Eso quienes “íbamos al cine de
Espés” pues la mayoría de los samperinos no iban a ese cine que era como un
poco un cine para “pecadores de la pradera” y la mayoría de los
niños y niñas del pueblo no lo conocieron. Los NODOS o noticiarios cinematográficos
nacionales llegaban con años de retraso, o sea, que cuando llegaba la noticia
de inauguración de un pantano por el Generalísimo, ya era viejo el pantano y el
Generalísimo.
Muchos niños de la época
descubrieron el NODO y el cinematógrafo cuando abrieron el FOCAR en 1962, pero
a muchos las películas que se proyectaban ahí nos parecían, light, “tostones”
o descafeinadas.
Recuerdo que en las paredes del
salón del cine de Espés, había carteles de las mejores películas, como, por
ejemplo; “Doce hombres sin piedad”, que me preguntaba cuando “echarían”
esa película, que la tuve que ver, ya de mayor en Zaragoza, en un cine de “arte
y ensayo”. O la mítica Gilda, que ya lo he contado alguna vez, que cuando
por fin proyectaron la película vinieron la guardia civil o quien fuera para
que saliéramos todos los menores a la calle. Cuando la vi, muchos años después,
quedé decepcionado; ¡lo único que se quitaba la Gilda era un guante! La vi en
una reposición de TV 2 cuando ya había pasado el cine de ”destape” y
tenía televisión en color (que tardé a tener). Una desilusión grande.
Eso las películas julibulienses.
Las españolas del genial Berlanga son extraordinarias, con colaboradores como
Rafael Azcona que son de lo mejor, aunque a mí me gustan hasta las de los
hermanos Ozores considerados como de serie B o C. Podemos saber por todas ellas
como era la España de la época franquista y de los primeros tiempos de la Transición,
como la trilogía de la Escopeta nacional. O más cercanas en el tiempo como “Todos a la cárcel”.
¿Pero ha cambiado algo nuestra
España, la querida España? En algunas cosas sí; por ejemplo, en contra de lo
que viene siendo criterio general, yo creo que la juventud actual es más
progresista, más crítica e incluso más de izquierdas que mi generación de los
años 60 0 70 del siglo pasado, aunque más individualista y desligada de los
partidos políticos y de la política institucional en general. La mayoría vive
mejor, mucho mejor; hay más permisividad en las costumbres, en la familia, en
la calle, en la escuela y en toda la vida social; tolerancia en las ideas, y
quizá por eso el dogmatismo y sectarismo de determinadas grupos ideológicos, de
los partidos y sus medios de comunicación que apoyan a cada bando, así como de
los enteradillos, pedantes y supuestos expertos de gente que escribimos por “las
“redes” que intentan (intentamos), modular e ideologizar a la opinión
pública y lo único que se consigue es desinformar con tanta información
contradictoria (mea culpa también, es signo de los tiempos que no escapamos
nadie de esa contradicción y con frecuencia mediocridad cultural) ¡Pero ojo, la
gente no es tonta! A la larga se depura lo malo y se quedará lo bueno para la
historia, pero quizá muy al largo plazo.
A partir de los años de 1960, antes
ya de la Transición, pero sobre todo con esta, aumentó el “estado del
Bienestar” a cotas que no nos podíamos imaginar, sobre todo la mayoría de
la población de aquel entonces que pertenecíamos a las clases más bajas (sin
llegar, no obstante, al nivel del centro y norte de Europa), aunque ahora en
las últimas décadas están recortando derechos, y con la desindustrialización y
el abandono y ruina del sector primario vamos mal a pesar de que se ha superado
la crisis del 2008 (la mayor de las últimas décadas) y del COVID.
Y aunque vuelve a haber trabajo, ha aumentado la brecha entre salarios en la población y ha aumentado también la precariedad laboral en la mayoría de los sectores, especialmente en los menos especializados que son, en España, casi todos; en los autónomos y microempresas. Ahora las reivindicaciones laborales o ciudadanas ya no son por ampliar mejoras si no, a la defensiva; para evitar que quiten mejoras que se habían conseguido hasta 2008 a pesar de que se dieron todo tipo de corrupción con los distintos gobiernos, fueran del color que fueran.
Tambien ha ido aumentado la despoblación de
la España del interior, y sigue; las diferencias son cada vez más grandes (de
servicios, trabajo y posibilidades de estacionar población en la España rural) con
las áreas costeras, con la Comunidad de Madrid y algunas pocas ciudades como Zaragoza.
