Artículo. Amanece, que no es poco.

El 14 de junio de 2020, es decir, hace 3 años escribí esto de más abajo; entonces no barruntaba que se daría el contexto que se da ahora para las elecciones municipales de 2023. Por esas fechas pensaba que no iba a presentarse a futuro ninguna alternativa porque estaban más “quemadas” todavía que el Partido Socialista, ni que en Samper había ya capacidad para presentarse varias listas con posibilidades de obtener representación. Como futurólogo soy un desastre. La verdad es que la hegemonía del Partido Socialista en Samper pende de un hilo.

        A través de los medios digitales, de la prensa (aunque menos), de las tertulias de los bares o entre amigos, veo que aparecen, con frecuencia, críticas hacia el alcalde de Samper; no tanto a la mayoría de los concejales que lo apoyan (normalmente los del PSOE, aunque los del PAR siempre han tenido una posición ambigua o de apoyo). En general, quienes critican al gobierno municipal tienen una posición paternalista o de baja consideración por los concejales del PSOE. El del PAR pasa desapercibido también. Toda la artillería va hacia el alcalde, algo que no me parece razonable pues ni el alcalde es el mesías ni los concejales del PSOE son mediocres apóstoles, aunque la verdad me falta datos, muchos datos, para hacerme una composición de la situación. Hay quien lo tiene muy claro todo. Enhorabuena.

Lo mismo pasa con la opinión hacia los concejales del PP por parte de los entusiastas del alcalde. Los consideran irrelevantes, mindunguis. No tengo yo esa opinión; el que estén en minoría, año tras año y contra corriente, ya de por si es un mérito digno de alabar. Lo digo por experiencia; que se lo que es estar en minoría dentro de instituciones, aunque sean tan humildes como el concejo de un pueblo, de un comité de empresa o de estar en minoría en un partido, movimiento cívico o social; una asociación de vecinos o un sindicato local, y más si no dispones de información y no funciona una mesa de partidos que coordine los plenos como parece que ocurre en Samper. Hay quien cree que la política activa está llena de personas que solo están allí por su ego personal o para llenarse los bolsillos, y lo dice gente individualista que nunca se compromete ni haría nada por nadie, pero piensa así porque “cree el ladrón que todos son de su condición”. Afortunadamente hay mucha gente que se curra la piel por el vecino, por el trabajador; eso sí, con su ideología y, desgraciadamente, con una fuerte dosis de sectarismo por que la política, en España y en casi todo el mundo, deja mucho que desear en cuanto a la penetración de una cultura democrática de verdad. Y porque hay intereses contrapuestos, incluso antagónicos, que no tenemos por qué compartir pero que no vendría mal conocer los del contrario, al menos para crear empatía y no ir con esa presuntuosa superioridad moral que llevamos todo el mundo; no solo los políticos profesionales y no profesionales, sino también los ciudadanos no comprometidos que cada uno va por ahí perdonándole la vida a los que están en la política, haciéndoles culpables de todos los males de la nación y obviando a los que de verdad tienen el poder; el fáctico, el mediático y el económico.

          Los políticos profesionales, unas veces son lacayos de eso poderes y otras sirven de contrapeso para no estar peor. Si no fuera por la política y los políticos nos iría peor. A mí no me cabe ninguna duda y eso que casi nunca gobiernan los que a mí me gustan. Está claro que no comparto la opinión (creo que demagógica y reaccionaria), de que haya una casta o clase política que nos arruina a la pobre, sufrida y beatífica ciudadanía.

