Las series televisivas de Rodríguez
de la Fuente crearon en la generación de mi época una gran conciencia acerca de
la necesidad de cuidar la naturaleza, mantener el equilibrio en el que se había
desarrollado nuestra especie, incidiendo fuertemente en la conservación de los
seres vivos, especialmente.
En las últimas
décadas ha habido un aumento de la conciencia ambiental y ecológica que también
se extiende a la alimentación. Todo eso está muy bien pero luego vienen los
efectos secundarios. Ahí hay un nicho económico cada vez mas importante; veo
cada vez más un ansioso consumismo donde determinados sectores del capital
privado han encontrado una mina de negocio interesantísimo con esto de las
energías renovable, las medicinas alternativas y los alimentos procesados e
industriales supuestamente naturales y ecológicos.
Cada vez más, la clase
media concienciada de los problemas ambientales, de la importancia de la salud etc.,
pero sin ser especialista en estas materias, se ve atrapada por los intereses
de modernas maneras de comercialización de productos, de su fabricación y
elaboración, de un nuevo mercado sobre las energías renovables y de consumo
ecológico que, quienes no somos especialistas ni dominamos la materia,
difícilmente podemos tener una opinión objetiva, porque también hay críticas
que no sabemos si son científicas y fundadas (que puede que las haya) o son
especulaciones supersticiosas y
anticientíficas (que puede que las haya también), pero solo sé que no se nada.
De algunas cosas
entiendo algo, de otras me las creo porque confío en quien me las dice, de
otras discrepo porque no confió en quien me las dice. Esta desconfianza y
desorientación, que no es solo mía, hace que la gente esté muy desinformada
mientras un gran negocio se está desarrollando a través de los alimentos
ecológicos y las energías alternativas que algunas no son ni ecológicos ni
alternativas, o si lo son, pero con un fin especulativo o de explotación de recursos en la España despoblada y aprovechar la conciencia de la necesidad de estas cosas para estrujar a la
población en una nueva forma de fomento de consumismo.
No se si las
administraciones están en condiciones de controlar esto; a veces parece que
hacen algo y otras parece que dejan estar. Los lobbies de las energías renovables,
la industria farmacéutica que ya se han metido en las medicinas alternativas y
el gran comercio de las grandes superficies de consumo, tienen cada vez mayor fuerza,
influencia y capacidad de presionar y convencer a las administraciones (y
administradores). En fin, peor están en el tercer Mundo que no tienen esos
problemas, o eso parece.
Me voy a comprar pan
de masa madre al supermercado que ni es pan ni de masa madre; pero lo parece, y
de ilusión también se vive.
Lo de la masa madre, lo resume todo. Y no hace falta ser experto para confirmar que hay muchos tejados en España tantos o más como campos de tierras cultivable.
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