Reproduzco una entrevista que se realizó a José Ansón Martín, en el periódico
local de “HATO DE VOCES”, 3ª época, en el nº 4 de marzo del año 2005. Me ha
parecido muy importante su reproducción por lo que tiene de testimonio de lo
que era la Semana Santa hace unas décadas, incluso en su niñez, recién acabada
la “Guerra”, en la que, seguramente, todavía quedaban reminiscencias de antes,
como el llevar túnicas moradas y negras, con telas y hechuras diferentes a las
de ahora.
Cuando empecé a salir de ronda a tocar el tambor, siendo muy niño, era
uno de los veteranos a los que me “pegaba” para ir aprendiendo a tocar; cuando
me veía, enseguida me llamaba para ponerme a su lado y me confirmaba lo bien
que lo iba haciendo (lógicamente tocaba bastante mal). Sirva la reproducción de
este artículo como homenaje a esta gran persona y samperino fallecido
recientemente.
Nota: Por cierto, no firma nadie
la entrevista y por lo tanto no puedo poner su nombre. La reproduzco tal y que
como está escrita.
ARTÍCULO:
Le pedí a José “El Teresete” que habláramos de la Semana Santa y del
Tambor, no me puso ninguna objeción, -cuando quieras…, ya sabes donde vivo
-dijo-. Y de lo que “charramos” entre los dos, hemos escrito este artículo.
José Ansón Martín, es el menor de tres hermanos varones, tiene ahora 71
años. Es conocido por todos como “El Teresete”, mote del que presume, en honor
de su abuela Teresa que, por aquello de ser menuda, era zarandeada por los
suyos, con cariño, a la vez que le decían -mi Tereseta”-.
El primero que le puso un tambor en las manos fue su padre D. Domingo
Ansón Tapia, quien se lo hizo. Un tambor de una lata de sardinas, y con piel de
conejo; esos conejos que se criaban antes en los corrales de las casas. La piel
de conejo era pelada con el vidrio de una botella rota (que por aquel entonces
no había muchas botellas de vidrio). Los palillos los elaboraba a mano y
normalmente eran de madera de latonero.
José se recuerda ya con 7 años con el tambor y los palillos en la mano,
con un pantalón corto y unos tirantes para el tambor. Su padre llevaba una túnica
morada, pues nos cuenta que había túnicas moradas y negras, recuerda bien que
no llegaban hasta los pies, vamos que eran cortas y lisas y lasas. Y que la
tela era más basta como las sayas de las abuelas (que ya no se ven abuelas con
sayas), Nos dice que a modo de ejemplo; que de cien tambores (que no saldrían
más) … unos cuarenta la llevaban morada. También hablamos que antes se hacían
más túnicas de “nido de abeja”. Ahora se hacen las túnicas “sotana de cura” y
negras claro.
El ha ido siempre en cuadrilla, con gente de su edad, llevaban un bombo
pequeño no tan grande como los que se llevan ahora, y solían pintar los
tambores y el bombo con colores, desde el rojo y el amarillo (bandera
española), a otros colores que adornaban el tambor y el bombo, se juntaban y
cenaban o almorzaban en las casas particulares todos juntos, era una forma de
estar el máximo tiempo juntos y tocando.
Recuerda solo cuatro bombos potentes, dos llevados por “Los Barbas”,
Joaquín Castán padre; que era el más joven de los 4 bombos” y un hijo del tío
Franco.
Cuando José era mocete, el primer año de “Mosén Jesús” como párroco, a
este le parecía incorrecto que los bombos fueran por medio de la procesión y
equivocadamente a los cuatro bombos, les hizo ir por la orilla, el cornetín del
“Tío Palomar” tocó parada y los bombos y tambores pararon. El Alcalde de
entonces “D. Ignacio algo hablaría con el cura, porque al año siguiente, Mosén
Jesús promovió y empujó la Semana Santa como nadie esperaba (José afirma que
éste cura fue quien sembró la Semana Santa como la recogemos hoy); se compraron
nuevos pasos, siendo el Mosén el recaudador, aunque también hubo familias
hacendadas que donaron algún paso.
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También recuerda que muchos preparaban obras de teatro cada año, y la
recaudación de taquilla se entregaba para un paso; “el Nazareno”.
