sábado, 16 de mayo de 2020

Historia y cultura. La cultura del agua en samper de calanda desde 1950 hasta la llegada del agua corriente a las viviendas (I)


AUTOR: Miguel Abós Bes

                                                                                                                                 
            Colaboradores:
                                                                                                           Ramón Insa Fandos
                             Luis Laín Nicolau

Serie de 9 capítulos que iremos introduciendo en dos entregas más.

1.- INTRODUCCION

·         El agua es la fuente de la vida.
·         El agua es un bien escaso.
·         El agua es un recurso imprescindible.
·         Menos del tres por ciento del agua del planeta es dulce y la gran mayoría de ésta se encuentra en los casquetes polares y en acuíferos subterráneos.
·         El agua es una sustancia que no se puede elaborar de forma artificial.

            Según el Instituto Nacional de Estadística, “en el año 2016, el consumo medio de agua de los hogares fue de 136 litros por habitante y día en 2016, lo que supuso un aumento del 3,0% respecto a los 132 litros registrados en 2014
            Si tenemos en cuenta estos datos, es lógico que hagamos caso a los consejos que recibimos por prensa radio y televisión, siendo nosotros, a nivel de nuestros hogares, los que podemos colaborar con buenas prácticas ambientales en el uso racional del agua, algunas de las cuales paso a enumerar:
  Cuando te laves los dientes, utiliza un vaso. No dejes el grifo abierto.
  Llena moderadamente el lavabo para lavarte la cara, las manos o afeitarte.
  Pon la lavadora o el lavavajillas cuando estén realmente llenos.
  No fregar con el grifo abierto. Utiliza una pila para enjabonar y otra para aclarar, o un barreño en caso de tener solamente una pila.
  Instala una cisterna de doble pulsador en el WC.
  Dúchate en vez de bañarte y cierra el grifo mientras te enjabonas.
Esta sencilla frase “no dejes correr el agua” resume la medida más práctica y efectiva.
            A base de oír estas frases y recomendaciones como las que acabo de citar, creo que vamos tomando conciencia, pero ¿nuestros comportamientos y nuestros hábitos van cambiando? Nos inculcan en distintas campañas regionales, nacionales e internacionales que no hay que despilfarrar el agua; las advertencias que se nos dan son claras, lógicas, certeras, pero… “los del SECANO”, los del medio rural, aquellos que ya sobrepasamos los 60 años, volvemos la cabeza y recordamos nuestros años de niñez, de adolescencia y de juventud, pensamos y decimos: ¡nosotros ya hemos conocido lo que es la escasez de agua! no podíamos malgastar el agua porque... ¡no la teníamos!
            Ahora que recordamos mejor lo pasado que lo presente, rememoramos aquellas épocas, en que día tras día, el uso de ese bien tan preciado como es el agua, nos hacía valorar su enorme importancia. Pero cuando queremos contar a nuestros hijos o a nuestros nietos lo que era el ahorro del agua, en seguida nos sueltan: ¡Otra batallita!
            Este puede ser un buen momento para transmitir algunas de nuestras vivencias en aquellos duros años de la posguerra española, escaseaban tantas y tantas cosas, se racionaban otras, pero siempre y de manera prioritaria, era el agua el gran problema.
            En nuestras casas y, sobre todo, en verano los padres, los abuelos todos estaban pendientes del consumo del preciado elemento y ...había que beber, había que lavar, había que fregar, había que cuidar a los animales, etc.., por eso siempre se estaba mirando al cielo, siempre esperando las nubes. No había telediarios ni hombres del tiempo, por no haber no había ni aparatos de radio, nadie nos anunciaba la llegada de un frente de lluvias ni de borrascas. Se hacían rogativas para que descargaran las nubes el agua milagrosa que hicieran fructificar los campos. Y sólo cuando ya estaba la mies en la era o cuando se ansiaba el aire para aventar, el agua no era bienvenida.
            Las tormentas en verano eran ¡tormentas de verdad!. Cuando se ponía el cielo muy oscuro por el “Montecico”, al poco tiempo, empezaban los truenos, los relámpagos e, incluso los rayos. Si jarreaba con intensidad, ya se movilizaba toda la familia. En todas las casas, principalmente las mujeres, tanto las abuelas como las mozas, se cubrían la cabeza con un delantal o con un mantón, y corriendo, corriendo a recoger con baldes y “galletas”, el agua que brotaba de las canales; mientras, los labradores, el padre con sus mozo o mozos, ya estaban enganchando las mulas a los carros y con las cubas a buscar el agua para beber. ¡Había que llenar las tinajas!
            Todas mis experiencias y, también los testimonios que me han brindado unos buenos amigos, tomando la fresca por las mañanas a la sombra del Olmo de Santa Quiteria, me han permitido elaborar este informe que tiene como objetivo la conservación y el recuerdo de aquello que parece tan remoto. Mi pretensión es que este “documento” permanezca en los Archivos municipales, en las Bibliotecas tanto del Colegio como la Municipal, en el hogar del Jubilado, etc.

Cuatro mojones en el Rincón cerrado
Pajón en Val de la Reina
Fuente de Santa Quiteria
L´airica

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