¿Quién dice que no existe la
magia? Pude comprobar que si existía cuando me puse a teclear por ordenador y
“navegar” por Internet. Lo que se consigue con este artilugio va mucho más allá
de lo que suponían que podría hacerse los antiguos magos y brujas.
De crío jugaba a la guerra
con indios y vaqueros de goma, pero no podía intuir que podría hacer
batallas y guerras de estrategia a tiempo real.
Tengo un juego de la guerra
civil española donde puedo invertir la historia y hacer que las brigadas internacionales
ganaran la guerra al ejército fascista, y sin matar a nadie de verdad. Todavía
no lo he conseguido porque es difícil, pues los autores del juego han querido ser
rigurosos con la historia o son franquista de remate, pero si está bien hecho y
han sido honestos al construir el juego, lo conseguiré.
Ahora leo que se puede
convertir el lignito en petróleo en muy pocas semanas acelerando el proceso de
transformación miles de años. Cuando nos lo decían los alquimistas de la Edad
Media, no nos lo creíamos. Pues tenían razón, como la tenía el “tio Pichilín”
cuando nos contaba que en Francia había una máquina de segar que segaba por
delante como las agavilladoras y por detrás sacaba el pan ya hecho ¡Y se le
reían los ignorantes!
Sabíamos que el ciemo de
los tocinos se puede transformar, por descomposición acelerada, a gas metano,
empleando técnicas que usa el cuerpo humano cuando descompone los alimentos y
echamos gufas y pedos (que es gas
doméstico). Yo me quedé de piedra cuando hace ya muchos años, me dijeron que los
chinos hacían de esta manera el “gas ciudad” para cocinar el arroz y los
rollitos de primavera; pero descomponer el lignito y convertirlo en petróleo…
¿Qué bacterias habrá que usar? ¡A ver si son inventadas en laboratorio y luego
nos invaden la comarca y no podemos controlarlas como en las películas de
terror futuristas! ¡Y nos convierten en petróleo a toda la población.
Espero que esté todo bien estudiado; no es cuestión de
ponernos catastrofistas y aguafiestas.
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