martes, 2 de junio de 2020

Comentario. La confrontación política.

         
Trifulca en el parlamento turco
Estoy leyendo y escuchando en los medios de comunicación, hasta el aburrimiento, eso de que el parlamento español es una vergüenza, que todo el mundo se insulta, que no se respeta, que vaya vergüenza; lo dicen sobre todo los periodistas del pesebre de los medios de comunicación más adecentados y pusilánimes para quien la política, el Parlamento, el foro de la ciudadanía, debería ser un lugar de recogimiento, un templo desideologizado de ideas políticas, de la conciliación universal y del amor fraterno.


          Dicen también que somos la vergüenza de Europa y de todos los países democráticos. Quienes dicen esto ¿se lo creen de verdad? Porque si se lo creen demuestran estar bastante desinformados. Desconocen las sesiones de países como India, tanto de su parlamento nacional como los de los estados, chillones donde los haya; de países tan serios como el británico y el japones, donde a veces se ha “llegado a las manos” y ha tenido que ir a urgencias algún parlamentario. Desconocen también la historia de los parlamentos de las naciones iberoamericanas y del propio parlamentarismo español, las pocas veces que ha habido democracia de verdad (en la Restauración Borbónica del siglo XIX era todo paz y buena armonía), pero aquello no era una democracia como todo el mundo sabe y denunciaba don Joaquín Costa. Las Cortes franquistas eran tranquilas, se hablaba muy bien y nadie desentonaba, pero eso no era democracia.
          Cierto que antes se hacía con más clase; con un lenguaje más sofisticado y aristocrático, como los parlamentos de estamentos de la Edad Media; ahora es todo muy barriobajero y es curioso que la derecha política sea la que más ha perdido el estilo clásico de clase y la que más ha adoptado el barriobajero. No deja de ser sorprendente; o se ha modernizado mucho la derecha o está en decadencia. Yo creo que ambas cosas. Pero al parlamento se va a confrontar; a reñir, aunque no sea en el sentido literal de la palabra, y a “darse de hostias”. ¿No decimos que cobran mucho los parlamentarios? Pues que se ganen el sueldo. Y los periodistas que no se escandalicen. En toda nación hay distintas ideas y distintos intereses; algunos incluso son antagónicos, irreconciliables. La mayoría son conciliables y lo ideal sería conciliarlos; pero quienes pueden o creen perder poder, influencia o dinero se defienden con agresividad verbal y mal genio, y aquellas ideas o movimientos sociales que emergen con fuerza en la sociedad quieren ocupar su espacio. Y lo que en principio es conciliable, por dogmatismo, torpeza política o insolidaridad se convierte en posturas irreconciliables. Otras lo son y es normal entender que se defiendan con “uñas y dientes”.
          Lo ideal sería que los diputados y diputadas, sus señorías, se insultaran con finura y buen estilo, pero son representativos de la sociedad que los ha elegido. No nos quejemos; a mí me representan; a lo mejor a los que no votan no, pero esos son abstencionistas, apolíticos, apátridas o conformistas. La política no está hecha para estos.


1 comentario:

  1. De todos modos,creo que los políticos deben dar ejemplo y no solamante replicar los comportamientos de la sociedad que representan.
    Además,aún en este momento,la sociedad civil no muestra el nivel de crispación que ellos despliegan en el Parlamento.
    Afortunadamante para la convivencia....

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