lunes, 18 de septiembre de 2017

Comentario. ¡Ojo cudiaú! ¡Lo que puede pasar cuando gobiernan los mas mediocres de la sociedad!

          “No subestiméis la fuerza de la democracia española” -dicen unos-, “No subestiméis la fuerza del pueblo catalán” -dicen otros-. Así empezó el desastre de los Balcanes y a día de hoy algunos de los muchos países en los que se dividió Yugoslavia están con problemas todavía porque hay comarcas que se quieren independizar para formar un nuevo país o agregarse en otro. Unos años antes de los degüellos y violaciones que se sucedieron, pocos habrían previsto que en la encantadora federación socialista autogestionaria de los eslavos del sur iba a ocurrir una cosa igual. Pero paso. Los antiguos comunistas decadentes, una vez visto que no tenían futuro en Europa, abandonan su internacionalismo (seguramente solo retórico), se reciclaron en capitalistas y con su nacionalismo comunal aldeano y exclusivista como referencia. 
          
          Montenegrinos, macedonios, eslovenos, kosovares, bosnios, croatas, serbios, están hoy separados y se odian a muerte. Lo malo es que sigue habiendo en Serbia gente que se considera croata al ser católica y sentirse marginada; en Croacia hay personas que se consideran serbios porque son cristianos ortodoxos y se sienten marginados por los católicos; los montenegrinos no saben lo que son, pero se han separado de Serbia para no ser menos que los demás. Los macedonios son eso; una macedonia de eslavos, turcos, búlgaros y que practican distintas religiones cristianas orientales o la mahometana, pero comparten la nación con un buen número también de gitanos, más de 50.000, y solo son 2.000.000 entre todos. Los eslovenos que, aunque son eslavos, tienen lengua propia y están algo germanizados, se separaron sin grandes problemas, pero de ser “cabeza de león en Yugoslavia donde eran la comunidad más rica, ahora son “cola de ratón” en la UE y se han empobrecido.
          Tal es el odio que se tienen, que la lengua yugoslava servo-croata la han dividido en dos; serbia una y croata otra; se entienden cuando la hablan, pero no cuando la escriben, unos en letras latinas y otros en cirílico, por eso dicen que son dos idiomas.
          En Kosovo, los serbios y albaneses no se hablan; normal después de las escabechinas que se han hecho entre ellos. Y en Bosnia, los musulmanes (también servo-croatas), han formado una nación a pesar de que fueron reducidos en genocidio xenófobo, pero tienen que convivir con ortodoxos y católicos que se consideran serbios o croatas, y por si faltara poco, les ha salido un cantón campesino musulmán que se considera serbio, para llevar la contraria. En fin, un lio.
          Después de la segunda Guerra Mundial, una elite verdaderamente patriótica intentó dar racionalidad a todo este mágnum de ciudadanos de diferentes credos religiosos e influencias culturales externas: la turcomana, la latina, la cristiana oriental, la eslava y el cosmopolitismo ilustrado; dándole una orientación moderna, plural y federal, con una versión peculiar socialdemócrata. Pero no se pudo; aquella elite de políticos, quizá muy voluntariosos, no pudieron o no supieron hacerlo. 

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