sábado, 4 de septiembre de 2021

Historia y cultura. Una página muy dramática y muy poco conocida de la historia de Aragón.



CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

Profesor de Secundaria. Zaragoza

Uno de los acontecimientos más importantes en la Historia de Aragón ha sido "La Expulsión de los Moriscos", (los mudéjares bautizados reciben el nombre de moriscos) ocurrido en el año 1610. Obviamente hay muchas otras razones para explicar el déficit demográfico en Aragón, pero mucho tiene que ver en esta circunstancia el que a partir de septiembre de 1610 en torno a 60.818 moriscos salieron de nuestra tierra: por el puerto de los Alfaques (38.286), por Roncesvalles (9.962) y por el Somport (12.570). Lo que supuso entre un 15% y un 20% de la población aragonesa, según el profesor Gregorio Colás. En algunas zonas fue un auténtico cataclismo demográfico. El pueblo de Vinaceite quedó totalmente deshabitado.

Esos aragoneses expulsados -tan aragoneses como los que permanecieron, ya que llevaban siglos viviendo en nuestra tierra- por motivos religiosos fueron los que nos han dejado el patrimonio histórico-artístico más valorado por las instituciones expertas de la materia a nivel internacional. No en vano la UNESCO ha declarado Patrimonio Mundial al Arte Mudéjar de Aragón, corroborando el valor universal y excepcional de este arte, lo que significa que este estilo sea el más genuino de nuestro pasado artístico. Edificios como las torres de Teruel, o la Magdalena y San Pablo en Zaragoza, o las iglesias de Tobed, Cervera de la Cañada o Torralba de Ribota, son algo de lo que todos los aragoneses debemos sentirnos orgullosos. Con estos dos datos queda demostrado de una manera fehaciente la trascendencia de lo mudéjar en nuestra historia.


El hecho que estamos comentando ha sido, proporcionalmente, el mayor exilio de la Historia de Aragón, bastante superior al exilio de 1939, pues la población entonces era mucho menor que tras la Guerra Civil de 1936-1939. Sin embargo, no es el exilio más recordado. De hecho, pienso que son muchos los aragoneses de hoy que no conocen esta trágica historia. Pero trágica de verdad, como veremos más adelante en un documento. Este desconocimiento debería ser subsanado para reconciliar a la sociedad aragonesa con su propia Historia y con los descendientes de esos otros aragoneses que desde hace siglos pueblan el mundo, llevando con ellos la nostalgia y el amor por su antigua tierra, expresado en sus tradiciones, en su música, en las palabras castellanas conservadas en su lenguaje, en su interés por todo lo español y aragonés. Habría que hacer un reconocimiento de su sufrimiento. Debería utilizarse la Historia no para levantar rencores y crear muros infranqueables, sino para tras 400 años incentivar una amistad nueva, recuperando y dando a conocer a la sociedad aragonesa la memoria de la esta tragedia morisca, y tratar de tender puentes hacia los descendientes --residentes en el Magreb-- de aquellos moriscos, que tuvieron que salir muy a su pesar de su tierra tan querida.

Tampoco es cuestión en estos momentos de echar culpas sobre aquellos personajes históricos que tomaron tan traumática decisión: Felipe III o el patriarca Juan Ribera. O sobre los Reyes Católicos por la expulsión de los judíos en 1492. Mas, la historia debe servir para entender y hacer mejor el presente. Como también para que no vuelvan a cometerse semejantes errores. Y que tengamos muy claro todos los españoles que la imposición de una religión, la católica, en España fue a costa de perseguir por parte de los poderes políticos y religiosos oficiales de una manera inmisericorde a los herejes, los luteranos, los erasmistas, los heterodoxos de cualquier tipo, junto a los judíos y los moriscos. Y que por ello se perdieron por el camino para siempre las aportaciones de todos estos colectivos perseguidos. Sirva de ejemplo claro el dato siguiente. En la comunidad judía de Híjar, a partir de 1485 bajo el patrocinio del primer duque de Híjar se desarrolló una de las primeras imprentas de Aragón. Estaban al frente tres socios: Elieser ben Alantansi, Salomón ben Maimon Zalmati y Abraham ben Isaac ben David, judíos conversos. De allí salieron cinco incunables extraordinarios. Con la expulsión de los judíos en 1492 por parte de los Reyes Católicos la imprenta fue llevada a Lisboa.

