jueves, 28 de febrero de 2019

Comentario. Las guerras de papá.


          El lenguaje bélico y agresivo se ha impuesto en el deporte: “El Barça golea al Madrid a sangre fría”, “liquida a su rival con una precisión asesina”, “el Madrid solo daba arañazos”, “los locales disparaban con munición real”. Otras veces se emplea lenguaje taurino: “le entró a matar”, le dio dos capotes”, “apuntilló al portero”.

          En los políticos profesionales y en el parlamento pasa lo mismo que con los periodistas; se ha instaurado un lenguaje empobrecido, a veces soez, casi siempre exagerado, improcedente, que no tiene que ver con lo que se trata ; no saben (o no quieren), utilizar el lenguaje adecuado, quizá por pereza mental o por torpeza; no sé qué les han enseñado en las escuelas de periodismo o de ciencias políticas, y para explicar que se van a Madrid se dice que se van al “frente”, a “darle un par de verónicas a los madrileños”, que “van a por ellos” (a por los catalanes). Se emplea en Madrid el “no pasarán” o el “ya han pasado” como si estuviéramos en la Guerra del 36, aunque luego de hacer un acto cívico normalico se vayan todos a comer tranquilamente a sus casas y a echarse la siesta.
          El otro día ley un panfleto sobre las pensiones en las que se decía “lucharemos hasta conseguir nuestro propósito o moriremos en el intento”; bueno, no sé si lo escribí yo, porque ya pierdo la memoria.
          Estoy seguro de que la mayoría de quienes emplean ese lenguaje echarían a correr, "cagados de miedo" hacia la “retaguardia”, si hubiera un enfrentamiento civil de verdad. Pero no debe de extrañarnos que alguna gente “destalentada”, cuando va al fútbol o a otro evento, crea que está haciendo la guerra y la emprenda a porrazos con el “enemigo” del equipo contrario.

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