domingo, 23 de noviembre de 2025

Artículo La taimada y compleja política actual

 Cuando la gente de mi generación éramos niños descubrimos una extraordinaria película llamada Bienvenido, Mister Marshall; bueno, la mayoría de mi generación conocimos la película cuando ya éramos adolescentes viejos, porque las películas llegaban al pueblo varios años después de haberse estrenado.

Eso quienes “íbamos al cine de Espés” pues la mayoría de los samperinos no iban a ese cine que era como un poco un cine para “pecadores de la pradera” y la mayoría de los niños y niñas del pueblo no lo conocieron. Los NODOS o noticiarios cinematográficos nacionales llegaban con años de retraso, o sea, que cuando llegaba la noticia de inauguración de un pantano por el Generalísimo, ya era viejo el pantano y el Generalísimo.

Muchos niños de la época descubrieron el NODO y el cinematógrafo cuando abrieron el FOCAR en 1962, pero a muchos las películas que se proyectaban ahí nos parecían, light, “tostones” o descafeinadas.

Recuerdo que en las paredes del salón del cine de Espés, había carteles de las mejores películas, como, por ejemplo; “Doce hombres sin piedad”, que me preguntaba cuando “echarían” esa película, que la tuve que ver, ya de mayor en Zaragoza, en un cine de “arte y ensayo”. O la mítica Gilda, que ya lo he contado alguna vez, que cuando por fin proyectaron la película vinieron la guardia civil o quien fuera para que saliéramos todos los menores a la calle. Cuando la vi, muchos años después, quedé decepcionado; ¡lo único que se quitaba la Gilda era un guante! La vi en una reposición de TV 2 cuando ya había pasado el cine de ”destape” y tenía televisión en color (que tardé a tener). Una desilusión grande.

Eso las películas julibulienses. Las españolas del genial Berlanga son extraordinarias, con colaboradores como Rafael Azcona que son de lo mejor, aunque a mí me gustan hasta las de los hermanos Ozores considerados como de serie B o C. Podemos saber por todas ellas como era la España de la época franquista y de los primeros tiempos de la Transición, como la trilogía de la Escopeta nacional. O más cercanas en el tiempo como  “Todos a la cárcel”.

¿Pero ha cambiado algo nuestra España, la querida España? En algunas cosas sí; por ejemplo, en contra de lo que viene siendo criterio general, yo creo que la juventud actual es más progresista, más crítica e incluso más de izquierdas que mi generación de los años 60 0 70 del siglo pasado, aunque más individualista y desligada de los partidos políticos y de la política institucional en general. La mayoría vive mejor, mucho mejor; hay más permisividad en las costumbres, en la familia, en la calle, en la escuela y en toda la vida social; tolerancia en las ideas, y quizá por eso el dogmatismo y sectarismo de determinadas grupos ideológicos, de los partidos y sus medios de comunicación que apoyan a cada bando, así como de los enteradillos, pedantes y supuestos expertos de gente que escribimos por “las “redes” que intentan (intentamos), modular e ideologizar a la opinión pública y lo único que se consigue es desinformar con tanta información contradictoria (mea culpa también, es signo de los tiempos que no escapamos nadie de esa contradicción y con frecuencia mediocridad cultural) ¡Pero ojo, la gente no es tonta! A la larga se depura lo malo y se quedará lo bueno para la historia, pero quizá muy al largo plazo.

A partir de los años de 1960, antes ya de la Transición, pero sobre todo con esta, aumentó el “estado del Bienestar” a cotas que no nos podíamos imaginar, sobre todo la mayoría de la población de aquel entonces que pertenecíamos a las clases más bajas (sin llegar, no obstante, al nivel del centro y norte de Europa), aunque ahora en las últimas décadas están recortando derechos, y con la desindustrialización y el abandono y ruina del sector primario vamos mal a pesar de que se ha superado la crisis del 2008 (la mayor de las últimas décadas) y del COVID.

Y aunque vuelve a haber trabajo, ha aumentado la brecha entre salarios en la población y ha aumentado también la precariedad laboral en la mayoría de los sectores, especialmente en los menos especializados que son, en España, casi todos; en los autónomos y microempresas. Ahora las reivindicaciones laborales o ciudadanas ya no son por ampliar mejoras si no, a la defensiva; para evitar que quiten mejoras que se habían conseguido hasta 2008 a pesar de que se dieron todo tipo de corrupción con los distintos gobiernos, fueran del color que fueran. 