Ahora quiero reflejar algunos documentos de la época de la expulsión de los moriscos en Aragón, que es un fragmento del artículo de Gregorio Colás "Nueva mirada sobre la expulsión de los moriscos aragoneses y sus consecuencias", publicado en 1610.

Un gran drama humano, que sufrieron hace 411 años muchos aragoneses. Insisto tan aragoneses como los que permanecieron.

"En su "Expulsión justificada de los moriscos españoles", Pedro Aznar Cardona, ofrece, en tonos periodísticos, un sombrío cuadro de los expulsados "moriscos"   camino del destierro, en el que si algo se echa en falta es precisamente una brizna de jolgorio. En crudo realismo cuenta que:

“en  orden  de  procesión  desordenada,  mezclados  los  de  a  pie  con  los  de acaballo,  yendo  unos  entre  otros,  reventando  de  dolor  y  de  lágrimas,  llevando grande estruendo y confusa vocería, cargados de sus hijos y mujeres, de sus enfermos, viejos y niños, llenos de polvo, sudando y carleando, los unos en carros apretados  allí  con  sus  personas,  alhajas  y  baratijas;  otros  en  cabalgaduras  con extrañas  invenciones  y  posturas  rústicas,  en  sillas,  albardones,  espuertas,  aguaderas,  arrodeados  de  alforjas,  botijas,  tañados,  cestillas,  ropas,  sayas,  camisas, lienzos,  manteles,  pedazos  de  cáñamo,  piezas  de  lino...  Unos iban a pie, rotos, mal vestidos, calzados con una esparteña y un zapato, otros con sus capas al cuello, otros con sus fardelillos y otros con diversos envoltorios y líos, todos saludando a los que los miraban diciéndoles: El Señor les ende guarde. Señores, queden con Dios... yban de cuando en cuando muchas mujeres de algunos moros ricos  hechas  unas  debanaderas,  con  diversas  patenillas  de  plata  en  los  pechos, colgadas  de  los  cuellos,  con  gargantillas,  collares,  arracadas,  manillas,  corales y con mil gayterias y colores en sus trajes y ropas, con que disimulaban algo el dolor del corazón, los otros, que eran mas sin comparación, iban a pie cansados, doloridos, perdidos... padeciendo incomportables trabajos, grandísimas amarguras, muriendo muchos de pura aflicción, pagando el agua y la sombra por el camino por ser tiempo de estío”.

En su minuciosa observación de las columnas, Pedro Aznar Cardona no apreció, a pesar del detallismo de su descripción, ni el más leve atisbo de alegría por la marcha, aunque ese gesto favorecía sus propios postulados ideológicos. Tampoco este clérigo alejado del Evangelio mostró la más mínima compasión.  ni siquiera la contemplación de tanto sufrimiento ablandó su duro corazón.  Otros testimonios reproducen el mismo espectáculo sin tanta ampulosidad, aunque con un mayor sentimiento por los sufrimientos de los que se marchaban.  El escribano del concejo de Borja dejó este puntual testimonio de la salida de los moriscos de la ciudad y sus barrios, Rivas, Maleján y Albeta y la vecina villa de Bureta: 

“y ansí dicho día del Corpus —el 10 de junio de 1610— por la mañana salieron todos con sus mugeres y criaturas a la cruz de Albeta que fue un espectáculo grande y lastimosso y más para considerar que para dezirse...  Salieron con mucha paciencia y tan rendidos que ponía lastima grande verlos”.

El cuadro pintado para Borja se repitió en lo sustancial, en cada una de los contingentes que desde los distintos puntos de concentración fueron llevados a la costa y, en menor medida, a la frontera francesa.  tan sólo variaba la profundidad, los rasgos del contraste y el colorido del cuadro que dependían del número y riqueza de los componentes del grupo. no mostraban precisamente alegría contrariamente, a lo que unos meses antes había denunciado el inquisidor, Santos. Como tampoco entre los cristianos la indiferencia que parece mostrar Aznar Cardona. La piedad y lastima del escribano de Borja fue, me atrevería a decir, un sentimiento frecuente entre cristianos viejos aragoneses como lo estaba siendo entre los castellanos.... " .

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