Debajo de mi casa en Zaragoza hay cinco bares, en la mayoría retrasmitían por la televisión el partido entre la selección nacional contra Inglaterra. Yo lo veía tranquilamente solo, desde mi casa, pero, aunque no lo hubiera visto hubiera sido igual; cuando metían los goles la selección española retumbaba todo el bloque de pisos que parecía un terremoto.
Me asome y docenas de jóvenes con la camiseta de la selección cantaban canticos patriótico deportivos; por cierto, cantaban muy mal. La gente joven canta cada vez peor, con voz tenebrosa y desentonada; un horror. Deberían enseñar a cantar en la escuela primaria, además de música también. Antiguamente, aunque la gente era analfabeta o poco letrada sabía cantar bien, quizá porque aprendía en las iglesias. Los mejores cantadores y cantadoras de jota eran los que habían aprendido en los coros de la Iglesia en sus pueblos o en las parroquias de los barrios de las ciudades. Dicen que mi abuelo paterno cantaba muy bien la jota porque cantaba en el coro de la iglesia.
La escuela de jota
aragonesa por la que apostaron los maestros clásicos de la jota aragonesa era
esta, del cante llano, en contra de los coros estudiantiles y universitarios
que eran de tipo lírico o de zarzuela, y también en contra al de las jotas de
la ribera inspirado en el cante coral norteño.
Ahora no sabría como
catalogar al canto de las nuevas generaciones; me horroriza cuando cantan los
jóvenes ahora; parece que han resucitado los “muertos vivientes”, como
en esas películas de terror.
En todo caso, me
impresiona la politización del futbol; siempre lo ha sido, pero cada vez más,
especialmente por los sentimientos nacionalistas de uno u otro signo. Aunque no
solo. Parece que con los triunfos de la selección española se fortalece el nacionalismo
españolista; también el afecto a la monarquía, por lo que los nacionalistas no
españolistas, están algo perplejos; el alcalde de Pamplona (de Bildu), ha dicho
que esta no es su selección. Rufián dice, sin embargo” que: “la selección española es internacionalista,
formada por vascos y catalanes, de los que se aprovecha España (España
nos roba jugadores, viene a decir).
Mucha gente que no
entiende de futbol, y en realidad, le importa un carajo sus reglas y la belleza
de este deporte, sale a la calle como excitada a celebrar los triunfos de la
selección española; yo que soy algo aguafiestas me pregunto ¿Por qué? ¿Si
hubiera ganado Inglaterra jugando muy buen futbol, lo habrían celebrado
también? Por supuesto que no, lo que significa que el futbol mueve muchos otros
sentimientos que no son deportivos. No digo que malos, pero otros, a veces
contradictorios según la ideología de quienes lo disfrutan, o sea, que todo es
política; como todo, y el deporte está en la superficie, pero, en realidad es
un envoltorio; el deporte está en un segundo plano.
La extrema derecha
también está un poco perpleja porque parecería que el antirracismo también se
ha fortalecido en España, precisamente en un momento que este sector político
apuesta decididamente por optar contra el multiculturalismo y la inmigración.
Illa, el supuesto
futuro presidente de Cataluña dice que “cada gol que mete la selección
española es un gol que le meten a la derecha”. Yo tengo ha este hombre por
una persona inteligente y sensata, no entiendo que pueda decir semejante disparate.
Algún jugador
aprovecha sus goles para reivindicar su condición de baja extracción social del
barrio al que pertenece; es lo mejor que he visto dentro de esta sarta de
idioteces politiqueras a la que estamos asistiendo. Otros aprovechan para no
saludar al presidente del gobierno de la nación o hacerle un feo protocolario
(normal son de Vox y Sánchez es un dictador que ha ocupado la Moncloa con un
golpe de estado y un criminal que quiere romper la selección española y la liga
nacional ¿Qué pintaba ahí pues?).
Muchos, sobre todo
periodistas y medios de comunicación han mostrado hasta la náusea su peloteo cortesano
y servil a la Corona y la Casa Real que, también como sabemos, son un ejemplo
de santa moralidad. (Por si hay alguna
duda yo creo que el presidente del gobierno y el Rey son legítimos
representantes de la nación, a pesar de mis veleidades republicanas y mi repulsión
tradicional a la socialdemocracia.)
