sábado, 6 de julio de 2024

Historia y cultura. Las diferentes y contrapuestas escuelas liberales

 Nuevos liberales

Ahora están saliendo muchos nuevos modelos de liberales y anarquistas o libertarios; concretamente el calificativo “liberal” es el más acuñado, un calificativo que, si lo oyeran los antiguos liberales aplicados a corrientes de la extrema derecha reaccionaria, se escandalizarían.

En España el termino liberal se aplicó a aquellas corrientes sociales y políticas salidas de la Guerra de la Independencia contra los franceses que quisieron aprovechar esa coyuntura para derogar el “Antiguo Régimen”. Allí coincidieron ilustrados burgueses e, incluso, algún aristócrata leído, con el incipiente proletariado y clases medias urbanas que se enfrentaron a la reacción de los partidarios del absolutismo, los levantiscos carlistas y los trabucaires o sayones ultramontanos.

No tardaron, los liberales, a escindirse en dos partidos: el partido moderado o liberal-conservador que durante el siglo XIX y parte del XX, siempre estuvieron divididos en dos facciones; la de los partidarios de la escuela anglosajona, parecidos a los neoliberales modernos y los de la escuela germana conservadora con su mezcla con los católicos sociales y agrarios, que evolucionarían hacia la democracia cristiana. El otro partido sería el “Partido Progresista”; representante de las nuevas clases medias urbanas (proletariado y pequeña burguesía), un partido, también llamado a veces radical o radical progresista; populista, anticlerical, anti catalanista y, con frecuencia, muy demagogo.

De entre los progresistas, defraudados por el partido progresista, surgirían los demócratas federales de don Pi i Margall (los republicanos), aunque también surgiría pronto una facción unitaria (centralista), dirigida por don Emilio Castelar (que terminaría siendo liberal-conservador al final de sus años). El partido demócrata pariría en su seno a corrientes sociales, culturales y económicas como los regeneracionismos cultural y político; la Institución Libre de enseñanza, el krausismo y las tendencias modernizadoras y europeístas. Tambien tuvo, durante un breve periodo de tiempo su facción “intransigente”, durante la I República. Los intransigentes federales o confederales (llamados también cantonalistas), fueron los verdaderos liberales jacobinos, aunque en España, al contrario que en Francia, que eran muy centralistas, aquí en nuestro país eran federales, casi confederales, no independentistas como también se dice.

Por lo tanto. ha habido y hay muchas corrientes liberales en Europa, tanto políticas como culturales y solo una facción de todas ellas se puede considerar seguidora de Adam Smith o de la más moderna llamada “escuela de Chicago”. El neoliberalismo es un término o apodo que le ponen otros (ellos se consideran liberales legítimos), y es usado para referirse a cualquier posición que se oponga a limitar la libre circulación de personas, capitales y. mercancías, y apuestan por reducir o eliminar la intervención de los estados en la economía.

El liberalismo era considerado un sacrilegio por la Iglesia Católica y fue condenado por los papas.

La extrema derecha siempre fue partidaria de la intervención del Estado en la economía, en la sociedad, en las costumbres y en todo, Favorable a la supremacía del aparato militar y policial por encima de los otros poderes del Estado llamados democráticos como el legislativo, el ejecutivo y el judicial, al que en el fondo desprecian. Por eso sorprenden que se hagan llamar liberales.

Adam Smith fue un genial filósofo, el primero en independizar la economía de la filosofía, o sea; el inventor de la ciencia económica en un periodo, el siglo XVIII, preindustrial, semi feudal, de dominio del capitalismo mercantil en el que las burguesías nacionales todavia no habían conseguido el poder en Occidente.

Defendía, este economista y la escuela que representaba, las economías de mercado frente a las mercantilistas que imponían aranceles y miles de trabas que impedían que la nueva clase burguesa se impusiera en la sociedad occidental como con el tiempo ocurrió, en las que las personas deben ser libres de buscar sus propios intereses y generar el círculo virtuoso de prosperidad a través del interés personal, por lo que busca eliminar barreras a la entrada de nuevos competidores, restricciones al comercio, monopolios, así como controles de precios y otras medidas que distorsionan el libre flujo de información en los mercados. Dichos tratos preferenciales y privilegios indebidos eran promovidos, en aquellos tiempos, por los propios empresarios provenientes de la antigua aristocracia latifundista que se había convertido en mercantil; enemigos de la competencia de las nuevas clases medias y que hacían todo lo posible por lograr que el gobierno protegiera sus negocios.

