Me voy por amor, parece decir Sánchez; bueno, lo dice por carta a la ciudadanía sin explicitarlo, pero insinuándolo, y dejándonos a quienes le amamos y a quienes le odiamos, un poco perplejos. Ya veremos que dice el lunes, día 29 de abril de 2024, después de reflexionar.
Sánchez es el presidente del Gobierno más ferozmente atacado de la joven
democracia española. Se le atacó a Suarez, dentro de la normalidad (aunque lo
defenestraron los suyos una vez que les fue útil), se le atacó a Felipe por su corrupto
felipismo y a Aznar por su conversión, desde sus simpatías a Azaña y a
la democracia regeneracionista, al neocón y al impúdico calvinismo
protestante. A Zapatero se le atacó mucho, pero también dentro de cierta
normalidad al igual que a Rajoy porque eran blandengues y maricomplejines
para los suyos y para sus oponentes. Pero Sánchez es el presidente de gobierno
de nuestra joven, incompleta y mediocre democracia que más ha sido agredido por
la oposición.
No digo yo que algunas decisiones no hayan sido malas o cuestionables,
pero en conjunto, no es peor que el resto de sus antecesores. Desde mi modesta
opinión bastante mejor que la media. Moralmente todos los políticos se dejan “muchos
pelos en la gatera”, pero no es un criminal, como se le acusa, y sobre la corrupción
todos están, como un rey, irresponsables ante la Ley. Mas de un expresidente de
la Nación o de una comunidad autonómica, deberían estar en la cárcel, no por
mentirosos solo, si no por decisiones propias de delitos mayores en el uso de
sus responsabilidades. Y ahí están, codeándose con la alta sociedad y bendecidos por los medios de comunicación y los poderes fácticos económicos.
Como la mayoría (de la derecha también), no es un utópico, tampoco un
dogmático; es maquiavélico como todos los políticos modernos y eficaces. Algunos
dirán que es mentiroso o que cambia de opinión. Que lo comparen con antecesores
suyos, de centro, derecha o izquierda y verán lo que duraron quienes no eran
mentirosos o cambiantes de opinión, quienes no justificaron los medios a
utilizar, aunque fueran incoherentes con su fe manifiesta, a favor de un
supuesto bien superior.
Pero Sánchez no da puntada sin hilo; no me creo yo que esté “quemado”.
Agotado quizá sí, porque hace falta ser frio para aguantar lo que aguanta el,
que es muy frio o lo parece.
Como todos sus órdagos le han salido bien, quizá este sea un nuevo órdago
ante el envite de la oposición y de la banca del casino. Ya veremos qué pasa.
Los juegos nunca se ganan todos. O quizá es un romántico y está
enamorado de verdad.
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