No comparto la idea,
que también circula por las redes, que estos chicos de la selección española de
futbol representan a la España multirracial y plural: nada que ver con los
hijos de segunda generación, sobre todo de origen africano que ocupan la clase
y las castas más bajas y vulnerables de la sociedad española y lo va a seguir
ocupando. Estos chicos de la selección futbolera ganan cientos de miles de
euros, muy por encima de lo que ganan las clases medias mas altas de la
sociedad, muy por encima de otros deportistas de elite con igual mérito pero
que no aparecen por los medios o de jóvenes emprendedores he investigadores que
tampoco aparecen. Es así, la mayoría se volverán, si no lo son ya, niños
engreídos, soberbios, maleducados, impresentables pero puestos como ejemplo
para la juventud.
Sigo la Vuelta
ciclista a Francia donde unos ciclistas extranjeros están haciendo un
extraordinario Tour, pero desde que los ciclistas españoles no ganan ni una pobre
meta volante ya nadie los sigue en este país, más que cuatro aficionados
irreductibles del ciclismo.
Dicen que cuando
salió la selección española al campo, los aficionados franceses y alemanes
empezaron a bramar insultos fuertes contra los españoles llamándoles de todo
menos bonito ¿Eso a que viene? Yo deje de ir a ver al Real Zaragoza a la
Romareda cuando vi que grupos de jóvenes (donde por cierto había muchas chicas),
insultaban excitados y convulsivos a los del otro equipo, sobre todo si eran
catalanes, pero también a los del Madrid e, incluso, a los del Huesca que les
llamaban barriobajeros, fatos y otras lindezas; que me perdonen, pero eso ni es
futbol, ni deporte ni nada que se le parezca; es la barbarie de gente inculta,
poco civilizada y mal educada.
Mucha de la afición
española en el campo respondía a los impresentables aficionados ingleses (que
se mean borrachos por las calles públicamente cuando vienen a España), con: “Gibraltar español” pero
eso está bien en una manifestación convocada para eso, para ver a cuanta gente
convocan para esa reivindicación, porque todos esos energúmenos y energúmenas
que politizan el deporte de manera sectaria, dogmática y fuera de contexto,
aprovechando que salen en la televisión, están implicando a una mayoría que
igual no opinamos lo mismo, pero somos educados o vamos a ver futbol no a una
manifestación reivindicativa para que nos devuelvan Gibraltar (que, por cierto,
nos meterían en el mismo lote a Ceuta y Melilla, y ya sabemos lo débiles que
somos (el PP. el PSOE o el Rey) con Marruecos al que apoya EEUU y la OTAN).
Bueno, digo todo esto no porque está cabreado si no por ser fiel a lo que digo (no a lo que hago y, a lo mejor a lo que pienso); yo soy voluble, cínico e incoherente también (lo reconozco) y me baje al final del partido a la calle a celebrar el triunfo de la selección española de futbol que era como un triunfo de los españoles, eso sí; con vascos y catalanes negros que no tienen ni un solo gen o apellidos vascos o catalanes ni aragoneses como los que buscaba Esteso, ni de hidalgos castellanos ni nada. O, como he oído decir a algunos de Vox ¿Pero que selección española es esta?
Y es que todos las
ideologías y valores se están volviendo muy líquidos y relativos en estos
tiempos como para tomarnos todo esto en serio. La mayoría de la gente no se lo
toma en serio, y hace bien. Las elites partidistas y sus apasionados seguidores
si, y creen que las masas populares se lo toman en serio. La mayoría no. Nunca
ha ida más gente a las procesiones religiosa como ahora y nunca hubo tantos agnósticos,
ateos y pecadores de la pradera como ahora. Cuando voten, votarán cada uno/a lo
que les pase por la entre pierna, y no nos va a gustar si no coincide con
nuestras preferencias. Que ya lo decía mi abuela, "somos más raros que la calentura".
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