Los economistas neoliberales actuales (que por eso se les denomina neo), en el actual contexto, ya no de dominio de la primera burguesía industrial, si no de la financiera, rechazan la idea de que el gobierno intervenga en el mercado, también en el mercado laboral y están radicalmente en contra del gremialismo, el corporativismo profesional y el sindicalismo; apuesta por el libre tránsito de las mercancías, de los capitales y de las personas. Sin embargo, mírenlo bien; si se reconoce por algo a la actual derecha o extrema derecha liberal no es por estar a favor de la libre circulación de personas (a no ser que sea para hacer turismo), porque son los que defiendes las políticas más restrictivas sobre la libre circulación de personas con su oposición a las políticas migratorias o de exilio; simplemente están, en todos los países occidentales por empeorarlas o suprimirlas.

Están por la libre circulación de capitales (siempre que no sean los de China o de las nuevas potencias emergentes del tercer mundo; incluso asfixiaron a la economía japonesa, aliada de Occidente, cuando estuvo Japón a punto de acabar con las empresas de automóvil occidental, sumiendo al Japón a una crisis de la que apenas se habla, pero de la que ha salido debido a la peculiar capacidad que tienen estas naciones orientales de resistir a todas las crisis.

Tambien están por la libre circulación de mercancías; siempre que sean de empresas multinacionales de Occidente. O sea, muy coherentes los neoliberales con el liberalismo emancipatorio universal y cosmopolita que predicaba Adam Smith al que, sin embargo, reivindican y adoran con frenesí casi religioso,

Otra corriente liberal muy potente en economía, aunque que, desde hace unas décadas cada vez con menos influencia en las elites, es el keynesianismo; el keynesianismo es la teoría que afirma que el Estado debe intervenir en la economía para mantener el equilibrio y revertir los ciclos de crisis, por ejemplo; algo tan sencillo que ya estaba en la Biblia como la de acumular en tiempos de bonanza para los tiempos de escases. Es partidaria de la intervención del Estado en la economía.  

Defiende que el mercado no se regula de forma natural, por lo que los gobiernos deben minimizar las fluctuaciones económicas. Es, digamos, la que ha sintetizado las teorías democristianas, socialdemócratas y del regeneracionismo reformista. Considera idealista y determinista eso de que el mercado se regule de manera espontánea a favor de todo el mundo; cree, que estas ideas son supersticiosas y anticientíficas, y solo favorecen a las grandes empresas y corporaciones. Defiende algo muy impopular como la de que hay que pagar impuestos, de forma que paguen más quienes más ganan; de redistribuir la riqueza, de que los estados intervengan en financiar actuaciones públicas para eliminar el paro, la precariedad y la pobreza, no solo como caridad o justicia social, si no como forma de reactivar y mover la economía; en cuyo caso también con la creación y financiación del Estado con empresas públicas para la enseñanza, la sanidad universal, las infraestructuras y el mantenimiento de determinadas empresas que no debieran ser objeto de plusvalía; para las ayudas sociales, la de los mayores dependientes o las pensiones y que además crean nuevos empleos y estables; aumenta el consumo, mueve el capital y la recaudación por impuestos.

Fue la aplicación de esta corriente liberal la que sacó a EE. UU. de la “gran depresión” hasta ser la mayor economía del mundo. Tambien, después de la II Guerra Mundial, llevo a Europa Occidental al llamado “Estado del Bienestar”; unas sociedades prosperas como nunca el mundo había conocido y que viene en “bajada libre” desde que, desde hace unas décadas, se van implantado las teorías neoliberales de no intervención del Estado en la economía con los recortes de las políticas sociales, privatizaciones de empresas públicas, externalización de las empresas manufactureras que abaratan los precios pero no son garantía de calidad ni de salud y crea paro. Una situación que deja a las naciones de Occidente, especialmente a EE. UU. y la Unión Europea, incapaces de competir con las nuevas economías de Oriente, especialmente con China, pero también con Rusia, India, Indonesia, Malasia, Coreas, Irán, Países árabes del Golfo, Brasil y el propio Japón; muchas de estas naciones son enemigas declaradas de Occidente y otras falsa u obligatoriamente amigas, que les obligan a utilizar el dólar (pero cada vez se independizan más de esta moneda); que utilizan la planificación económica cuando les conviene o pueden a través de su estado. Estados autoritarios en muchos casos (en otros no, o no tanto) que han aprendido a ser eficaces combatiendo la corrupción de sus instituciones a un nivel tolerable (o cortándoles la cabeza a los que se salen del redil), mientras que Occidente tiene cada vez más corrupción, su burocracia es cada vez más ineficaz y la mayoría de sus políticos son cada vez más idiotas como en la Roma decadente de sus últimos siglos.

Hay otra corriente liberal muy importante aunque no se dejan notar: los nihilistas. Es una corriente más filosófica que económica pero puede tener grandes repercusiones en la economía. Son tan liberales que están de vuelta de todo y van hacia la nada; son amorales, bohemios y libertinos. No tienen ninguna escala de valores ni ideología; por lo general pertenecen a sectores de población acomodada cercana a la jubilación o que ya están en ella. No se sabe si están en contra o a favor de algo. Esto crea incertidumbre en el mercado de valores. Pero no hay nada que hacer con ellos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario