Joaquín
Costa es uno de los iconos de Aragón,
junto con el Ebro, el Pilar, los gigantes y cabezudos; Buñuel,
la jota, el árbol de Sobarbe, Labordeta, Ramón
y Cajal, y unos cuantos mitos más, pero es más
que eso; es el más destacado miembro del
regeneracionismo progresista y demócrata
español. Un gigante en un país
con muchos cabezudos.
La Oligarquía
–decía-
es forma de gobierno en la que el poder está
en manos de unas pocas personas. En la antigua Grecia empleaban el vocablo para
designar la forma degenerada y negativa de la aristocracia (gobierno de los
mejores) Ahora se emplea para designar un gobierno aparentemente democrático
pero en manos de una “casta de políticos,
financieros y alto cuerpo burocrático
del Estado que no son representativos de la mayoría
social aunque están legitimados por una suerte de
sufragio universal”.
El caciquismo,
durante la época denominada “de
la Restauración borbónica”,
era una forma distorsionada de gobierno donde un líder
político tenía
un dominio total de los habitantes de un determinado territorio, ejercido en
forma de clientelismo político. El cacique era
un hombre económicamente poderoso e influyente que se
encargaba de dirigir el voto en función
de sus intereses. El aragonés Joaquín
Costa afirmaba en 1.898 que el régimen
político existente (hace más
de un siglo) en la España de la “Restauración” era un régimen
oligárquico y caciquil, y atribuía
a tal forma de gobierno todos los males de nuestra nación.
Monumento en Zaragoza |
Afirmaba Joaquín
Costa, con absoluta rotundidad, que "no
es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por
corruptelas y abusos,…sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por
instituciones aparentemente parlamentarias." “Este régimen caciquil que adopta una forma de
monarquía parlamentaria, en vez de subordinarse
los elegidos a los electores, son éstos
los que están sometidos a los elegidos. Además, tampoco la ley contempla o considera de forma ecuánime a todos los ciudadanos.”
Según
Joaquín Costa, los elementos que definían
la oligarquía son los siguientes:
Primero; Los oligarcas, los llamados primates,
prohombres o notables de cada bando, que forman su "plana mayor",
residentes ordinariamente en el centro.
Segundo; Los caciques, de primero, segundo o
ulterior grado, diseminados por el territorio.
Tercero.- El gobernador civil, que les sirve
de órgano de comunicación
y de instrumento.
Joaquín
Costa diferenciaba entre el cacique, hombre más
influyente de la comarca, con enorme capacidad de control político,
social y económico y base del sistema caciquil y el
oligarca, el político profesional de la nación
que se apoya en los caciques para ejercer su poder. El cacique realizaba el
trabajo sucio mientras el oligarca ejercía
de delincuente de cuello blanco... Según
Joaquín Costa, "en las fechorías, inmoralidades u otros crímenes que forman el tejido de la vida política de nuestro país,
el oligarca es tan autor como el cacique, como el funcionario, como el alcalde,
como el agente, como el juez, e igualmente culpable que ellos”.
El régimen
caciquil descrito por Joaquín Costa posee otra
característica: un elitismo perverso que, impide
"la circulación de las elites"; en el régimen
caciquil los más capaces y los mejor preparados son
apartados, "es la postergación sistemática, equivalente a eliminación de los elementos superiores de la sociedad, tan completa y
absoluta, que el país ni siquiera sabe si existen; es el
gobierno y dirección de los mejores por los peores;
violación torpe de la ley natural, que mantiene
lejos de la cabeza, fuera de todo estado mayor, confundida y diluida en la masa
del rebaño servil, servum pecus, la élite intelectual y moral del país, sin la cual los grupos humanos no progresan, sino que se
estancan, cuando no retroceden."
