domingo, 13 de marzo de 2022

Comentario y poema de María Costán. Reflexion y rezo en la Semana Santa.



¿Quien es muestro prójimo?
     La parábola del buen samaritano es la parábola de Jesús más conocida (Evangelio de Lucas, capítulo 10, versículos del 25 al 37). Se la considera una de las parábolas más realistas y significativas del método pedagógico empleado por Jesús de Nazaret, expresada de manera sencilla cordial y muy comprensible.

     Presenta el tono que caracteriza a las llamadas parábolas de la misericordia propias del Evangelio de Lucas; es narrada por el propio Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad. Enseña también que el amor es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. En esta parábola, Jesús amplía la definición de prójimo.
     La elección de la figura de un samaritano, considerado un herético para los sectores más ortodoxos y fundamentalistas de la religión hebrea, sirve para redefinir el concepto de prójimo que se manejaba entonces. Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía, entre los cuales resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes Jesús en numerosas ocasiones les llama hipócritas por su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el espíritu de la ley. El contraste establecido entre los prominentes líderes religiosos inmisericordes y el samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de la ley (como es el caso del interlocutor de Jesús) de que estaban olvidando el principio de la verdadera religión y Jesús emplea un personaje despreciado por ellos para mostrarles su error.
     La narración comienza cuando un doctor de la ley le preguntó a Jesús con ánimo de ponerlo a prueba qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús, en respuesta, le preguntó al doctor “¿qué está escrito en la ley deMoisés”? Cuando el doctor cita la Biblia, y precisamente: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5) y la ley paralela “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18), Jesús dijo que había respondido correctamente y lo invitó a comportarse en consecuencia. En ese punto, queriendo justificar su pregunta, el doctor preguntó a Jesús quién era su prójimo. Jesús le respondió con la parábola.
…Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”
El doctor dijo: “El que practicó la misericordia con él.”
Díjole Jesús: “Vete y haz tú lo mismo.”

FUTUROS INCIERTOS (María Costán)
Guerras, muerte y destrucción.
Hambre, frio, miedo.
Futuros inciertos,
Tierras heridas, devastación.

Madres que sufren,
Esposas que quedan en soledad.
Hijos sin padre.
Estas y otras cosas
Traen las guerras. ¡Qué fealdad!

Intereses creados
De seres fríos y despiadados.
Hombres calculadores sin corazón.
Que llevan al mundo a la destrucción.

Tendremos que plantearnos
Bienestar para nuestro futuro.
Hombres inteligentes y buenos.
¡Salid a flote, que os veamos.
Tirad del carro, os seguiremos! 

El que tiene oídos para oír, oiga.  

Propósito de las parábolas
(Mr. 4.10-12; Lc. 8.9-10)
Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.
Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos;
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. 

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