Antes del COVID, nos sorprendía ver cómo los ciudadanos de países asiáticos, en un ejercicio de responsabilidad colectiva, se ponían mascarillas en cuanto los virus respiratorios empezaban a circular en el ambiente,
Aquí no,
siguen prevaleciendo las ideas irracionales negativista; a muchas personas que
les fueron bien las vacunas pero que, probablemente, les crearon molestias y algún
efecto secundario siguen diciendo que a ellos no les meten más bichos en el
cuerpo o sale a relucir lo de las grandes farmacéuticas y las teorías de la
conspiración. Las administraciones publicas de la sanidad tampoco se atreven a
dar mucha matraca porque saben que no es popular en gran parte de la
población esto de las vacunas a pesar de que desde que se implantaron se han
salvado de cantidad de enfermedades y muertes millones de personas en todo el
mundo.
De nuevo el
rechazo a aceptar cualquier medida de coordinación llegada desde el ministerio
o acordada por consenso en la conferencia interterritorial, y no por razones
objetivas sino, cabe presumir, por los réditos políticos que algunos calculan
de dar pábulo a los sectores abonados a la insumisión sanitaria. Porque esta
vacilación, o aún más, la búsqueda del conflicto sea cual sea la propuesta a
abordar, no hace más que alimentar al negacionismo más irracional que ha
resistido cualquier evidencia. La timorata campaña de vacunación de gripe y COVID,
que solo ha cubierto a un tercio de la población y no ha sido precisamente
proactiva, no solo deja a la población más descubierta ante las infecciones. De
nuevo, se ha renunciado a enviar un mensaje claro a estos sectores
irracionalmente remisos.
Por si fuera
poco, en España, en el conjunto del país, la situación de la SANIDAD ha
empeorado. Hay datos que aisladamente podrían ser anecdóticos, pero que en la
práctica no lo son. Por ejemplo, la Atención Primaria sigue estando totalmente
desactivada, no ha recuperado el tono que tenía previamente a la pandemia. Las
demoras en la Atención Primaria siguen siendo generalizadas, muy importantes.
Un porcentaje elevado de la población cuando pide una cita en su médico o su
médica de familia la obtiene con más de una semana de demora. Eso,
evidentemente, hace que la Atención Primaria no tenga capacidad de responder
ante los problemas de salud de la gente. Ahí no se ha arreglado. Pero también
en la atención hospitalaria sigue habiendo muchos problemas. El último
barómetro sanitario sobre listas de espera, que publica el Ministerio de
Sanidad, señala que en el primer semestre de 2023 se hicieron 109.000
intervenciones quirúrgicas en el conjunto del país menos que en el primer
semestre de 2019. No hemos mejorado. Desgraciadamente, si ahora volviese a
surgir una pandemia de características similares la situación de partida sería
peor.
Y la gente
cuando se resfría, aunque sea por un catarro estacional, como no lo atienden en la atención primaria hasta que ya se le ha pasado, acude a las urgencias
hospitalarias y el resultado es de “colapso total”. Hace una semana pille un catarro
que me dejo sin apetito y sin fuerzas, no era ni COVID ni gripes por las que me
vacuné; toda la gente que bien me quiere me decía, pero porque no vas a
urgencias. Yo, que con catarros como este he ido a trabajar cuando estaba en
edad laboral.
Así estamos;
cada vez funciona peor la Sanidad y cada vez cree menos en ella la gente salvo
cuando se resfría que vamos a que nos receten paracetamol. Que para eso
pagamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario