sábado, 22 de abril de 2017

Historia y cultura. La historia se repite a veces como caricatura u Oligarquía y caciquismo como forma de gobierno actual (Joaquín Costa).

Joaquín Costa es uno de los iconos de Aragón, junto con el Ebro, el Pilar, los gigantes y cabezudos; Buñuel, la jota, el árbol de Sobarbe, Labordeta, Ramón y Cajal, y unos cuantos mitos más, pero es más que eso; es el más destacado miembro del regeneracionismo progresista y demócrata español. Un gigante en un país con muchos cabezudos.

La Oligarquía decía- es forma de gobierno en la que el poder está en manos de unas pocas personas. En la antigua Grecia empleaban el vocablo para designar la forma degenerada y negativa de la aristocracia (gobierno de los mejores) Ahora se emplea para designar un gobierno aparentemente democrático pero en manos de una casta de políticos, financieros y alto cuerpo burocrático del Estado que no son representativos de la mayoría social aunque están legitimados por una suerte de sufragio universal.
El caciquismo, durante la época denominada de la Restauración borbónica, era una forma distorsionada de gobierno donde un líder político tenía un dominio total de los habitantes de un determinado territorio, ejercido en forma de clientelismo político. El cacique era un hombre económicamente poderoso e influyente que se encargaba de dirigir el voto en función de sus intereses. El aragonés Joaquín Costa afirmaba en 1.898 que el régimen político existente (hace más de un siglo) en la España de la Restauración  era un régimen oligárquico y caciquil, y atribuía a tal forma de gobierno todos los males de nuestra nación.
Monumento en Zaragoza
Afirmaba Joaquín Costa, con absoluta rotundidad, que "no es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos,sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias." Este régimen caciquil que adopta una forma de monarquía parlamentaria, en vez de subordinarse los elegidos a los electores, son éstos los que están sometidos a los elegidos. Además, tampoco la ley contempla o considera de forma ecuánime a todos los ciudadanos.
Según Joaquín Costa, los elementos que definían la oligarquía son los siguientes:
Primero; Los oligarcas, los llamados primates, prohombres o notables de cada bando, que forman su "plana mayor", residentes ordinariamente en el centro.
Segundo; Los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el territorio.
Tercero.- El gobernador civil, que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento.
Joaquín Costa diferenciaba entre el cacique, hombre más influyente de la comarca, con enorme capacidad de control político, social y económico y base del sistema caciquil y el oligarca, el político profesional de la nación que se apoya en los caciques para ejercer su poder. El cacique realizaba el trabajo sucio mientras el oligarca ejercía de delincuente de cuello blanco... Según Joaquín Costa, "en las fechorías, inmoralidades u otros crímenes que forman el tejido de la vida política de nuestro país, el oligarca es tan autor como el cacique, como el funcionario, como el alcalde, como el agente, como el juez, e igualmente culpable que ellos.
El régimen caciquil descrito por Joaquín Costa posee otra característica: un elitismo perverso que, impide "la circulación de las elites"; en el régimen caciquil los más capaces y los mejor preparados son apartados, "es la postergación sistemática, equivalente a eliminación de los elementos superiores de la sociedad, tan completa y absoluta, que el país ni siquiera sabe si existen; es el gobierno y dirección de los mejores por los peores; violación torpe de la ley natural, que mantiene lejos de la cabeza, fuera de todo estado mayor, confundida y diluida en la masa del rebaño servil, servum pecus, la élite intelectual y moral del país, sin la cual los grupos humanos no progresan, sino que se estancan, cuando no retroceden."
En la España caciquil, los oligarcas se repartían el país por áreas de influencia política. Cada oligarca disfrutaba de su correspondiente feudo-taifa. Los oligarcas se agrupan en asociaciones o bolsas de empleo llamadas partidos políticos y hacen como que deliberan en las Cortes. En España más que Cortes y partidos políticos existe (existía) una caricatura de ambas cosas. Los grupos políticos no responden más que a intereses pasajeros y provisionales personales y particulares de grupos de interés (lobbies, o grupos de presión se denominan hoy) Por lo demás, el parlamento no representa a la nación. Las elecciones son organizadas por los que realmente gobiernan para obtener el resultado electoral apetecido
El caciquismo y la oligarquía política descritos afectan también, a la Administración de Justicia, consiguiendo así una justicia corrupta y llena de parcialidades y partidismos caciquiles. El sistema seudo parlamentario caciquil, poseía diversas facciones y minorías que no nos representan aunque se llamen partidos (los de Podemos lo llamarían hoy día la Casta, aunque ahora ya no emplean este término, ahora le llaman la Trama).
Joaquín Costa no era socialista pero si republicano y, como estos, creía que la Familia Real era una institución decadente que servía de unificador, en la cúspide, de esa oligarquía.
Joaquín Costa influyó enormemente en el movimiento progresista y europeísta español, en la izquierda e, incluso, en el anarquismo. Por si fuera poco, también influyó en el regeneracionismo de corte conservador, que en España tuvo cierta presencia en el Régimen dictatorial de Primo de Ribera, en la Falange y el fascismo nacional, aunque Costa estaba muy lejos de estas últimas ideologías.
El diagnóstico de Joaquín Costa respecto del régimen salido de la Restauración Borbónica de 1876 podría, según algunos politólogos críticos actuales, ser igualmente aplicado al régimen de la Reforma Política de 1978. Según dicen, los partidos actuales tampoco tienen estructura democrática. Son órganos del Estado. Están subvencionados y fuera del control de los ciudadanos.
El Régimen actual que se llama de La reforma Política o del 78, tiene muchas similitudes con el de la Restauración pero yo no comparto que sea tan bananero y subdesarrollado como era aquel, ni tampoco el que los partidos no tengan hoy en día estructura democrática. Están muy institucionalizados y financiados, es verdad, sobre todo los mayoritarios, PP y PSOE, o PNV y CiU, pero también los pequeños y los emergentes aspiran a serlo, y lo son en todas las democracias modernas.
Eso sí, es necesario acabar con la corrupción, tanto la política como la económica y modificar la Constitución en lo que haga falta, porque el Régimen del 78, se ha vuelto ya obsoleto. Prolongar la agonía no hará más que alargar la salida de la crisis actual.
Duelo en Zaragoza tras la muerte de J. Costa
Algunas cuestiones como los referendos son cotidianos en países que a veces ponemos de ejemplo, como Suiza o EE:UU., donde se pueden plantear consultas que tengan un cierto apoyo social aunque sea minoritarias siempre que no estén en contra de los derechos humanos u otros acuerdos internacionales vinculantes; aquí se tiene miedo a lo que pueda decidir el pueblo porque no estamos maduros, y lo dicen políticos que están donde están porque los han elegido ciudadanos que por lo que se ve, son inmaduros.

En todo caso, Joaquín Costa, como todos los progresistas y demócratas decimonónicos, era elitista y confiaba más en las élites y en las vanguardias que en las gentes del común o ciudadanía, que se dice ahora. La ciudadanía, antes y ahora, es mera receptora de la demagogia política de los grupos organizados; en esto creo que hemos cambiado poco aunque con la boca grande todos los políticos, nuevos o viejos, dicen lo contrario.
Colegio Público Joaquín Costa

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