viernes, 21 de septiembre de 2012

Comentario: Ha muerto don Santiago Carrillo.


Ha muerto don Santiago Carrillo, o el camarada Carrillo, o el carnicero de Paracuellos del Jarama. Según quien lo glose te dirá una cosa u otra.

Yo me muevo en un ambiente en el que muchos compañeros y compañeras le adoran. Fuera de los ámbitos de la izquierda (salvo de la derecha ultramontana), se le consideraba un hombre no sectario ni dogmático que contribuyó a que la transición política fuera pacífica y a que buena parte de la izquierda sociológica aceptara la monarquía y no se depuraran los sectores facticos fascistas en la alta burocracia estatal, la judicatura y las fuerzas armadas, y es verdad, por eso me sorprendió el ver por la televisión, en la larga cola de sus simpatizantes, ante su féretro, la gran cantidad de banderas republicanas que había. Pero, ¿no se habían hecho monárquicos, los carrillistas?


Aunque yo no era simpatizante de Santiago Carrillo (no comparto la cultura maquiavélica y amoral de gran parte de la izquierda), no creo que tuviera responsabilidad en los crímenes que se le atribuyen durante la última guerra civil española. En los primeros días de la sublevación militar, por cierto, muy tenebrosa y criminal por parte de los sublevados, la zona republicana fue un caos donde cada partido o facción de partido o sindicato se echaron a la calle parando la rebelión cuartelera en la mayoría de pueblos y ciudades, pero también haciendo, alguno de ellos, muchas fechorías mientras duró el vacío de poder.

Santiago Carrillo a muerto como mueren las personas que tienen la conciencia tranquila; más parece su ocaso el de un maestro de yoga que el de un político genocida. Incluso rompe esquemas con el pensamiento políticamente correcto del progresismo moderno, pues hasta el final de su larga vida fumó como un carretero, lo que quiere decir que algún pacto con el demonio sí que tendría. Equivocaciones políticas tuvo; para mi casi todas sus iniciativas lo fueron; como estratega fue un desastre, aunque sus simpatizantes, como es lógico, dirán que fue un genio.

Por poner una que se alaba tanto en los medios de comunicación: “contribuyó  a la transición pacífica”. Carrillo y la dirección del partido Comunista aceptaron lo que aceptaron, no por un imperativo moral de la política, sino por no quedarse marginados de las primeras elecciones que iban a darse en España después de la muerte de Franco y en la que los camaleónicos socialistas iban a presentarse sin haberse producido "la ruptura". Carrillo, que no era tonto, sabía que al Régimen le quedaban “cuatro primaveras”, porque los poderes económicos de Europa, incluida España, así lo habían ya decidido. Pero no se atrevió a esperarse y forzar la tensión por miedo a que el centroizquierda político capitalizara los votos que correspondían a la izquierda que tanto habían luchado. La legalización "del partido" para poder presentarse a las elecciones, estaba por encima de cualquier consideración, ética o política.

Pensaban que la llamada izquierda sociológica española les votaría a ellos, y no lo hicieron. Un gran error el no conocer la sociología política de la clase trabajadora española y el poder, en Europa, de la socialdemocracia; los trabajadores votaron por los socialistas e, incluso, en muy gran medida, al centroderecha de UCD.

El viraje político del partido comunista, que le creó un enorme trauma, no se compensó con un fuerte apoyo electoral. Luego fue el intento de integrarse en el PSOE, donde no fueron muy bien recibidos sus seguidores. Otro desgarro, este fortísimo, entre antiguos camaradas, muchos de los cuales se fueron de la política activa y otros a la creación, con otra gente inconformista con el sistema, a fundar Izquierda Unida.     

Últimamente Carrillo estaba muy dicharachero y ocurrente en las tertulias donde, dado el bajo nivel de tertulianos que hay ahora, las enriquecía; estaba crítico incluso con la “casa común de la izquierda”, el PSOE, a donde había embarcado a los suyos aunque él se quedó fuera.

Descanse en paz don Santiago Carrillo; si hay otra vida seguro que estará en el Infierno, allí nos veremos.      Más información.


2 comentarios:

  1. Es difícil valorar una vida política tan larga y, además desarrollada en circunstancias (nacionales e internacionales) tan diferentes.

    La sociedad española actual tiene muy poco que ver con la de la guerra civil del 36. Incluso la Transición aparece como algo remoto en la España europea del siglo XXI.

    Personalmente, valoro muy especialmente la figura de Carrillo permaneciendo sentado en su escaño la noche del 23-F de 1981. Los políticos actuales (muy democráticos ellos) no han valorado debidamente este gesto a la muerte de Carrillo. Se entiende, salen poco airosos de la comparación.

    Hasta hace poco, con sus muchos años y sin ninguna responsabilidad política, expresaba lúcidas opiniones de "perro viejo" (valga la expresión, "más sabe el diablo por viejo que por diablo" se decía cuando la vejez era un valor y no había sido sustituida por esa gansada políticamente correcta de la "tercera edad".

    Por lo que recuerdo, le escuché decir que a este paso el capitalismo iba a colapsar...

    Que no vivamos otra guerra como la que vivió Carrillo y los de su generación, y como la que quiso evitar en la Transición

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  2. Sentí su pérdida como si hubiese sido aguien muy cercano, en efecto sabía comunicarse de forma estraordinaria con los demás con su lúcida calidez y sus palabras que sabían llegar a las personas. Se fue un auténtico "puro" tal como vivió: sencillamente y sin aspavientos, creo que se le recordará como un ser excepcional-
    Abrazos.

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