Moises enseñando a su gente la Ley de Dios |
MOISÉS Y LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS.
Moisés
fue, posiblemente, un líder real, quizás una ficción; pudo ser el nombre mitológico
del fundador o jefe de una secta nacionalista o una escuela de sacerdotes, sabios o jueces filosófico-místicos que intentó en la antigüedad muy remota, cuando el mundo estaba muchísimo menos
poblado que ahora, unificar a una serie de tribus beduinas o camitas siervas
del Imperio egipcio con delincuentes y restos de esclavos en paro y sin prestación
por desempleo.
Aprovechó que sobrevino una de las crisis cíclicas de ese imperio para largarse de Egipto, ya que no tenían territorio autónomo para independizarse o, quizás, no se lo permitieron y prefirieron, los egipcios, que se fueran de este país pues no necesitaban jornaleros, ya que siempre, después de varios años de vacas gordas, le venían a Egipto otros tantos de vacas flacas y malas cosechas; eso lo sabemos los que hemos estudiado la Historia Sagrada; cuando se estudiaba en la escuela. Digo escuela porque cuando era niño no decíamos colegio, que eso era como llamaban a la escuela los que iban a la de pago.
Ahora no nos
gusta nada el sistema patriarcal arcaico que inventó Moisés, pero en el
contexto de aquella época y con la gente desestructurada que le toco educar, lo
suyo fue un trabajo titánico y progresista, que diríamos ahora; sin tutores,
sin profesores de apoyo y con la sola financiación del maná que les mandaba
Dios por las mañanas. Poco, porque Dios, aunque a algunos le enfade lo que le
digo, siempre fue algo tacaño.
Ordenó,
Moisés, adorar a un solo Dios, sin ídolos, para separar a las huestes de su
pueblo de la alienación de la casta sacerdotal decadente de Egipto y de los
funcionarios corruptos que solo incitaban al consumismo de las clases medias y
a un desarrollo insostenible (los monumentos, los palacios y las estatuas eran
enormes), a la par que los reventaban a trabajar. (Entonces no había políticos,
que eso se inventó en la Grecia unos siglos después, y en la Europa contemporánea
no vino hasta la Revolución Francesa o
en España después de la Guerra de la Independencia con los liberales
decimonónicos.)
Mandó,
bajo pena de muerte, el responsabilizarse de los padres ancianos, cosa que
parece que no hacían muchos; el respetar la mujer del prójimo, cosa que no se
respetaba; prohibió la poligamia y el poder tener esclavas para desempeños sexuales.
De ahí viene el tabú de no tener relaciones de ese tipo fuera del matrimonio.
Prohibió
también matar, robar, mentir, y no lo hizo solamente de manera retórica sino
que lo imprimió en la conciencia como pena cardinal de difícil expiación en la
eternidad futura. Como para acojonarse.
Los
israelitas y judíos fueron los únicos que conservaron estas tradiciones; la
mayoría de las tribus descendientes de aquellos primeros hebreos volvieron a
muchas costumbres perversas hasta que llegó el Islám con su interpretación
particular pero más o menos en la misma línea, aunque Mahoma o sus seguidores
no se atrevieron a prohibir la poligamia y el concubinato, solo reglamentaron y
limitaron esas prácticas. El resto del Imperio Romano hacía unos siglos que
había adoptado las versiones cristianas del mesianismo.
Me
he dejado para lo último una de las leyes de Moisés que él decía que le había
entregado Dios en unas tablas gravadas, porque entonces no se había inventado
el papel y a los pobres no les llegaba para papiro.
Posiblemente
se las entregó Dios, como afirmaba el, o se lo imaginó, porque sabemos que
Moisés bebía vino, a diferencia de otras escuelas místicas de la época; eso también
porque, como su pueblo le consideraba en línea directa con Dios y los había
liberado de la servidumbre o de la esclavitud, ¿a ver quien le llevaba la
contraria?
Esta
ley, la tercera o cuarta, que ya no me acuerdo de los Mandamientos, era la de Santificar
las Fiestas; sin duda, la primera conquista de la clase trabajadora antes de
que se crearan los sindicatos.
