martes, 19 de noviembre de 2019

Ocio y folklore. Almuerzo jotero en Azaila.


Un nuevo Almuerzo Jotero, esta vez en Azaila, pueblo del Bajo Martin, nos hemos dado cita en un día de auténtico otoño.

Era la primera vez que se hacía en esta localidad. Hasta 10 tañedores, y cantadores y acompañantes y de 8 localidades diferentes, un total de más 25 asistentes y varios espectadores clientes del bar multiservicios que regenta y administra Conchi.

Hemos disfrutado como suele ser habitual cada vez que nos juntamos.
En el momento de pagar y decidir a donde la próxima hemos de ir, y ha quedado explicito y escuchado que hemos de repetir.
Además de dar la fecha para el próximo y último antes de fin de año, será en VINACEITE, EL DOMINGO DÍA UNO DEL MES DE DICIEMBRE.
Abrazos en la despedida y deseos de vernos ésta próxima vez.
Autor: Emilio Abadía Jariod


Ya no existe la distancia
por qué hablamos cada día,
sí me faltan tus llamadas
de pena me moriría.
Esti. Carcelera

Mejor cantar que llorar
aunque sea despacico,
y en lo tocante a los celos
más vale pobre que rico.
Est,: En Zaragoza un cañón

La historia así lo demuestra
Azaila tiene un pasado,
es encuentro de culturas;
cuantas cosas han pasado.
Est.: Sin la cabecica ata.


Azaila cuanto te añoro ¡Ay!
porque no estoy cuando quiero,
el corazón me palpita ¡Ay!
cuando estoy dentro mi pueblo.
(Cándido Solsona)






Embalse de Mequinenza
Que en febrero estaba lleno,
Te desaguaron en marzo
Y no habrá agua hasta el invierno.
(José Gargallo)

Di un besico al “Aguas Vivas”
pero al Ebro no llegó,
porque llegando a Belchite
El río se secó.
(José Gargallo)





En todo el ró Martín
Ya corre de boca en boca;
Que bien que sabe un almuerzo
Si se acompaña con jota.
(Emilio Abadía)







DATOS SOBRE LA LOCALIDAD
En el Cabezo de Alcalá de Azaila se superponen tres ciudades de tres etapas distintas, la primera desde el siglo VII a.C. destruida en la segunda guerra púnica. La segunda se levantó directamente sobre las cenizas de la anterior y responde al momento de la iberización. Esta ciudad II estuvo dotada de la actual línea superior de murallas, realizadas con paramentos simples aplicados contra el talud natural del terreno. El nombre que recibió la ciudad II fue el de Beligio, que no aparece mencionado en las fuentes escritas, y que acuñó moneda de plata y bronce. Intervino en las guerras civiles entre Sertorio y Pompeyo, y sufrió una violenta destrucción entre los años 76-72 a.C.


 La ciudad III se levantó inmediatamente sobre las ruinas y restos de la anterior, aprovechando sus materiales y siguiendo el trazado urbano original. Por ser la última etapa de ocupación (la que ahora se ve en superficie), es la fase que más datos ha dado. Los materiales de construcción son el adobe para crecer las paredes y la piedra caliza para el basamento. La arquitectura militar está presente en los anillos amurallados, comunicados por escaleras. El lado este se protegió mediante foso con puente levadizo y en la parte más alta se construyeron dos torres cuadradas y gemelas.
Se ha identificado un templito al final de la calle principal de acceso, con dos columnas in antis, cella y al fondo un alto pódium con el frontal en piedra arenisca. Al fondo se alzó un importante grupo escultórico en bronce, que representa al jefe local Quinto Iunio Hispano en actitud de ofrendar un caballo a Juno, patrona de la caballería.
El cálculo de habitantes, realizado sobre las estructuras descubiertas, proporciona un total de quinientas almas para la población de la acrópolis y un centenar, flotante, por los alrededores. Se destruyó la ciudad III tras la batalla de Ilerda, en el año 49 a.C., dispersándose sus habitantes por el territorio.
De época musulmana hay poca constancia, salvo el hecho de que su topónimo es de origen árabe, que significa “la plana”. En los textos medievales se la citaba como Zaylla. ​Tras la ocupación aragonesa el rey Pedro II dio en el año 1196 la villa a Gastón de Castellote pasando más tarde a sus herederos y perteneciendo a esta familia hasta el año 1283.



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