la Comunidad de Madrid, el Norte, Levante y Cataluña, tenemos un ferrocarril de viajeros obsoleto, poco agradable al uso de las nuevas generaciones, sin ningún atractivo para el turismo y nada adecuado para la población mayor de edad. Por supuesto la posibilidad de que se promocione la comunicación entre Zaragoza y las poblaciones mas importantes  de la Región con sus respectivos polígonos industriales o de que se reavive el transpirenaico del Canfrán, están totalmente descartadas, aunque "los amigos del ferrocarril", insisten e insisten en la reivindicación; pues no están las administraciones públicas por esas inversiones. Además las demandas y exigencias sociales van por las viales para los automóviles y camiones aunque el moderno sistema de viajeros y de mercancías por carretera sea, a largo plazo, derrochador, insostenible y anti-ecológico.
          En estas tenemos el AVE para el transporte de pasajeros, que es rentable (aunque ya se dice que tiene pérdidas), eficaz y ecológico, pero no va a paliar el desfase cada vez mayor entre el interior y la periferia peninsular, y entre Zaragoza y el resto de Aragón, pues solo está pensado para unir las grandes áreas urbanas, dirigidas a las clases medias cosmopolitas y con criterios de rentabilidad; es mas, el AVE, ha contribuido a desviar presupuestos que estaban destinados al tren convencional; así que ya podemos olvidarnos de los proyectos de cercanías regionales en nuestra comunidad y en toda la celtiberia interior, por lo que el desfase de desarrollo que existe entre la España continental con las periferias cercanas a la costa, se van a acentuar mas todavía salvo, claro está, en la comunidad de Madrid y, quizás, algunos corredores metropolitanos como el del Ebro o el del Guadalquivir, etc. (Bien es verdad que en estos también se prescinde del ferrocarril.)   
          Sin embrago, no terminará aquí el problema para los gobiernos que se turnen; acabar con la red convencional no es recomendable aunque pueda parecer paradójico, pues se necesita para dar salida a determinadas mercancías que de no ser así terminarían por sumir en el caos al irracional transporte por carretera; por si fuera poco tampoco es rentable políticamente, pues por cada abandono de estaciones o limitación de servicios aumenta, en las provincias mas deprimidas (que son casi todas las del interior) la frustración y la sensación de desprecios o de abandono por parte de las autoridades; también se generan sentimientos victimistas y movimientos ciudadanos como ya ocurre en la provincia de Teruel y en la de Soria que son solo un preludio de lo que puede venir en el futuro. 
          En consecuencia, RENFE tiene una finca a la que no quiere su amo, que es el Estado; ahora bien, no puede prescindir de ella aunque la mayoría la tenga sin cultivar o mal aprovechada. Se irá privatizando. Pero privatizando solo lo que sea rentable, porque ningún particular va a coger lo que no sea rentable, y la red viaria no rentable será cada vez mas deficitaria y cada vez mas odiada por el Estado que no sabrá (no sabe ya) como quitársela del medio, porque no va a poder. Así que tendremos (tenemos ya) un sector de la red viaria ultramoderno y otro poco y mal utilizado. El moderno y rentable lo gestionará empresarios amigos del gobierno que le toque gobernar y el deficitario ya veremos que hacemos con el, si es que hacemos algo. Como no es rentable lo no rentable, se iran quitando trenes de lineas medias y cercanías, y cerrado estaciones. 
          Asi los zonas despobladas se irán despoblando más, por que con esto de la crisis, los viales por carretera ya les está pasando lo mismo.
          No es rentable ya hacer carreteras. Ya se está aplicando los criterios de rentabilidad a la comunicaciones por carretera, algo que nadie creíamos que se fuera a hacer pues se decia que con los impuestos y la venta de vehiculos se creaban y se mantenían las carreteras. Eso será en las provincias costeras, Madrid y las áreas metropolitanas. Lo demás no existe.

Del mapa de España hay que quitar casi todas las comarcas de las provincias mas claras y  algunas de las roja y granas; pronto en la mayoría ya no vivirá nadie mas que en algun núcleo urbano disperso. El modelo de desarrolo (bueno, no hay modelo de desarrollo), es la concentración urbana, y los viales, por ferrocarril y carretera, solo estará pensado para unirlos esos núcleos, no para desarrollar el desierto. Eso no es rentable.
 


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