Tambien ha ido aumentado la despoblación de la España del interior, y sigue; las diferencias son cada vez más grandes (de servicios, trabajo y posibilidades de estacionar población en la España rural) con las áreas costeras, con la Comunidad de Madrid y algunas pocas ciudades como Zaragoza. España camina hacia un anillo muy poblado en la periferia de la península con un gran centro despoblado, semi desierto, repleto de oasis y alguna población importante la mayoría menguante.

¿Y la corrupción?

Pues la corrupción sigue como siempre; que no es de la edad contemporánea, ni del posmodernismo que llaman ahora. Hay mucha literatura y buena del Siglo de Oro y siglos posteriores, en los escritos del surrealismo y el esperpento nacional.

Creíamos, o al menos cría yo, que con la proyección de la Escopeta nacional desaparecía esa España corrupta y decadente, Pero no, Impresiona comprobar el gran número de cargos conservadores y socialistas que, en distintas comunidades y capitales, urdieron en el tiempo que duró el COVID tramas delictivas para traficar con un material sanitario necesario a la clase médica y al conjunto de la población; respiradores, mascarillas, vacunas...

Los presuntos golfos de la Diputación almeriense no son ya ex cargos de José María Aznar o de Rajoy, amigos de Bárcenas o del Bigotes, heredados lastres de épocas anteriores, o ese grupo capitaneados por el exministro ese que tiene la voz timbrada y que perdonó tantos millones de euros a los amiguetes suyos defraudadores, sino gente de Feijoo.

O lo del PSOE, después de lo de Andalucía que afecto a este partido, de Roldán y del “felipismo y guerrismo” del antiguo y corruto PSOE estaba convencido que ya no habría podredumbre en ese partido, ni en otro. Lo de Koldo, Ábalos y Cerdán es inasumible; en cuanto al PP, vuelvo a recalcar para que no se me malinterprete que soy de derechas; lo de Almería, Valencia, la privatización clientelar allí donde gobiernan que ahora es en la mayoría de las comunidades y los recortes en las administraciones regionales, en protección civil, en sanidad (también en administraciones socialistas las ha habido), le ha estallado a Sánchez y a Alberto Núñez Feijoo no como una espoleta de carga retardada sino como disparo a bocajarro contra el chaleco de la ética.

Con Sánchez ya no habría más “taleguillas” como las de Roldan, ni sobres, y después del 3% de Pujol, que denunciaba Maragall, ya no habría comisiones, ni empresas que se atrevieran a corromper porque se les iba a prohibir participar en el juego de la contratación institucional. Pero no. Todo sigue igual. Afecta, como siempre a los grandes partidos nacionales que son PP y PSOE y los nacionalistas PNV de Euskadi y JUNs de Cataluña. El personal piensa que los Pequeños no se han corrompido porque apenas tienen parcelas de poder institucional, habría que verlo, pero si son honestos nunca tendrán el apoyo de los grandes poderes facticos económicos que operan en Europa que son quien en realidad mandan, aunque tengan mucha divergencia entre ellos; más de las que suele pensarse, especialmente ahora que la UE está en ligera descomposición; espero que sepa recuperarse.

Los españoles están hartos de soportar a tanto chorizo como ha conseguido escalar hasta las cúpulas de los principales partidos, para desde allí ponerse a robar. La situación es muy alarmante ¿Hasta donde llegará la desafección política de la ciudadanía? Hay quienes creen que esto es positivo porque contra peor mejor para una regeneración, yo no lo creo, al menos a corto o medio plazo; soy de los que piensan que los grandes avances sociales vienen de la mano de las elites y vanguardias avanzadas de la sociedad y si estas son decadentes y corruptas nada bueno puede venir. Del reaccionarismo político como la extrema derecha que está exaltada, tampoco, porque a ver: ¿Quién quiere ir hacia atrás? Si fuéramos sinceros y honestos nadie. La realidad es así de compleja y si los grandes partidos nos gobiernan y nos gobernaran no es por casualidad, es porque saben interpretar a segmentos muy importantes de la sociedad civil, es decir; nos representan, aunque a muchos y muchas no nos guste y a la mayoría que les vota protesta, pero protesta contra los demás cuando no ganan las elecciones los suyos.

De todas maneras, comeremos y beberemos, y a disfrutar, eso sí, con moderación. Como buen progresista, soy optimista histórico y determinista. después de una gran tronada siempre sale el sol y mejor cosecha.

Para los que no les haya pillado el agua, la piedra o caído un rayo, por supuesto.

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