viernes, 13 de septiembre de 2013

Ensayo: L´Once de Septembre y otras falacias (mentiras) de los nacionalismos.


Así terminal los nacionalistas radicales.
          Me refiero a todos los nacionalismos: El español en primer lugar, por ser el primero que padecimos, sobre todo el Nacional-Sindicalista, pero igualmente el Catalán, el vasco o el pequeño y moderno nacionalismo aragonés. El alemán, fascista donde los haya o el chauvinista francés, que se quería comer a España y nos puso de rey a Pepe Botella con el pretexto de las libertades de la Revolución Francesa. O el imperialista americano, que se arroga el interpretar lo que le conviene al mundo entero, que por supuesto es lo que le conviene a esa nación y no lo que le conviene al mundo entero, o el nacionalismo expansionista ruso, que es en lo que degeneró con el tiempo el internacionalismo bolchevique tan esperanzador.


          Aquí tuvimos que tragarnos en la escuela el que don Pelayo empezó la guerra de liberación de España contra los moros (la Reconquista de España), que duró 800 años; cuando en realidad fue una guerra entre dos castas o familias ideológicas, feudales, aristocráticas y terratenientes que se repartían el mundo: la germánica cristiana y la árabe musulmana. Entonces no existían las naciones tal y como las entendemos ahora, ni los sentimientos nacionalistas; España nació formalmente con las Cortes de Cádiz aunque el sentimiento nacional español se fue fraguando unos siglos antes entre los sectores urbanos de las ciudades y se consolidó de forma masiva en la población a raíz de la Guerra de la Independencia contra los franceses, que esta si que fue de verdad una guerra patriótica. 
         Los carlistas, por ejemplo, que eran absolutistas, fueron antinacionalistas españoles y su eslogan era  Dios, Fueros y Rey; que luego, cuando vieron el arraigo del nacionalismo español en la población (y que instrumentalizaban a su favor los liberales), cambiaron por Dios, Patria y Rey.
          La tendencia de los nacionalismos a manipular la Historia de manera consciente o hacerlo inconscientemente por falta de ilustración, ha sido constante. Cada año, por poner el ejemplo de nuestro pequeño nacionalismo aragonés, cuando llega la fecha del degüello del Justicia de Aragón, señor Lanuza, por orden de Felipe II, aparecen pintadas que dicen que en esa fecha se abolieron los fueros de Aragón y se acabaron las libertades. No es cierto que Felipe II derogara los fueros; fueron los borbones muchas décadas después, y no todos, pero libertades… ¿de qué libertades se habla?, ¿de la que tenían la mayoría de los campesinos siervos del terruño o las de la burguesía trabajadora de Zaragoza y de otras ciudades aragonesas reprimidas y acusadas de judaizantes por los aristócratas y la Inquisición? A toda la nobleza de Aragón les tenía que haber cortado la cabeza Felipe II y Aragón seria hoy día, en verdad, grande y rico, aunque no estaba, el monarca hispánico, en su ánimo el impartir justicia de verdad, solo estaba molesto y celoso con su ex secretario y antiguo amigo, el aragonés Antonio Pérez, porque, al parecer, le traicionó y se “entendía” con su querida; la duquesa, esa, guapa, que llevaba sombreros de hombre y un parche en el ojo como los piratas. No debía ser mala pieza.
          Los nacionalistas vascos han convencido a sus vecinos de que las guerras carlistas fueron guerras de liberación del pueblo vasco contra España. Sin embargo en Samper y en muchos pueblos de Teruel, cientos de campesinos se echaron al monte con Quilez y Cabrera, arruinados por la desamortización de Mendizábal que favoreció a la nueva burguesía caciquil del partido moderado y después de los de la Restauración (liberal y conservador). Eran reaccionarios, los carlistas, pero no lucharon por ninguna causa nacionalista, ni en Aragón, ni en Cataluña, ni en Euskadi. Lucharon porque estaban indignados y no podían dar de comer a sus hijos. Otros se hicieron republicanos y cantonales (que también confundimos con los nacionalistas). En aquellos tiempos del siglo XIX se luchaba en tres o cuatro bandos; unos contra otros y todos a la vez entre sí. El nacionalismo español, en su versión unitaria o federal, era el dominante y había arraigado en todas las regiones. Los otros vendrían en el siglo XX, sobre todo en las provincias que lo había hecho débilmente el español, como en Cataluña, Vizcaya y Guipúzcoa, y solía ser bastante carca la ideología de estos últimos nacionalismos.
