miércoles, 17 de junio de 2020

Artículo. La política nunca ha sido fácil.


“La política es el arte de lo posible”; también sus resultados son la consecuencia de la relación de fuerzas y de la inteligencia de quien dirige la política; si sabe combinar lo posible con la correlación de fuerzas. Los dogmáticos nunca ganan si no es por la imposición de la fuerza; si esta no está a su alcance más vale que sean posibilistas. Los sectarios pierden siempre allí donde hay democracia y pluralismo político.

Desde que el 7 de enero Pedro Sánchez lograra la investidura como presidente del Gobierno con apenas dos votos de margen, el Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos ha enfrentado una escalada política y mediática por parte de la oposición que ha alcanzado sus cotas más altas durante la pandemia. Aun así, ha sacado adelante prácticamente todas las votaciones que ha planteado al Congreso.
La legislatura arrancó como habían terminado las anteriores. Tanto después de la moción de censura de junio de 2018 como de la doble cita electoral de 2019, PP, Ciudadanos y Vox han arremetido contra la decisión del PSOE de apoyarse en Unidas Podemos y los independentistas vascos y catalanes, entre otros grupos menores. Los independentistas, sobre todo los catalanes han votado en contra o se han abstenido con fuertes críticas al ejecutivo que a veces coincidía con la oposición de la derecha nacional.
El gobierno ha logrado, con altibajos, un bloque que, finalmente, logró armar para la moción de censura de junio de 2018 y que se ha mantenido, con algunos cambios, para dar cobertura al actual Gobierno de coalición. En él coinciden desde el regionalismo del Partido Regionalista de Cantabria a los movimientos ciudadanos convertidos en candidatura (Teruel Existe), pasando por el nacionalismo vasco, valenciano y canario clásicos y parte del independentismo catalán, vasco y gallego.
La primera votación de la legislatura se saldó precisamente con un triunfo inesperado para el PSOE y Unidas Podemos. Durante la sesión de constitución del Congreso se debe elegir la composición de la Mesa. Los números indicaban que el bloque de gobierno lograría cinco puestos, incluida la Presidencia, y que un entendimiento del PP, Vox y Ciudadanos daría a las derechas los otros cuatro. Pero esos tres partidos no lograron un acuerdo y el sorprendente resultado deparó seis asientos para el bloque del Gobierno y tres para PP y Vox, que lograba, eso sí, un puesto en el órgano gracias a sus 52 diputados.
La última gran cita en el Congreso, la aprobación del ingreso mínimo vital (IMV), muy criticado por las derechas, incluso las nacionalistas, se saldó con un inesperado apoyo del que solo se excluyó Vox. Y no para votar en contra, sino para abstenerse. Tras semanas en las que se había despreciado la nueva prestación tachándola de "paguita" para vagos, el Gobierno recabó 297 votos a favor y 52 abstenciones.
El pacto con ciudadanos no gusta a algunas izquierdas, pero creo que irá adelante, aunque ciudadanos perdió su oportunidad de ser alternativas al PSOE, incluso no es probable que si hubiera elecciones a corto plazo sacara tantos diputados como para gobernar con los socialistas. Y si se acerca a los de su derecha corre el riesgo de desaparecer definitivamente.
Los nacionalistas catalanes no están para tirar cohetes; hace unos meses podían decir aquello de “cuanto peor mejor” y que gobernara la derecha españolista para sublevar a las “masas” catalanas; hoy, después del espectáculo de las barricadas en Barcelona y de la pandemia, no creo que estén en condiciones de sublevar nada.
Los nacionalistas vascos tan posibilistas como siempre; ahí se dirigen también la llamada izquierda abertzale que ya les queda poco por reivindicar, pues tanto el País Vasco como Navarra son ya “Estados libres asociados”, como Puerto Rico en relación con los EE. UU.
El PSOE y Unidas Podemos se emplearon a fondo para lograr los números. La ilusión de la derecha, y parte del PSOE contrario a Sánchez, es que esta coalición de gobierno no aguantaría mucho, y “explotara”, y más con la situación de la pandemia. Pero esta ilusión se ha esfumado, lo que significa que infravaloraban a Sánchez y desconocen lo que significa socialmente Unidas Podemos y sus dirigentes a los que siguen considerando, con perjuicios clasistas, como unos “esgarramentas” pordioseros, bolivarianos, comunistas y todo eso.
Pues en medio de una crisis brutal y cuando no hay dinero para nada, se aprobaron los ERTES, el mantenimiento de los servicios esenciales, la coordinación con los "reinos de taifas" que cada uno de ellos solo van a "que hay de lo mío" (con una enorme insolidaridad incluso de aquellas autonomías que se dicen patrióticas); con medidas sanitarias, ayudas a autónomos, imposibilidad de cortes de luz y desahucios, negociaciones en Europa con una posible llegada de ayudas de 140.000 millones, ingreso mínimo vital, etc., con una oposición crispada, con los “varones y patas negras” de su propio partido en contra poniendo zancadillas y unos supuestos aliados también crispados que se abstienen o votan en contra según les viene el aire; Sánchez gana.
Alguna vez perderá; dirán algunos, y ocurrirá porque "no hay imperio ni gobierno que cien años dure". Lo que me pregunto yo es: ¿Quién ganará cuando Sánchez y su gobierno pierda? ¿Es posible una mayoría PP-VOX en el parlamento español? Yo lo veo imposible, en todo caso sería una España ingobernable; las izquierdas están mal y muy atomizadas, los nacionalismos periféricos también, pero las derechas nacionales (o constitucionalistas como les gusta llamarse ahora), han quemado ya todos sus cartuchos. Los poderes fácticos y económicos están desconcertados; no quieren a Sánchez y a su gobierno de coalición, pero las demás alternativas las ven inmaduras y descentradas; Querrían un gobierno PP-PSOE, pero esa posibilidad la ha echado a perder la propia derecha. El centro posibilista, paradójicamente, es hoy el centro izquierda que representa el gobierno.

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