España camina hacia un anillo muy poblado en la periferia de la península con un gran centro despoblado, semi desierto, repleto
de oasis y alguna población importante la mayoría menguante.
¿Y la corrupción?
Pues la corrupción sigue como
siempre; que no es de la edad contemporánea, ni del posmodernismo que llaman
ahora. Hay mucha literatura y buena del Siglo de Oro y siglos posteriores, en
los escritos del surrealismo y el esperpento nacional.
Creíamos, o al menos cría yo, que con la proyección de la Escopeta nacional desaparecía esa España corrupta y decadente, Pero no, Impresiona comprobar el gran número de cargos conservadores y socialistas que, en distintas comunidades y capitales, urdieron en el tiempo que duró el COVID tramas delictivas para traficar con un material sanitario necesario a la clase médica y al conjunto de la población; respiradores, mascarillas, vacunas...
Los presuntos golfos de la
Diputación almeriense no son ya ex cargos de José María Aznar o de Rajoy,
amigos de Bárcenas o del Bigotes, heredados lastres de épocas anteriores, o ese
grupo capitaneados por el exministro ese que tiene la voz timbrada y que
perdonó tantos millones de euros a los amiguetes suyos defraudadores, sino
gente de Feijoo.
O lo del PSOE, después de lo de Andalucía
que afecto a este partido, de Roldán y del “felipismo y guerrismo” del
antiguo y corruto PSOE estaba convencido que ya no habría podredumbre en ese
partido, ni en otro. Lo de Koldo, Ábalos y Cerdán es inasumible; en cuanto al
PP, vuelvo a recalcar para que no se me malinterprete que soy de derechas; lo
de Almería, Valencia, la privatización clientelar allí donde gobiernan que
ahora es en la mayoría de las comunidades y los recortes en las
administraciones regionales, en protección civil, en sanidad (también en administraciones
socialistas las ha habido), le ha estallado a Sánchez y a Alberto Núñez Feijoo
no como una espoleta de carga retardada sino como disparo a bocajarro contra el
chaleco de la ética.
Con Sánchez ya no habría más “taleguillas”
como las de Roldan, ni sobres, y después del 3% de Pujol, que denunciaba
Maragall, ya no habría comisiones, ni empresas que se atrevieran a corromper
porque se les iba a prohibir participar en el juego de la contratación institucional. Pero no. Todo
sigue igual. Afecta, como siempre a los grandes partidos nacionales que son PP
y PSOE y los nacionalistas PNV de Euskadi y JUNs de Cataluña. El personal
piensa que los Pequeños no se han corrompido porque apenas tienen parcelas de
poder institucional, habría que verlo, pero si son honestos nunca tendrán el
apoyo de los grandes poderes facticos económicos que operan en Europa que son
quien en realidad mandan, aunque tengan mucha divergencia entre ellos; más de
las que suele pensarse, especialmente ahora que la UE está en ligera
descomposición; espero que sepa recuperarse.
Los españoles están hartos de
soportar a tanto chorizo como ha conseguido escalar hasta las cúpulas de los
principales partidos, para desde allí ponerse a robar. La situación es muy
alarmante ¿Hasta donde llegará la desafección política de la ciudadanía? Hay
quienes creen que esto es positivo porque contra peor mejor para una
regeneración, yo no lo creo, al menos a corto o medio plazo; soy de los que piensan
que los grandes avances sociales vienen de la mano de las elites y vanguardias
avanzadas de la sociedad y si estas son decadentes y corruptas nada bueno puede
venir. Del reaccionarismo político como la extrema derecha que está exaltada, tampoco,
porque a ver: ¿Quién quiere ir hacia atrás? Si fuéramos sinceros y honestos
nadie. La realidad es así de compleja y si los grandes partidos nos gobiernan y
nos gobernaran no es por casualidad, es porque saben interpretar a segmentos
muy importantes de la sociedad civil, es decir; nos representan, aunque a
muchos y muchas no nos guste y a la mayoría que les vota protesta, pero
protesta contra los demás cuando no ganan las elecciones los suyos.
De todas maneras, comeremos y beberemos,
y a disfrutar, eso sí, con moderación. Como buen progresista, soy optimista
histórico y determinista. después de una gran tronada siempre sale el sol y
mejor cosecha.
Para los que no les haya pillado el agua,
la piedra o caído un rayo, por supuesto.



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