          Pero, sigamos con el alcalde de Samper: hace no mucho, un amigo mío de ideas conservadoras que vota en todas las elecciones al PP (menos en las municipales), me decía, casi me echaba en cara, si yo también estaba en la banda esa que quiere acabar con este alcalde del pueblo, el mejor que ha habido en la democracia -según me dijo-, incluso desde antes de la democracia; no supe que contestar. Es cierto que he votado a Alfonso en las municipales cuando estaba empadronado y que en caso de seguir estándolo ahora le habría votado igual, pero estoy muy lejos de ser seguidista de él; es más, su figura se me ha ido deteriorando, cosa normal, pues suele ocurrir con quien se eterniza en un cargo; pero, como creo que le ocurre a muchos vecinos y vecinas de este pueblo, no veo alternativa ni que me ofrezcan más garantía o credibilidad para ser mejores gestores. Además, sus críticos (y más en un pueblo tan pequeño), son una argamasa de pluralidades ideológicas y personalistas imposible de mezclar en un colectivo coherente; no habría un líder, o mejor, habría muchos, y no tendría recorrido una alternativa supuestamente trasversal o pseudoindependiente.

          A lo mejor me equivoco, no soy sociólogo ni politólogo, en estas cosas no se sabe y podría haber sorpresas, pero la situación de decadencia en cuanto a la despoblación y el envejecimiento en la que está el pueblo no ayuda a ser optimista. Además no creo que nadie en su sano juicio quiera coger el "marrón" de ser alcalde de este pueblo y cada vez lo habrá menos en todos los pueblos pequeños y habrá que hacerlo por sorteo, porque ni aún pagando querrá ser nadie.

          En todo caso, a quienes no le gusta lo que hay, tendrían que preguntarse cómo es que la mitad del voto conservador vota en las municipales por el PSOE; si, ya se, la respuesta es fácil; que si son tontos los vecinos de este pueblo (mal argumento con esa opinión para ganar unas elecciones), que si este alcalde crea clientelismo (pobre clientelismo, cuatro lifaras que todo el mundo agradece; mal argumento para ganar unas elecciones el ir de aguafiestas). Que si es corrupto este alcalde; esto se tiene que demostrar muy bien y separar el latrocinio con la hipertrofia burocrática, o sea, la utilización de la legalidad para su provecho personal como ponerse un sueldo por su gestión, tarjeta, etc., esto no es corrupción si es legal, aunque no guste y al final lo terminan haciendo todos porque la gestión de la función pública se tiene que  pagar; pero estas cosas se tienen que racionalizar y establecer con equidad y sentido común y hay a quien se le van esas cosas de las manos cuando se encuentran con poder de decisión y poco control. Una mala o exagerada utilización de este procedimiento puede ser fatal para un político; más que el latrocinio al que me he referido antes. Lo estamos viendo en la alta política; como por robar “a manos llenas” se sale condonado, exculpado o eximido, y por coger un perfume de un supermercado te eliminan hasta los tuyos, si los tuyos te han cogido manía.

          En cuanto a la gestión del alcalde de Samper, ya digo; la mayoría la aprueba, lo tengo comprobado; cuando preguntas a alguien por esto, la mayoría le da un aprobado, notable o un sobresaliente; sobre todo porque lo analizan por comparación y analogía, o sea; científicamente. La oposición (o los que le critican mucho), no sale muy bien parada, ni se le da credibilidad ni se les tienen más confianza. Esa es la verdad, y con esa verdad, la oposición tiene que contar si quiere cambiar de alcalde. No hay otra, pero me parece a mí que el actual alcalde no se va a “quemar” en los años que faltan para las próximas elecciones municipales. La balanza está a su favor y no veo yo que se mueva al lado contrario. Aunque queda mucho tiempo de legislatura municipal, más dinero que gestionar por las nuevas entradas por las placas solares y muchos problemas que solucionar que se están eternizando como lo de los regadíos, o la no resolución del envejecimiento del pueblo y, por si fuera poco, con lo de la pandemia no hay ni va a haber ninguna fiesta o lifara en todo el año y, a lo peor, en todo el año que viene (esto puede ser más letal que el virus mismo o la mala gestión, y afectar a la gobernanza). Si aguanta eso (que va a ser duro, muy duro), tenemos Alfonso para rato.

          LOGOTIPO DEL AYUNTAMIENTO DE SAMPER DE CALANDA