jueves, 3 de enero de 2019

Charrada. Los Reyes vienen de Oriente y compran los juguetes en China.


Además, tienen que competir con el Papa Noel o el Santa Claus de los protestantes cada vez más influyentes que todavía compran en las tiendas españolas, aunque cada vez más en los grandes almacenes.
Por si fuera poco, en Samper, vienen en tren (no sé si todavía lo hacen), creo que ya se negaban a hacerlo porque van muy mal y no llegan a tiempo; si siguen así los trenes en la provincia de Teruel y casi todas las del interior como las de Extremadura, algún año llegarán a Semana Santa, y se van a cabrear.

Vaya días que llevamos; lo de las navidades y año nuevo es agotador. Se empieza con la lotería que siempre es el 22 de diciembre, y nunca toca, como en todos los juegos de azar. Más bien se pierde y si ganas algo te lo juegas en la del niño.
¿Será pecado la lotería como decían los antiguos moralistas?, creo que sí, pero solo venial; es decir, que se purga con las penas del purgatorio como los pecados de la gula que cometemos estos días (los que podemos cometerlos), porque la mayoría del tercer o cuarto mundo en guerras o miseria crónica no los cometen, pero sufren en este mundo como si fueran pecadores. Para colmo, sus reyes magos de Oriente vienen a Occidente a traernos a nosotros los regalos que fabrican ellos en vez de dejarlos en sus países de África, la India o en el doliente Oriente Medio ¡Qué injusta es la vida y que mal repartido está el placer, la riqueza o la pobreza!
Siempre ha sido así; yo como no me siento culpable de los males del mundo, del demonio y de la carne, intento vivir lo mejor que puedo sin sentimiento de culpa, aunque a algunos les pueda parecer cínica mi actitud; pero es que yo no estoy de acuerdo con la injusticia y moralmente soy relativista; desde el punto de vista filosófico, materialista, y desde el punto de vista religioso, soy pagano, escéptico y agnóstico. Por eso no me extraña que los Reyes no me pongan nada (y no se lo echo en cara a Melchor, Gaspar y Baltasar que bastante tienen con quedar bien con los que todavía les escriben).
Ya me entienden, y si no me entienden, no tienen ninguna obligación. Así que este año sea muy bueno para quienes tienen la paciencia de entrar en mi blog, y para mí: “Virgencica, Virgencica, que me quede como estoy”.

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