He tenido ocasión de conocer este número de boletín que no tenía, como muchos otros, pues soy un manirroto y conservo pocos y algunos en mal estado. El escrito en cuestión trata de la desaparición o el estado ruinoso de edificios de nuestro patrimonio local. Ni me acordaba de él, pero he sentido una gran alegría pues de lo que si me acordaba es de que hubo algunos intentos de demolición del arco de San José, felizmente abortado, y que cuando yo lo explicaba en tiempos más recientes la incredulidad de la gente me negaba que eso fuera cierto. Tambien recordaba como los vecinos del barrio contribuyeron en la medida de sus posibilidades a evitar que el deterioro del portal fuera a más.
Hoy afortunadamente los que no han desaparecido se han “reformado”, a veces, más que restaurado y aunque a algunos no nos gusta este tipo restauraciones (incompresiblemente autorizadas por los arquitectos oficiales), yo que soy muy posibilista lo prefiero a que hubieran desaparecido; además siempre podrá enmendarse, con el tiempo, lo que no se hizo adecuadamente.
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Todas las ciudades y pueblos tienen
rincones típicos que siempre llaman la atención del visitante por su
originalidad, por su belleza, por su armonía. Son estos lugares, el exponente
de cultura, de recio abolengo, de desarrollo, de la población y de los que dan
esa pincelada característica del lugar. También es cierto que muchos, siempre
los antiguos, son sacrificados en aras del progreso, aunque no sin encontrar
una nutrida oposición; surgen verdaderas batallas dialécticas, pero ganan
muchas veces los nuevos proyectos. Pero dejemos todo esto a un lado y vayamos a
lo nuestro, a nuestro pueblo para el que todos deseamos siempre lo mejor.
Tambien Samper se ha visto privado de algunos
bellos rincones, como: “el caño de la zaica nueva”; el empedrado y el muro de
la cuesta de “sabina”; la famosa caja de ahorros de la “placica”; la acera de
D. Ignacio; etc. (¡Cuantos y cuantos recuerdos! ¡Cuantas y cuantas hazañas
extraordinarias hemos soñado de chiquillos en estos lugares!). Pero aún tenemos
magníficos sitios, aunque, por desgracia, bastantes descuidados y medio en
ruinas.
Merece destacarse, entre otros, los
siguientes: el arco de San José, la capilla de Santo Domingo, el Descanso, Zanzanolla. Hace algún tiempo se hablaba de la demolición de los dos primeros,
mas aquellos rumores ya desaparecieron, gracias a Dios.
El estado actual de los cuatro
lugares citados es deplorable: el Descanso, ruinoso, sin tejas; Zanzanolla,
cubierta de barro y ponzoña; la capilla de Santo domingo, con grietas de
consideración, y el arco de San José en muy mal estado.
Ya en el barrio de San José la alarma ha sido echada y los vecinos al unísono han ofrecido su trabajo, su herramienta y su sacrificio para la pronta restauración. ¡así son los samperinos! De los otros lugares no tengo ninguna referencia, pero en los versos siguientes apunto la solución:
A los del barrio de San José
quiero una copla cantar
pues creo que se merecen
y además les gustará:
Vaya mi aplauso a vosotros
por la desinteresada oferta
pues con eso nos demostráis
que al pueblo le abráis la puerta:
si la grava y el cemento
sus perras les va a costar
no preocuparos mañicos
que el ayuntamiento las pagará;
pues gastos de esa manera
pocos hay ya que contar
y si os poneis de acuerdo
enseguida se comenzará.
Pronto los de Sto, Domingo
seguro van a empezar
a dar vueltas a la cabeza
y a sacar algún plan.
¡Buenos vecinos hay,
que nunca ganar se dejan!
y si aquellos ya pican,
estos ya entejan.
Zanzanolla y el Descanso
Solo me quedan ya,
Pero vecinos no tienen,
¿Quién los arreglará?
Que quede a la S. de Montes
El derecho a reparar
Algo que es muy suyo
Pues en el monte está.
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