          Lo mismo pasó con las luchas anti señoriales de campesinos y menestrales, como la de los segadors en Cataluña y las germanías del País Valencià. Confundirlas con reivindicaciones nacionalistas anti castellanas no es de rigor, fueron luchas sociales económicas, y es un error confundir las guerras de los comuneros de Castilla con nacionalismo castellano, como hacen los nacionalistas de Castilla (que los hay). Y la Guerra de Sucesión, que no de Secesión, y l´Once de Septembre, fue eso, una contienda de familias aristocráticas europeas por quedarse con el trono de las Españas; A la Corona de Aragón se le quitaron los fueros y las libertades medievales, anacrónicas ya, porque los borbones eran centralistas y progres. La Corona de Castilla también desapareció y salvo la villa de Madrid y las provincias del norte, perdió peso en el conjunto de España. 
          Cataluña que era una región retrasada y feudal (como Aragón), ganó más que perdió. Aragón apenas ganó nada porque estaba en el interior y carecía de una burguesía urbana emergente como la que había en muchas ciudades catalanas, sobre todo en Barcelona. El decreto de Nueva Planta, a la larga, favoreció al pueblo de Cataluña; solo perdieron los estamentos de algunas ciudades que, en el conjunto de España, apostaron por el rey perdedor. El pueblo descanso cuando se terminó una guerra dinástica absurda que duró casi 15 años. El resto del siglo XVIII, España alcanzó cuotas de progreso como nunca las había tenido, hasta que Napoleón nos invadió para traernos libertad, igualdad y fraternidad, Pero no lo entendimos; tampoco en Cataluña lo entendieron y sus guerrillas degollaban a todo francés que atravesaba los pirineos para mayor gloria de España.
          Ahí volvimos a la miseria y no salimos parcialmente hasta los años 20 y 30 del siglo XX con la Dictadura de Primo de Ribera y, sobre todo, con la II República, pero con Franco y su guerra neurasténica vuelta a empezar con la miseria, hasta la década de los 60-70 del siglo pasado.
          Ahora, sin guerras, nos están llevando otra vez a la indigencia, pero no es culpa del Estado Español, que ya no existe. ¿Es que no se han enterado, los nacionalistas de todas las tribus y especies, que el Estado Español ya no existe más que formalmente? Independizarse de lo que no existe es una tontería, más cuando lo que quieren es salirse de España para entrar en la UE como nación separada. 
          Por eso con quien tienen que negociar los catalanes el derecho a convocar un refrendo es con las autoridades comunitarias (ni siquiera con el Parlamento Europeo, que no tiene competencias y solo están, sus señorías diputados/as, para cobrar la paguica que les asignan).
          Si convencen a los burócratas de Bruselas y a los lobis económicos y políticos de la UE, de que no quieren formar parte del organigrama autonómico español, ya tendrán el problema resuelto. Sin embargo la UE, sin el consentimiento del gobierno y el Parlamento Español, no accederán. Y el consentimiento del parlamento y el gobierno Español, aunque no sirvan para casi nada más que para refrendar lo que le ordenan desde la UE, no lo obtendrán. 
          Si los independentistas vascos, que son más brutos, no han conseguido la independencia de Euskadi, que se les vaya quitando de la cabeza a los de Cataluña el poder conseguirla. La Unión Soviética o Yugoslavia se desmembraron porque a las potencias occidentales les interesaba que estos estados desaparecieran totalmente; Quebec o Escocia forman parte de Estados muy consolidados democráticamente en los que el derecho de autodeterminación esta asumido por las partes. Pero otras regiones europeas como las españolas, las francesas (Irlanda del Norte mismo), no. Y ha habido muchos muertos en algunas de ellas.

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