José Mombiela, el de la botella, con las "fuerzas vivas" de Samper. Década de 1920.
Mi tío, José Mombiela Beltrán (Ponciano, el del Chalé), que se casó con la Pelerucha), me contaba muchas anécdotas e historias que darían para una buena película si yo supiera hacer el guion; por ejemplo: como se le quemó el cine, creo que “mudo”, el primero que hubo en Samper, y todas las peripecias que tuvo que pasar. Me sorprendió cuando con toda sinceridad me decía que en la Guerra de África en la que estuvo, le tocó correr muchas veces delante de los moros como alma que lleva el diablo. A mí, en mi ingenuidad, pues yo creía que el glorioso ejército español y sus soldados nunca huyeron de los moros, casi me produjo un trauma. El tio Pajaro, el de la Manola, vecino mío, que también estuvo en esa desdichada guerra me lo confirmó, así que le di veracidad a lo que me contaba mi tío.
Tambien me contaba, cuando emigró a
Barcelona andando y sin un duro, las que pasó allí abriendo un bar restaurante
con las mafias de la zona barcelonesa de aquella época y los problemas cuando
le requisaron el bar los anarquistas al comienzo de la guerra.
Pero vayamos al toque de queda; un
día le pregunté como tenía aquella pistola antigua de dos caños adornando el salón
del chale. Me contestó que él no quería quedarse en pastor pues era lo que
ahora se dice emprendedor; cogió el bar que llamaban de” Pillerías”, no sé si
era el que luego fue de “Peguero”, y me decía que a finales del siglo XIX y
principios del XX, Samper era como los pueblos del Oeste; casi todos los
hombres llevaban navaja y alguno pistola; así que regentando un bar el tenia la
suya para por si acaso. Además, como había sido carnicero o matachín,
conservaba las herramientas y un gran cuchillo detrás del mostrador, que, por
cierto, tuvo que utilizar alguna vez en su establecimiento de Barcelona; aunque
no se si mi tío, como yo era muy joven me exageraba o fantaseaba algo.
Mi tío Ponciano era de ideas
conservadoras y alababa la llegada de la Dictadura de Primo de Ribera. Decía
que gracias a ella se puso orden en España y se empezó a progresar algo. De la República
tenía una opinión contradictoria, más bien negativa aunque me imagino que sería
porque la República perdió la guerra; si la hubiera ganado intuyo que hubiera
sido un entusiasta demócrata. Me contaba que cuando la Dictadura impuso el
toque de queda para los bares y taberna (no se si a las 10 o a las 11 o a las
12 de la noche se cerraban, aunque no había coronavirus). Pero como al
principio no se hacía caso, el tio “Roquillo” que debía ser empleado del
ayuntamiento, era fuerte, alto y "bien plantau", que además vestía a la antigua
usanza aragonesa, entraba en los establecimientos y sacando el revolver de la
“banda” o faja, hacía que todos los clientes que se resistieran huyeran
escopeteados. Bueno, todos no; la cuadrilla de mi tío paterno: Vicente el
“Pelicos”, “El Calaveras”, “Mestrico”, etc., que jugaban a las cartas y
consumían bastante, los encerraba en una habitación, cerraba el bar y allí se
quedaban.
Todas historias como estas deberías escribirlas para que no se pierdan del todo
ResponderEliminarGracias por compartir ! He aprendido cosas nuevas que no sabía de mi bisabuelo :)
ResponderEliminarUn abrazo desde Australia
Maika