La verdad contra Alex Jones, un documental dirigido
por un tal Dan Reed, estrenado recientemente, retrata el proceso legal de los
padres de los niños asesinados contra este conocido individuo, uno de los
mayores difusores de bulos y chifladuras paranoicas del mundo. Jones se dedicó
a promover la idea de que la matanza no había ocurrido y que todo era un
montaje para prohibir las armas. Los padres y las madres de las víctimas, a
quienes acusaba de ser actores, sufrieron una terrible campaña de acoso a
partir de las reiteradas burlas y teorías disparatadas sobre el suceso que este
propagandista del odio les dedicaba en su canal de televisión por internet.
Jones lleva décadas actuando ante las cámaras, creando su personaje, como tantos otros charlatanes y vendedores de crecepelo que
se popularizaron en las radios y en las televisiones digitales, y para quienes
internet fue mucho más que una bendición.
Se presenta a sí mismo como un rebelde alternativo al sistema, alguien
al margen del poder, que duda de las verdades oficiales y hace pensar a la
ciudadanía ofreciendo “verdades alternativas”. Él dice la verdad frente
al complot de unas élites por ocultarla, mientras pide el voto para Donald
Trump y te vende el bálsamo de Fierabrás.
Jones no es un personaje excepcional. Hay muchos como él, también en
España, que se aprovechan de aquellos que necesitan sentirse especiales y se
aferran a cualquier “vendedor de motos” que les seduzca con su verborrea. Así
funcionan también las sectas, los fanatismos y, en este caso, los “conspiranoicos”,
un sector que desde la pandemia del COVID-19 no han dejado de aumentar. En
el caso de Jones, y en el de muchos otros personajes, es su maldad y su falta de escrúpulos lo que atrae a gente ansiosa que necesita una
excusa, un líder que avale su maldad y no solo entienda, sino que fomente su
odio sin tener en cuenta sus consecuencias. Y es también esta miseria moral,
usando el asesinato de varios niños norteamericanos para lucrarse, lo que ha
provocado que alguien le dedique, por fin, un documental exponiendo la basura
de la persona que es.
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