Tengo la suerte de no tener el colesterol alto a pesar de tener obesidad, comer grasas y beber vino. Tampoco sufro de diabetes, aunque aquí sí que me cuido; hace muchos años que restrinjo los hidratos de carbono, especialmente los azucares por varias causas; dicen que es hereditario y en la familia mía paterna es habitual este síndrome (no siempre enfermedad), no así de la materna.
Como digo, no tengo colesterol, pero como soy un hombre con opinión y
para eso hay que estar bien informado, acudo a Internet, YouTube,
algunas revistas de estas de salud, naturalismo y la prensa amarilla que los
fines de semana publica los periódicos serios sobre lo que se debe de comer o
evitar comer; hay que informarse, sea de una enfermedad o de una duda sobre
futbol, finanzas o política. Pues bien, sobre la salud hay una opinión estándar
y oficial que es la de la Organización Mundial de la Salud, pero en esta casi
nadie cree. Según dicen está sobornada por las multinacionales farmacéuticas
para que receten sus productos.
Aunque yo me pregunto: ¿Todas venden lo mismo? ¿No compiten entre ella?
Tampoco se cree la ciudadanía informada lo que publican las diferentes universidades públicas
del mundo mundial, así como diferentes estados que componen la UE, EE. UU.
Canadá, Japón o los emergentes como China, India, Corea del Sur, Indonesia o
Malasia, Todas coinciden con la OMS casi al 100%. Y siguen sus protocolos, que
ya es difícil en un mundo polarizado interculturalmente o en tantas cosas como
la política, la religión, los nacionalismos y los intereses económicos.
Desde el punto de vista de los protocolos sanitarios discrepan poco y no
creo yo que todos ellos estén corrompidos por las multinacionales farmacéuticas.
Es cierto que estas van a lo suyo y también que sobornan en la medida que
pueden a médicos e investigadores, pero no creo que sean tan eficaces a la hora
de imponer sus criterios a todo el planeta, a todas las naciones y a todos los
bloques o imperios económicos; el Noroccidental, con Japón, Australia, Nueva
Zelanda, Israel, etc.; el Ruso-Chino, con Irán y algunas antiguas repúblicas de
la URSS. Los árabes Yihadistas de Oriente Medio, engañosos amigos de Occidente;
los países emergentes de América latina capitaneados por Brasil y Méjico, todavia
muy divididos pero que se irán juntando y ganando autonomía frente al Norte Occidental,
y alguno que hay más por ahí, como India, Malasia, Indonesia, Corea del Sur, Vietnam,
China nacionalista, Filipinas… Potencias cada vez más desarrolladas y autónomas.
Hablar de un orden mundial, es hoy una quimera, como estamos viendo en
las relaciones internacionales, pero los estados, en contra de lo que se dice,
siguen teniendo “la sartén por el mango” si quieren utilizar su poder,
como hacen las nuevas potencias emergentes, sobre todo de Asia. Pues bien,
todas dicen que el colesterol es malo y que las vacunas curan ¿No es mucha
coincidencia que concuerde con las multinacionales algunas de las cuales son
los estados quienes son los mayores accionistas, bien sean indirectamente como los de Occidente o directamente como China? No se llevan la contraria en esto a pesar
de que tienen intereses contrapuestos y, a veces, antagónicos.
Pero la pregunta que me hago yo es: ¿Por que, si como huevos fritos de
Lagunas con papada, chorizo, longaniza, jamón de Teruel o queso de Samper, no
tengo colesterol a mis 73 años? ¿Cómo es me libre de un fuerte derrame cerebral
hace ya 20 años y no me ha pasado nada en estos últimos años a pesar de tener
atrofiada una válvula en el tozuelo? ¿Será que pertenezco a la alta hermandad de
masones, judíos y comunistas, de que ya hablaba Franco, y en la que hoy sabemos
que también están los jesuitas y el actual Papa? Podría ser porque con alguna categoría de esta si tengo relaciones.
Creo que mi estado placido y sano se debe a mi devoción por Santa Quiteria que quita la rabia. Pero es una duda que me trae por la calle de la amargura. Nunca sabe uno si está redimido en su beatitud o tiene un pacto con el demonio. Este año se lo volveré a preguntar.
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