“No subestiméis la fuerza de la
democracia española” -dicen
unos-, “No subestiméis la fuerza del
pueblo catalán” -dicen otros-. Así empezó el desastre de los Balcanes y a
día de hoy algunos de los muchos países en los que se dividió Yugoslavia están
con problemas todavía porque hay comarcas que se quieren independizar para
formar un nuevo país o agregarse en otro. Unos años antes de los degüellos y
violaciones que se sucedieron, pocos habrían previsto que en la encantadora
federación socialista autogestionaria de los eslavos del sur iba a ocurrir una
cosa igual. Pero paso. Los antiguos comunistas decadentes, una vez visto que no
tenían futuro en Europa, abandonan su internacionalismo (seguramente solo
retórico), se reciclaron en capitalistas y con su nacionalismo comunal aldeano y
exclusivista como referencia.
Montenegrinos,
macedonios, eslovenos, kosovares, bosnios, croatas, serbios, están hoy
separados y se odian a muerte. Lo malo es que sigue habiendo en Serbia gente
que se considera croata al ser católica y sentirse marginada; en Croacia hay
personas que se consideran serbios porque son cristianos ortodoxos y se sienten
marginados por los católicos; los montenegrinos no saben lo que son, pero se
han separado de Serbia para no ser menos que los demás. Los macedonios son eso;
una macedonia de eslavos, turcos, búlgaros y que practican distintas religiones
cristianas orientales o la mahometana, pero comparten la nación con un buen
número también de gitanos, más de 50.000, y solo son 2.000.000 entre todos. Los
eslovenos que, aunque son eslavos, tienen lengua propia y están algo
germanizados, se separaron sin grandes problemas, pero de ser “cabeza de león
en Yugoslavia donde eran la comunidad más rica, ahora son “cola de ratón” en la
UE y se han empobrecido.
Tal es el
odio que se tienen, que la lengua yugoslava servo-croata la han dividido en
dos; serbia una y croata otra; se entienden cuando la hablan, pero no cuando la
escriben, unos en letras latinas y otros en cirílico, por eso dicen que son dos
idiomas.
En Kosovo,
los serbios y albaneses no se hablan; normal después de las escabechinas que se
han hecho entre ellos. Y en Bosnia, los musulmanes (también servo-croatas), han
formado una nación a pesar de que fueron reducidos en genocidio xenófobo, pero
tienen que convivir con ortodoxos y católicos que se consideran serbios o
croatas, y por si faltara poco, les ha salido un cantón campesino musulmán que
se considera serbio, para llevar la contraria. En fin, un lio.
Después de
la segunda Guerra Mundial, una elite verdaderamente patriótica intentó dar
racionalidad a todo este mágnum de ciudadanos de diferentes credos religiosos e
influencias culturales externas: la turcomana, la latina, la cristiana
oriental, la eslava y el cosmopolitismo ilustrado; dándole una orientación
moderna, plural y federal, con una versión peculiar socialdemócrata. Pero no se
pudo; aquella elite de políticos, quizá muy voluntariosos, no pudieron o no supieron
hacerlo.
Espectacular una vez más tu artículo Manuel...
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