Nos cuenta que los tambores así como se llegaba a la iglesia con la
procesión por las puertas mayores se metían en la iglesia tocando, hasta que un
cornetín marcaba la señal de parada, aunque claro… eran pocos. En las puertas
mayores también colocaban un tronco grande cruzado al que le daban con unas
“mazuelas” de impelte, porque no todo el mundo tenía ni tambor ni bombo.
Los más pequeños llevaban “carraclas”, solo los chicos, iban con
vestimenta de calle en la procesión y sin parar de hacer ruido. El que conseguía
un tambor olvidaba la “carracla”.
José recuerda en sus inicios que “Rompían la hora” a las 10,30 horas de
la mañana del Jueves Santo y sobre las 4 horas de la madrugada se iba al
Calvario a bajar las “Imágenes”. La mañana del viernes se hacía procesión del
“Pregón” y a la tarde la procesión del “Pregón y en la tarde la “Procesión del
entierro” y al finalizar la procesión se dejaba de tocar.
Años más tarde, con sus hermanos Miguel y domingo, el tío “Punciano
padre”, el Miguelín el Franco, “El Panadero”, y unos cuantos más que no
recuerda fueron a hablar con el Alcalde D. Miguel para pedirle que nos dejaran
tocar una noche más, el alcalde solo les puso una condición que no hicieran
“muchos rastros”, vamos que tocaran con respeto. José afirma categóricamente y
con orgullo, que no hay ningún pueblo que se toque tanto como aquí.
José vivió la constitución de la Ruta del Tambor y el Bombo. El ha ido
muchos años a tocar a Zaragoza, y ha sido maestro de los chicos y chicas que
ahora tienen ya los cuarenta y tantos, chicos que ganaron concursos infantiles
en la Plaza del Pilar de Zaragoza, cosa que recuerda con mucho orgullo. Con sus
chicos han ido a Calanda, Alcorisa, Andorra. La Puebla, a Hijar. En Hijar hace
unos 28 años, sus chicos ganaron el primer premio infantil, estaba más contento
él que sus chicos, fueron nuestros chicos tan inocentes…, que no sabemos quién
les cambió el recuerdo del premio, por una tarta, - ¡para una vez que
ganamos!-.
Según “El Teresete” Samper es uno de los pocos pueblos donde se lleva
tocando el tambor desde hace cien años o más.
Los toques en Samper de las procesiones son los primitivos.
Ahora las cuadrillas son grandes de más de cuarenta personas, ni
comparación con lo que José vivió de joven, ahora dice que es mucho mejor. Lo
importante es tocar todo lo que puedas, estar con tu cuadrilla, y respetar los
actos comunitarios como las procesiones, que también nos dice que la gente
respeta mucho más que antes.
En las procesiones, el tamborilero tiene que ir bien vestido con el
tercerol siempre, y excepto en la procesión de la “Soledad” que se puede
llevar sobre el hombro, en las demás siempre puesto en la cabeza. En la
procesión del “Entierro” recuerda que llevaban la cara tapada, es decir con el
gorro bajo, hace unos cuarenta años y que ahora ya es voluntario.
Comenta que, hace 50 0 40 años, el ha visto en las procesiones de todo y
feo, y por suerte nos cuenta con alegría que ahora ya no se ve. Que en los
últimos cuarenta años se ha formalizado todo y eso es bueno para Samper, con la
colaboración se ha logrado, y de todos es poder mejorar, como solucionar los
espacios vacíos que se puedan dar en las procesiones, etc. Y que no pasa nada
si uno no puede seguir el ritmo de la procesión y se ve obligado a salir. Hizo
referencia al “CIT” en la que los miembros de la Junta llevaban una “chapica” y
se encargaban de “llamar la atención” y te encontrabas que la gente se
enfadaba, por eso nadie quería ser de la Junta. Hoy nadie se enfada si se le
llama la atención, que somos más “civilizados”. Respetar a la persona que viene
de fuera y a los que vivimos aquí; que el pueblo somos todos. Nosotros tenemos
que tener la voluntad de apoyar a los que están en los sitios porque los que
están tienen la buena voluntad de estar y seguro que lo hacen lo mejor que
pueden y saben.
Hablamos de la figura de Luis Buñuel, que nos viene bien a todos, no
solo a Calanda, que él cuando escucha los tambores de Calanda, en la “Tele”, se
le ponen “los pelos de punta”. Que a quien le gusta el tambor, da igual de
donde sea el tambor que suene; suena y gusta.
