Todavía se tiene que aprobar en el parlamento y eso significa que pudiera sufrir modificaciones sustanciales y descuelgues de alguno de los agentes sociales que la han aprobado por consenso. Parece poco probable porque la aprobación es condición necesaria para obtener las ayudas de Europa, una condición que ha hecho que los partidos que conforman el gobierno, la patronal y los sindicatos hayan sido pragmáticos en las negociaciones cediendo bastante en sus posiciones iniciales.
Aunque todavía no conocemos la
letra pequeña, sí que nos podemos hacer una idea del contenido analizando la
reacción de cada una de las partes que han alcanzado el acuerdo. Los sindicatos
dicen que "es la primera reforma laboral que se hace en democracia
en la que se recuperan derechos”, y es cierto, porque todas las reformas que se
han hecho desde que se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, han sido
recortes en contra de los derechos laborales; mientras CEOE y Cepyme en un
comunicado conjunto dicen que el acuerdo “consolida el modelo laboral
actual y mantiene intactos los mecanismos de flexibilidad interna de las
empresas”. O sea, que lo venden como que todo sigue igual, una proclama que
sirve para contentar a las bases empresariales mucho más radicales que sus
dirigentes pero que también echa leña a los sindicatos minoritarios no
representados en las negociaciones que ya dicen lo mismo, es decir; que todo
sigue igual, y que CCOO y UGT, no han conseguido derogar la reforma laboral y
solo es un acuerdo intrascendente.
Personalmente pienso que el
acuerdo, desde el punto de vista de la clase trabajadora, tendrán aspectos
positivos y otros negativos que se mantienen. Toda negociación implica ceder si
se quiere llegar a acuerdos y la balanza a favor o en contra de cada una de las
partes depende de la correlación de fuerzas, aunque también de la inteligencia
de los negociadores. Algunos sectores minoritarios de la patronal se
desvinculan también del acuerdo y en cuanto al gobierno no es lo mismo lo que
piensa UP que el PSOE que es mayoritario en el consejo de ministros. Es decir, los
intereses en la negociación eran muchos y diversos como muchos y diversos son
los intereses representados en las negociaciones.
Y ya digo, habrá que ver, en el Congreso,
que hace el PNV, que a la postre es un partido de derechas muy ligado al sector
industrial y financiero de la patronal vasca; la derecha nacionalista catalana,
también muy ligada al empresariado catalán; ERC, Bildu o incluso Teruel Existe,
BNG, regionalistas cántabros, canarios, etc.
No se deroga toda la reforma
laboral del PP, pues ha habido importantes cesiones a la patronal en materia,
por ejemplo, de contratación temporal (aunque se mejora), y en una primera
lectura parece que no se aborda problemas de algunos sectores muy precarios del
sector servicios como limpiadoras, etc. Pero aun así es un paso adelante en la
buena dirección. Pero es eso, un pequeño paso adelante. Se cometería un error desde
los sindicatos si caen en triunfalismos y venden esto como un día histórico
para la gente trabajadora.
Y no nos engañemos, por mucho que
haya sido consensuado con los agentes sociales, si la derecha llega al poder,
que a lo mejor (o peor), llegará pronto, tardará bien poco en hacer su
contrarreforma laboral sin los sindicatos y la CEOE será la primera en
aplaudirla y olvidarse de la que hoy ha firmado. Lo han dicho públicamente y lo
explicitarán durante el debate parlamentario.
La recuperación de la ultraactividad
y la prevalencia del convenio del sector sobre el de la empresa son las grandes
conquistas de este acuerdo pues son herramientas muy potentes para la lucha
sindical, más aún en un contexto de alta inflación y por tanto de
conflictividad en la revisión de los convenios. Personalmente, y me falta por
leerlo y comprenderlo bien (algo difícil para los legos en derecho como yo), es
lo que mejor veo, pues era lo peor de la antigua reforma laboral que hizo el PP
y que ha llevado a España a la cabeza de Europa en precariedad laboral de la
mayoría de los asalariados.
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