martes, 20 de noviembre de 2018

Comentario. La despoblación de la Celtiberia.


La despoblación de las áreas rurales es un fenómeno de la Edad contemporánea, sobre todo del periodo de la industrialización y apareció en todos los países en los que se dio este desarrollo en el siglo pasado. Actualmente lo está siendo en los países en vía de desarrollo, incluso, de manera más brutal y acelerado de lo que se dio anteriormente.

Los llamados países socialistas como la URSS tampoco supieron escapar de este modelo de desarrollismo salvaje; al fin y al cabo, era y sigue siendo, el modelo hegemónico por el que se rige la economía en todo el mundo y es muy difícil disociarse de él como no sea en países muy pequeños, sin relevancia en la economía mundial (o en “paraísos fiscales).


En España hubo planificación económica durante el franquismo, pero en dos décadas, de los años 1950 al 70, la población rural emigró en masa a las grandes ciudades.
Naturalmente la planificación podría haberlo evitado, pero la dinámica del sistema era llevar las industrias allí donde operaba la banca y donde estaba la burguesía urbana en su mayoría. También lo menos costoso era privilegiar y centralizar las infraestructuras en pocos puntos. Zaragoza fue favorecida al ser una de las grandes ciudades del interior y nudo de comunicaciones, allí se llevó un plan ambicioso de desarrollo, pero el resto de la región quedó abandonado a su suerte. Solo la provincia de Huesca, que tenía algunas localidades industrializadas, emprendedoras y algunas comarcas muy favorecidas con los canales de riego, se libraron del desastre (no la provincia en su conjunto).
Se dirá, por lo tanto, que es una cuestión de dinero y mercado libre, de emprendimiento y no de planificación, pero los ejemplos de Zaragoza y, sobre todo de Madrid, demuestran que es un problema especialmente de planificación de la economía a través del Estado. Madrid está en medio de la meseta decadente Ibérica, y es una comunidad super desarrollada y poblada porque todas las políticas gubernamentales han favorecido a la capital y actualmente a la Comunidad regional madrileña, incluso de antes de la industrialización; ya con los “Austrias” y los “Borbones”.
Otra cuestión importante son las infraestructuras y las comunicaciones; cuando los “tecnócratas” del franquismo decidieron que el ferrocarril tenía que ser rentable sentenciaron definitivamente a la España del interior como perdedora. El ferrocarril y las comunicaciones no pueden ser rentable, al igual que la enseñanza, la sanidad, la investigación y las políticas sociales; son inversiones a futuro y eso solo lo han hecho y lo pueden hacer los Estados con su burocracia y sus trabajadores, que son necesarios.
La alienación y enajenación más grande que nos pueden hacer a los ciudadanos y ciudadanas actuales es la de que nos están convenciendo que los políticos y los funcionarios son una carga que habría que eliminar; no, lo que hay que eliminar son los malos políticos y funcionarios corruptos. Cuestión nada fácil en una democracia, donde reina la subjetividad, y la demagogia es consustancial al sistema democrático, pues siempre creemos que los malos son los contrarios a nuestras ideas. Así que tenemos que aguantar o tolerar también a supuestos malos políticos o funcionarios. Lo peor que nos puede pasar es acabar con la “Función Pública”, que es lo que hizo grande a la Europa desarrollada, al Japón o, ahora, a ese coloso de la economía emergente que es China. También el aumento de los trabajadores y trabajadoras públicos estuvo unido al inacabado y ahora frenado desarrollo del “Estado del bienestar” que se dio en las primeras décadas del denostado Régimen del 78. Se quiere acabar también con los trabajadores públicos (funcionarios o no), porque va todo en el mismo paquete para hacer llevar a la economía a los tiempos de los antiguos señoritos que acudían a la plaza por la mañana a contratar jornaleros. Entonces apenas había trabajadores públicos, pero la mayoría de la población vivía en la miseria o en el subdesarrollo de la economía.
Por eso soy pesimista en relación a los planes para combatir la despoblación; mientras permanezca el neoliberalismo dominante, en donde los que tienen el dinero se sustraen a la autoridad del Estado (y no solo con triquiñuelas picarescas o por la complicidad, tolerancia o corrupción de las autoridades y altos funcionarios), sino por unas leyes hechas para ellos que discriminan a la pequeña empresa, a los autónomos y trabajadores por cuenta ajena, no hay nada que hacer, ni con la despoblación ni con las pensiones, ni con el deterioro de la Sanidad, ni con nada.
Lo fácil es cortar la financiación a lo que no es rentable a corto plazo, resignarse a los recortes, a que los servicios sean malos, que no son viables, precarizarlos o eliminarlos.
Si se hubiera actuado así siempre, ni se habrían construido los hospitales que tenemos, ni se habían puesto en marcha el sistema de pensiones, ni construidos colegios en miles de pueblos (que hace menos  de 150 años no existían), ni el telégrafo, ni el teléfono, ni el ferrocarril, ni las estafetas de correos, ni los regadíos, ni las aguas potables a nuestro pueblo y comarca que nos salieron muy baratas. Nada de eso era rentable para los ricos. Pero se hizo. Y no hace falta ser socialista, bastaba con ser liberal demócrata como lo era Joaquín Costa y los regeneracionistas del siglo XIX. O incluso socialcristiano o conservador regeneracionista como Primo de Rivera. Franco también lo hizo al menos al principio del fomento industrial de su Régimen porque en el mundo desarrollado de su época lo que funcionaba era la socialdemocracia, las democracias populares socialistas del Este y el liberalismo demócrata keynesiano en EE.UU. Existía el Estado.  Donde no hay Estado (y el modelo capitalista neoliberal está acabando con e)l, hay cada vez más subdesarrollo, corrupción y miseria.
Algunos datos:
El territorio español es un 90% rural.
En 336 municipios según el padrón no hay población menor de 15 años.
El 80% de la población española vivía hace un siglo en los pueblos o ciudades pequeñas. Actualmente es al revés.
La falta de acceso al transporte, la sanidad y la educación son algunas de las causas de la despoblación y no solamente la falta de trabajo.
Existen zonas en España como la denominada “Laponia Española” o Celtiberia (por rodear la Serranía Celtibérica), que se contabilizan solo de 2 a 8 habitantes por Km. cuadrado.
En la mitad del territorio español solo vive el 5% de sus habitantes


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