José también hace tambores para los suyos. A sus nietas lo primero que
les prepara es un tambor y la abuela la túnica. Nos enseñó sus tambores de
hojalata y piel curtida como los de antes y nuevos, algunos hechos con el marco
de una “criba”, otros más elaborados. En casa de José encontrarás ropa de
pasos, túnica, tambores y lo que “haga falta” para el que quiera participar en
nuestra Semana Santa.
La cuadrilla de José siguen tocando por el pueblo de casa en casa,
tomando torticas a la sartén, torticas mal hechas, tortas de pascua,
rosconcicos, los moscateles hechos en casa con vinos de la tierra, dice que han
perdido un poco porque ya va siendo mayor y muchos tienen que cuidar lo que
beben y lo que comen. Pero que conste que, el pasado año tocó sin parar todos
los días, vamos, aun aguantan.
Resaltamos nuestra conversación el Día de la Convivencia, que se celebra
en Samper, el Domingo de Ramos, viendo desde los más pequeños a los
“profesionales”, a los pueblos invitados, que todavía nos faltan por
invitar a algunos. José se emociona mucho viendo a los chavales y recuerda
de un año a otro, como van progresando. Pero también le gusta mucho compartir
en esos pueblos como en “María de Huerva” cuando se va y se nos trata de maravilla
siempre.
La Semana Santa cada día se potencia más, por si misma, cada año toca más
gente, y eso que el pueblo cada día va a menos. Se han contado hasta 140 bombos
algunos años.
Que el Calvario ya está “arreglado”, que ya era hora.
Entre otros comentarios hicimos referencia a cómo deben ser los trajes
de las mujeres que acompañan a la virgen, y nos cuenta su mujer que estaba
presente, que no hay, digamos ninguna norma; entre mujeres se llegó a la
conveniencia de ir vestidas de oscuro (luto), pero si una persona desea
acompañar a la Virgen puede hacerlo como pueda. Luego salió la moda de las
mantillas y tejas, “de Manola”, pero no obstante vestidas de baturra, con
mantilla de baturra y los mantones que se tenían; salían la Tía Molinera y la Tía
Rosa “la Rosaina”. Y comentarios y trajes hay, para hoy, poder salir así.
A José le parece muy bien que el Ayuntamiento en representación del
Pueblo salgan en las procesiones como tal.
Nos cuenta que cuando se “corría” que algún vecino está muy enfermo, al
pasar por la casa dejaban de tocar y a raíz de esto recuerda a D. Roberto
sacerdote de Albalate, que le decía al “soriano” sacerdote de Samper, -yo tengo
hasta cinco tambores y a ratos ensayo y tu tendrías que hacer lo mismo, y si te
molesta que se queden en tu puerta tocando, al año que viene tendrían que tocar
en tu puerta no cuatro o cinco, sino cincuenta-. Y así lo hicieron.
En Semana Santa da igual que seas Juan o Pedro, ministro, barrendero, o
sacerdote, uno es un tamborilero sin más.
Admira a los que están enseñando y ensayando para crear un grupo de
toques, que así es como se potencia el tambor y que se debería animar a las
cuadrillas que hay en el pueblo, a ensayar y practicar nuevos toques y
atreverse a salir fuera del pueblo, a concursar o a participar.
Cuando le confesé que no sabía tocar el tambor, me pidió que fuera a
ensayar con los “tradicionales” y que tenía que salir en el día de la
convivencia. Fueron sus últimos comentarios me insistió mucho… pero mucho…
ahora entiendo que cerca de José hasta su yerno a quien no “le iba…”; ahora
además de tocar, hasta hace bombos.
La Semana Santa es formidable, dice siempre.
Ma gustaría reseñar que de la mano de José sus hijos aprendieron y a su
vez enseñaron a otros a tocar el tambor, y que incluso su hijo tocó de batería
en el grupo musical “Los Calvarios”. Ya veis como puede dar de si el tambor y
lo bueno es que todos tenemos uno. A José le viene la “saga” pero él ha sabido
continuarla.
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Con permiso de Majano |
Este artículo-entrevista sobre TERESETE, lo hizo Isabel Espés... y muchos más.
ResponderEliminarMuy bueno y testimonial.
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