
Ahí tenemos a
“Lamban”, amenazando con romper las relaciones con la República de Cataluña si
no cumplen con la sentencia judicial como si Aragón y Cataluña fueran dos
estados independientes y “Lamban” el primer ministro de Su Majestad el Rey de
Aragón (cuando es solo un gobernador, un sacristán), y el Presidet de la Generalitat con su
Parlament, negándose a cumplir una sentencia judicial. Otro gobernador, este de
Catalunya, otro sacristán; algo más insubordinado, eso sí, pero gobernador en su tierra y
Virrey de la UE. Poder el mismo los dos; poco. Ayudar en misa, tocar la campana y encender las velas.
Es como si el
alcalde de Hijar quisiera romper relaciones con Samper y no venir en procesión
una vez al año porque no le devolvemos la Santa Quiteria, que siempre han dicho
que era suya y se la robamos tiempo ha, y el alcalde de Samper le dijera: “pues ya no te doy la vara de mando ese día,
ni iremos a comprar a ninguna tienda de Hijar”; “pues ya no bajamos más”, “pues
encontrareis muertos un animal de cada familia que no venga”; “maulas”...,
“rabinos”... Por cierto, la Santa ya no es la misma, que la quemaron las hordas
rojas y el perrico de plata se lo llevó algún aprovechado y solidario internacionalista; a ver si las obras
de arte esas son imágenes escaneadas de Photoshop o réplicas de escayola y
plastilina y las de verdad están en algún museo de Chicago o las tiene un
coleccionista multimillonario. En este país me creo ya cualquier cosa.
Ya digo, yo
defiendo la causa aragonesa por patriotismo. Pero estoy que no me aclaro. ¡Ojo,
puede haber guerra! Menos mal que a mí ya no me moviliza nadie, más que nada
por la edad, pues ya me dieron la licencia definitiva. Lo malo es que si
hacemos guerra seguiremos destruyendo patrimonio. Ya lo hacemos en la paz, pues
imaginémonos en la guerra.
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