La
jornada de ocho horas y “la semana
inglesa” vendrían varios siglos más tarde con los laboristas ingleses y la
socialdemocracia.
Deberían dedicarse, ese día, a rezar a Dios y reunirse con la familia y los amigos. Nada
menos que uno de cada siete días, más la conmemoración de la salida de Egipto
(la Pascua) y otras que irían añadiendo, pues los judíos eran muy mediterráneos
y aprovechaban cualquier conmemoración para hacer fiesta y montar el tenderete
para vender cosas a los gentiles que venían de las tribus y países vecinos a los
que les dejaban el dinero a renta para que les compraran cosas; así que hipotecaron
a muchos, incluso a muchos patricios y plebeyos romanos.
Por
eso los echaron también los babilonios
que los habían deportado a la pecadora Babel para ver si los
fragmentaban y se disolvían. Pero no pudieron. Y después los romanos que ya los
dispersaron por la Diáspora, para no tener que devolverles el crédito con
intereses. Estuvieron a punto de acabar con estos imperios a pesar de que los
israelitas apenas tenían ejército ni armamento.
La
interpretación de los festivos a cambiado a lo largo del tiempo, de las
corrientes sociales o de las religiosas; los israelitas todavía lo celebran en
sábado, lo mismo que algunas pocas denominaciones cristianas; por lo general “cultos” como los adventistas o testigos
de Jehová, aunque la mayoría de los cristianos lo cambiaron al domingo porque
los romanos de la capital, con el Papa a la cabeza, lo adaptaron a la
sociología metropolitana. Parece ser que a los romanos, los domingos después del sábado de fiesta, les
entraba el “síndrome post-festivo” y
estaban todos de baja ese día, así que trasladaron el festivo al domingo y
“mataron dos pájaros a un tiempo”. Los mahometanos por fastidiar y llevar la
contraria, como siempre, lo adelantaron al viernes.
La
rigidez en lo festivo también cambia; en algunos pueblos del norte de América
no puede nadie ni ir a un bar, porque no pueden abrir en domingo ni los bares y
hasta Protección Civil tiene problemas a la hora de realizar un rescate pues no
quieren ir, sobre todo si los accidentados son negros, católicos o forasteros,
y si no has comprado tabaco, te quedas sin fumar. No se puede jugar al futbol,
etc. Un aburrimiento.
Los
que, por nuestra edad, vivimos la época de la Dictadura, sabemos que había que
pedir permiso a la Iglesia para poder segar
la cosecha en día de guardar; si ibas a misa te daban el permiso. Cuando había
necesidad de recaudar dinero o por “joder
la marrana”, los “guardias ceviles”
salían los domingos a la entrada del pueblo y multaban a los ingenuos
labradores que habían salido al campo sin autorización o a los trabajadores de
la Renfe o de la Calvo Sotelo (Endesa), que aprovechaban el domingo para ir a la huerta para
hacer pluriempleo.
Ahora,
con eso de la postmodernidad, somos los agnósticos y ateos (entre los que
también estamos mucha gente piadosa y con fe), quienes queremos santificar las
fiestas e incluso ir a misa si hace falta si eso nos libera de trabajar. Son
los neoconservadores-liberales, que no tienen sentido del humor, ni son ya
conservadores, ni liberales, ni nada, los que quieren recortar los festivos,
los puentes y las vacaciones, que en el fondo es cargarse las fiestas.
Porque
dicen que se trabaja poco en España. ¡Claro, pero porque hay un 23% de paro! También
dicen que los que trabajan, deben trabajar más, o sea, que si trabajan más los
que tienen trabajo, habrá más paro. Y quieren que se jubile más tarde la gente
como si faltara mano de obra. ¡Qué angunia!
Es
que nunca entenderé a los políticos y a los economistas liberales. A la plebe
ciudadana tampoco; quiere adorar a Dios y al Becerro de Oro al mismo tiempo. A
Moisés sí que lo entiendo, salvando la distancia que es larga; supo organizar a
su gente, tener autoridad y enfrentarse contra quien hiciera falta pero, me cachis en la mar, por un pequeño fallo Dios le inhabilito para el cargo y le
prohibió entrar en la Tierra Prometida. ¡Eso era tener responsabilidad, no como
ahora!
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