El
lenguaje bélico y agresivo se ha impuesto en el deporte: “El Barça golea al
Madrid a sangre fría”, “liquida a su rival con una precisión asesina”, “el
Madrid solo daba arañazos”, “los locales disparaban con munición real”. Otras
veces se emplea lenguaje taurino: “le entró a matar”, le dio dos capotes”, “apuntilló
al portero”.
En los políticos
profesionales y en el parlamento pasa lo mismo que con los periodistas; se ha
instaurado un lenguaje empobrecido, a veces soez, casi siempre exagerado, improcedente,
que no tiene que ver con lo que se trata ; no saben (o no quieren), utilizar el
lenguaje adecuado, quizá por pereza mental o por torpeza; no sé qué les han
enseñado en las escuelas de periodismo o de ciencias políticas, y para explicar
que se van a Madrid se dice que se van al “frente”, a “darle un par de
verónicas a los madrileños”, que “van a por ellos” (a por los catalanes). Se emplea en Madrid el “no
pasarán” o el “ya han pasado” como si estuviéramos en la Guerra del 36, aunque
luego de hacer un acto cívico normalico se vayan todos a comer tranquilamente a
sus casas y a echarse la siesta.
El otro
día ley un panfleto sobre las pensiones en las que se decía “lucharemos hasta
conseguir nuestro propósito o moriremos en el intento”; bueno, no sé si lo escribí
yo, porque ya pierdo la memoria.
Estoy
seguro de que la mayoría de quienes emplean ese lenguaje echarían a correr, "cagados de miedo" hacia la “retaguardia”, si hubiera un enfrentamiento civil de
verdad. Pero no debe de extrañarnos que alguna gente “destalentada”, cuando va
al fútbol o a otro evento, crea que está haciendo la guerra y la emprenda a
porrazos con el “enemigo” del equipo contrario.
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