En la España
caciquil, los oligarcas se repartían
el país por áreas
de influencia política. Cada oligarca disfrutaba de su
correspondiente feudo-taifa. “Los oligarcas se agrupan en
asociaciones o bolsas de empleo
llamadas partidos políticos y hacen como que deliberan en las
Cortes. En España más
que Cortes y partidos políticos existe (existía) una caricatura de ambas cosas. Los grupos
políticos no responden más que a intereses pasajeros y provisionales personales y
particulares de grupos de interés (lobbies, o grupos de
presión se
denominan hoy) Por lo demás, el parlamento no representa a la nación. Las elecciones son organizadas por los que realmente
gobiernan para obtener el resultado electoral apetecido”
El caciquismo y la
oligarquía política
descritos afectan también, a la Administración
de Justicia, consiguiendo así una justicia
corrupta y llena de parcialidades y partidismos caciquiles. El sistema seudo
parlamentario caciquil, poseía diversas facciones
y minorías que “no
nos representan” aunque se llamen
partidos (los de Podemos lo llamarían
hoy día “la
Casta”, aunque ahora ya no emplean este término,
ahora le llaman “la Trama”).
Joaquín
Costa no era socialista pero si republicano y, como estos, creía
que la Familia Real era una institución
decadente que servía de unificador, en la cúspide,
de esa oligarquía.
Joaquín
Costa influyó enormemente en el movimiento
progresista y europeísta español,
en la izquierda e, incluso, en el anarquismo. Por si fuera poco, también
influyó en el regeneracionismo de corte
conservador, que en España tuvo cierta
presencia en el Régimen dictatorial de Primo de Ribera,
en la Falange y el fascismo nacional, aunque Costa estaba muy lejos de estas últimas
ideologías.
El diagnóstico
de Joaquín Costa respecto del régimen
salido de la Restauración Borbónica
de 1876 podría, según
algunos politólogos críticos
actuales, ser igualmente aplicado al régimen
de la Reforma Política de 1978. Según
dicen, los partidos actuales tampoco tienen estructura democrática.
Son órganos del Estado. Están
subvencionados y fuera del control de los ciudadanos.
El Régimen
actual que se llama de “La
reforma Política”
o del 78, tiene muchas similitudes con el de la “Restauración”
pero yo no comparto que sea tan “bananero”
y subdesarrollado como era aquel, ni tampoco el que los partidos no tengan hoy
en día estructura democrática.
Están muy institucionalizados y
financiados, es verdad, sobre todo los mayoritarios, PP y PSOE, o PNV y CiU,
pero también los pequeños
y los emergentes aspiran a serlo, y lo son en todas las democracias modernas.
Eso sí,
es necesario acabar con la corrupción,
tanto la política como la económica
y modificar la Constitución en lo que haga
falta, porque el “Régimen
del 78”, se ha vuelto ya obsoleto. Prolongar
la agonía no hará
más que alargar la salida de la crisis
actual.
Duelo en Zaragoza tras la muerte de J. Costa |
Algunas cuestiones
como los referendos son cotidianos en países
que a veces ponemos de ejemplo, como Suiza o EE:UU., donde se pueden plantear
consultas que tengan un cierto apoyo social aunque sea minoritarias siempre que
no estén en contra de los derechos humanos u
otros acuerdos internacionales vinculantes; aquí
se tiene miedo a lo que pueda decidir el pueblo porque “no
estamos maduros”, y lo dicen políticos que están
donde están porque los han elegido ciudadanos que
por lo que se ve, son inmaduros.
En todo caso, Joaquín
Costa, como todos los progresistas y demócratas decimonónicos,
era elitista y confiaba más en las élites
y en las vanguardias que en las gentes del común
o ciudadanía, que se dice ahora. La ciudadanía,
antes y ahora, es mera receptora de la demagogia política
de los grupos organizados; en esto creo que hemos cambiado poco aunque con la
boca grande todos los políticos, nuevos o viejos,
dicen lo contrario.
Colegio Público Joaquín Costa |
MUY BUENO MANUEL.
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