miércoles, 13 de mayo de 2020

ArtiCulo: La economía sumergida en los pantanos de arenas movedizas.



      La economía sumergida alcanza en España niveles estratosféricos (20% antes de la actual crisis del coronavirus), según se desprende de trabajos de prestigiosas universidades europeas. Yo, que soy escéptico, no termino de entender el que se pueda medir con objetividad esto de la economía sumergida, pero parece que hay buzos que se sumergen en las aguas turbulentas donde se encuentra la economía sumergida y toman los datos, y lo alcahuetean, nada menos que a la prensa seria. (Por cierto, Suiza, que es rica gracias a la economía sumergida de otros países, pues es un paraíso fiscal, presume de tener muy poca economía sumergida).

     Así sabemos, según estos informes, que con la economía sumergida que hay en España se podrían evitar los “recortes” en sanidad, educación, etc.
     También nos dicen que somos el país de Europa donde menos conciencia tributaria tenemos, aunque me cuesta creer que tenemos menos que en Italia, Grecia o el resto de Europa, pues somos de la misma estirpe y cultura. Hoy día no somos diferentes de los demás países de Europa salvo en idioma y cuatro tontadas de las idiosincrasias regionales.
     Del estudio de las encuestas lo que se desprende, sin embargo, es que los españoles no somos giripollas y que si pagamos impuestos es porque no nos queda más remedio; los que no se pueden escapar de pagar, vamos.
     Los que se escapan de pagar, por lo menos, tienen la conciencia tranquila de pensar que están con los privilegiados del sistema; esos que tienen su ingeniera contable, buenos abogados tramposos que se llevan el capital a paraísos fiscales (Como la formal Suiza o esa nación que se llama Gibraltar).
     Los que no pueden escaparse de pagar, pobres, en el fondo son unos explotados; por ejemplo, en Aragón se recaudaron 15 millones de euros más gracias a la subida, hace unos años, del impuesto de lujo que ahora llaman IVA. Los autónomos o pequeños empresarios que no pueden absorber el IVA, son los paganos, aunque harán todo lo posible por “apuntarse” a la economía sumergida; si pueden (“Porque yo no soy tonto”, que dice la publicidad moderna y consumista) para subsistir o para no ser los paganos.
     También los consumidores con poco o medio nivel adquisitivo; los que cobran su nómina o su pensión, o tienen sus pocos ahorros registrados como dios manda, esos también son paganos; pecheros, que llamaban antiguamente a los que pagaban la contribución. Solían ser los villanos o “pueblo llano”; los ricos tenían el privilegio de no pagar salvo cuando, por causa de las guerras o los malos reyes, no les quedaba otro remedio que pagar también.
     Ahora, con la monarquía bananera que tenemos, nadie quiere pagar la contribución; solo pagan los tontos, o los que no pueden zafarse de tributar a la Hacienda Pública.
     No es que no haya conciencia tributaria de la ciudadanía; lo que pasa es que la Administración del Estado no sabe, no puede o no quiere hacer cumplir su propia ley, con equidad; no tienen autoridad para crear disciplina y solidaridad en el contribuyente. Le hemos perdido el respeto a “Hacienda”, porque no se lo merecen. Ese es su problema, y el de todos, porque si no se pagan impuestos no salimos de la crisis, ni podremos mantener las pensiones, la educación, las infraestructuras o la sanidad. Las empresas públicas, mixtas o concertadas, tampoco.
     Pero existe el convencimiento, cada vez más arraigado en la población, que si pagamos impuestos tampoco salimos porque los grandes contribuyentes se escaquean con ingenierías financieras o evadiendo capitales. Además, aflora cada vez más la corrupción, a la que antes, cuando no había crisis, se le daba poca importancia. La opción pues, para el ciudadano demócrata, está clara: pagar impuestos es de tontos, explotados o serviles. La población no democrática ya tenía esa convicción.

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