Marc Pons
Fuente:
EL NACIONAL.CAT Punchar aquí...
Zaragoza, 5 de septiembre de 1414. Fernando de Trastamara, el candidato ganador del Compromiso de Caspe (1412), era coronado rey de Aragón. Pocos meses antes había sido nombrado conde de Barcelona y, sucesivamente, sería investido con el resto de las coronas de los diferentes estados que, en aquel momento, formaban el edificio político Catalano-aragonés. Tradicionalmente, se ha considerado la coronación de Fernando ―el primer monarca de la estirpe castellana de los Trastamara en el trono de Barcelona― como el inicio de la sustitución paulatina y progresiva de la lengua aragonesa en beneficio de la castellana. Sin embargo, la reciente investigación historiográfica ha puesto de relieve que este proceso de sustitución se había iniciado mucho antes. ¿Por qué la lengua aragonesa cedió terreno al castellano y, en cambio, no lo hizo en beneficio del catalán?
¿Qué era
la lengua aragonesa?
El
aragonés era ―y es― una lengua latina de la rama de las lenguas iberorromances.
Como el castellano, el asturiano, el gallego o el portugués. No es el caso del
catalán, que con el occitano y el francés forma parte de las lenguas
galorromances, aunque algunos estudiosos actuales sostienen que la lengua
catalana tiene más parentesco con las lenguas del tronco italorromance. Sea
como sea, lo que sabemos es que el aragonés nació hacia el siglo IX en los
Pirineos Centrales, en el solar del condado navarro de Aragón ―sobre el
territorio de las actuales comarcas de la Jacetania, Alto Gállego y Sobrarbe―.
Y sabemos, también, que la lengua aragonesa se proyectó hacia el sur (la llanura
oscense y la vall del Ebro) siguiendo la expansión territorial de los primeros
reyes aragonesas (siglos X y XI) y, aún más, la de los primeros condes- reyes Catalano
aragoneses (el Bajo Aragón, siglos XII y XIII).
Helena Cinto:
Las
lenguas anteriores
El
aragonés fue la lengua del Aragón medieval (siglos IX a XIV), pero, desde un
principio, tuvo que convivir con otras lenguas que tenían una raza histórica
más profunda o que habían sido importadas durante la expansión cristiana. En el
primer caso, sabemos que el protovasco (que las fuentes de la época llamaban
basquenz) era la lengua popular de buena parte de esa sociedad. Y sabemos,
también, que las bolsas de población morisca que habían quedado dentro de los
nuevos dominios cristianos conservarían su lengua (un sincretismo local de
árabe, de amazig y de latín vulgar anacrónico) durante siglos. Lenguas muy
distintas del aragonés, que era la lengua de las élites ―sobre todo urbanas―,
del comercio y de la evangelización. Mucho antes de que las tropas del rey
Alfonso el Batallador alcanzaran la línea del Ebro (1118), la sociedad
aragonesa ya era plurilingüe.
Las
lenguas posteriores
La
conquista de las vallas del Ebro (Zaragoza, 1118), del Jalón (Calatayud, 1120)
y del Jiloca (Daroca, 1120) representarían un antes y un después en la historia
del pequeño reino de Aragón. En tan sólo dos décadas, Alfonso el Batallador
había duplicado la superficie del reino. Sin embargo, por otro lado, Aragón no
contaba con los recursos demográficos suficientes para colonizar aquellos
territorios tan vastos de nueva incorporación y el rey Alfonso ―que también era
monarca de Pamplona― recurrió a contingentes de colonos de sus dominios más
occidentales (Haro, Nájera, Miranda) que hablaban castellano o dialectos
orientales del castellano. Estas colonizaciones introducirían la lengua
castellana en Aragón, con la particularidad de que, en el transcurso de los
siglos posteriores, este castellano importado adquiriría los giros propios y
característicos de un dialecto local.
De lengua
de cancillería a lengua local
Sin
embargo, desde el siglo IX hasta el siglo XV, el aragonés fue la lengua de la
cancillería (del poder) y la lengua franca (la más conocida y la más
prestigiada). Y, muy probablemente, fue la lengua de uso social mayoritario.
Pero este predominio se empezó a deshacer a finales de centuria de 1300, mucho
antes de la coronación del castellano Fernando de Trastamara (1414). Las
fuentes documentales de la época delatan que las clases oligárquicas de
Zaragoza (nobleza, clases mercantiles) habían iniciado un proceso de abandono
del aragonés en beneficio del castellano que se intensificaría en el transcurso
del siglo XV y que se extendería como una mancha de aceite por el territorio
durante los siglos XVI a XIX hasta reducir el dominio lingüístico a la matriz
original (los valles pirenaicos aragoneses).
Lengua e
intereses económicos
La gran
cuestión que plantea este fenómeno es: ¿por qué puestos a abandonar la lengua
propia del país las oligarquías aragonesas se inclinaron hacia el castellano,
que en ese contexto era una lengua más extranjera que el catalán? Y para
contestar a esta cuestión no hay una respuesta única, sino que esa deserción
respondía a la suma de varias causas. Una sería la culminación de un largo y
progresivo alejamiento de las élites catalanas y aragonesas, que, a pesar de
formar parte de un mismo edificio político, nunca habían compartido los grandes
proyectos políticos y económicos de la Corona. Otra sería que, simultáneamente,
las oligarquías aragonesas se habían acercado a las castellanas por una
cuestión de comunión de intereses económicos. Y otra sería que castellano y
aragonés eran dos lenguas muy similares que facilitaría este "abrazo del
oso".
El
retroceso del aragonés
La
desaparición del aragonés en Zaragoza (siglo XV) impulsó la castellanización de
la mitad sur del país. Cuando se casaron los Reyes Católicos (1469), el
aragonés ya había desaparecido del Bajo Aragón y estaba retrocediendo en la
vall del Ebro. Cuando Felipe V liquidó a sangre y fuego los Fueros de Aragón
(1707), el aragonés ya había retrocedido en el norte de los Monegros. Y a
principios del siglo XX, el aragonés ya estaba recluido en las vallas
pirenaicas. El aragonés ha retrocedido hasta casi desaparecer (sólo lo hablan
20.000 personas) porque las élites del país se castellanizaron. Pero, también,
porque las clases populares lo abandonaron. Históricamente, el imaginario
popular ―fabricado por las oligarquías― lo rebajaría de la categoría de lengua
propia a la de un simple "patués" marginal. Desdichadamente, per l´aragonés
se ha feyto de nuit ("para el aragonés se ha hecho de noche").
No hay comentarios:
Publicar un comentario