jueves, 19 de junio de 2014

ArtiCulo. Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España (Joaquín Costa).

     Decían los antiguos que la democracia puede degenerar en demagogia, al igual que el buen gobierno de la aristocracia puede degenerar en oligarquía y la monarquía absoluta en tiranía.
     Hoy las monarquías absolutas están obsoletas, al menos en Occidente; sin embargo se dice, desde sectores críticos o anti-sistema, que estamos en España bajo un régimen de oligarquía. Naturalmente, aún de ser cierto, la aristocracia que tenemos ahora, como ya la de los tiempos de Joaquín Costa, no tenía nada que ver con las castas aristocráticas de la Antigüedad Clásica ni con la Edad Media.

     En estos momentos se trataría de elites económicas y de lobbies que los enteradillos caducos llamamos a veces “poderes facticos”. Pero en todo caso, ahora como cuando el “Régimen de la Restauración” que denunciaba “Costa”, se trataría de una oligarquía liberal, no feudal o tribal, pero propia de una nación o país que no realizaron en plenitud la “revolución burguesa” (Reforma protestante, Revolución Francesa, etc.) como los países del centro y norte de Europa Occidental.
     Estos lobbies y poderes económicos, con los políticos que les representan (a ellos, no al pueblo), los modernos le llaman casta (creo que con poco rigor), a lo que otra hora, los regeneracionistas progresistas burgueses y socialistas utópicos le llamaban oligarquía y caciquismo, y desde el punto de vista político parece que no hemos avanzado nada. La corrupción, el clientelismo político y lo que ahora se llama “partitocracia”, mantiene el modelo de la vieja España retrógrada que debería haberse acabado con la “Reforma política” de la "II Restauración Borbónica de 1977". Pero no lo ha sabido hacer, y en este momento, el régimen está en decadencia fatal y su supervivencia puesta en cuestión.
     Esto en lo político. Sin embargo, la España actual, desde el punto de vista cultural y económico tiene poco que ver con los tiempos de la “Restauración Borbónica” del siglo XIX y primeras décadas del XX, que incluía la Dictadura de Primo de Ribera y donde la miseria alcanzaba a la mayoría de la población; esta población era también, la mayoría, analfabeta o iletrada; la desprotección social era general, no existían pensiones ni asistencia médica universal, reglamentación laboral o libertad sindical, etc. La enseñanza reglada para las clases bajas que eran la mayoría, solo alcanzaba hasta los 14 años, aunque en las zonas rurales donde vivía casi el 80% de la población el abandono era muy temprano y el absentismo grande sobre todo en las mujeres (me río yo ahora del fracaso escolar).
     Actualmente, en contra de algunos agoreros, intelectuales orgánicos, inconformistas empedernidos o pedantes pretenciosos, que se empeñan en decir que somos un país de analfabetos, tenemos a las generaciones jóvenes más cultas y mejor formadas de toda la historia de España; muchísimo más que en el siglo XIX y principios del XX. Los valores democráticos están más arraigados que en las generaciones anteriores, no siempre en la realidad, pero si en el imaginario colectivo: libertad, igualdad, fraternidad, femismo, pacifismo, sensibilidad ecológica y derechos para todo el mundo a la formación, a la sanidad, al trabajo, a la vivienda, etr..., con igualdad de oportunidades, sin exclusiones o marginalidad por cuestión de raza, origen, sexo, religión y demás.
     Otra cosa es si estas generaciones jóvenes están preparadas para un futuro de desigualdad económica muy grande. El capitalismo nos prometía acabar con la miseria y proporcionar la igualdad de oportunidades a través de un productivismo desmedido que ha fracasado. Con el desarrollo de las tecnologías, la productividad no se aprovecha para el reparto de la riqueza y del trabajo, como nos habían dicho; la productividad solo beneficia a una minoría.
     Habrá muchos problemas para los jóvenes de amplias clases medias que han sido educados en un excesivo proteccionismo familiar y tendrán que adaptarse a un consumo austero y responsable, alejado de lo que se les ha venido enseñando a los chicos y chicas en la familia y por medios de comunicación que todavía inducen al consumismo insensato. La restricción del consumo no es solo una cuestión política o social, es también ecológica; no se puede seguir con el despilfarro de los recursos, que no son ilimitados, además, el aumento de la población mundial está fuera de control; no parece que esto preocupe a los poderes financieros internacionales; cuanto más reserva de mano de obra haya mejor para los ricos, aunque a la larga quizá tendrán que arrepentirse.
Comentario al texto: Oligarquía y caciquismo...
     Con puestos de trabajo escasos; los que lo tengan, la mayoría en precario, incluso el muy experto y especializado, y con unas relaciones laborales y profesionales muy autoritarias y de competitividad agresiva ¡A muerte! Antagónicos con los valores democráticos burgueses o humanistas; liberales e igualitarios que les hemos inculcado en casa… Vamos, una esquizofrenia que volverá loca a las generaciones futuras. De hecho cada vez hay más ansiedad y depresiones cuando ahora todo el mundo se lava y tiene comida. Bueno, no todo el mundo, porque con la crisis está volviendo y creciendo la desnutrición y la miseria. Pero quien no la tiene está pasándolo mal también porque ya no se nos garantiza el “estatus” económico y social que creíamos garantizado.

     Yo me he vuelto conservador y lo que espero es que me aguante la pensión, aunque ni para eso solo confió ya en la actual “casta política” que está llegando a los niveles de bajeza y catadura moral e intelectual de los tiempos de Joaquín Costa. Pero si confío en la gente joven; aunque tiene defectos es más maja, más culta y más formada que nunca en la historia de la España moderna y de la antigüedad.

Ejemplo de la influencia del "Maligno" en la juventud española consumista:



    


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