Este
comentario va de anécdota, bueno eso decimos los pretenciosos; la gente
sencilla dice chafardería o chisme. Se trata de un día que asistí a un
encuentro de mayores auspiciado por el Consejo Aragonés de las Personas Mayores
(COAPEMA) en la localidad de La Muela, en la provincia de Zaragoza. Fue nada
más que accedí a la pensión; un compañero que se había inscrito no podía
asistir y aunque no sabía que pintaba allí un joven como yo, asistí sin embargo
encantado, a ver de qué iba la cosa, pues tenía su morbo por aquello de lo que,
los que nos consideramos “enterados”, ya barruntábamos de la personalidad de su
alcaldesa y el dinero que se decía entraba a espuertas en su ayuntamiento.
Que
conste que había que pagarse la comida y demás; que algunos creen que estas
cosas se financian mogollón, pero la mayor parte de los gastos los pone los
participantes, además de un montón de voluntarios y voluntarias de las
asociaciones de mayores, de vecinos, amas de casa, etc. que trabajan sin cobrar
un euro; luego he asistido a otras como la que se realizó en Andorra, muy bien
organizada por cierto, y en la que había en el grupo organizador algunas
paisanas de Samper que residen en esa localidad.
En
el ayuntamiento nos recibió una delegación y después nos fuimos a visitar la
iglesia, como es de rigor, aunque el compañero al que acompañaba (viejo
anticlerical, se quedó en el bar de al lado que era el templo de su fe), además
de tres lugares curiosos; un parque con animales exóticos que estaba muy bien
aunque no sé si “pegaba” a tono con el lugar; otro edificio que no me acuerdo
como se llama dedicado al viento, creo, por aquello de los molinos de aire
generadores de electricidad, y lo que más me gustó, el museo del aceite, pues
La Muela, aunque no está en el Bajo Aragón es un sitio de tradición olivera
y aceitera, y parece ser que siempre se cultivó la arbequina.
Tuvimos
una exhibición de cómo se molía el aceite a la manera antigua y una degustación
de tostadas con aceite. Sobre todo el empleado que nos llevaba por el molino
era muy buen profesional y lo hacía didáctico y ameno; al final de su disertación
retó a quien osara decir que había en España o Aragón aceite mejor que el de la
oliva arbequina, que al parecer se cultiva allí desde tiempos inmemoriales lo
mismo que en otras comarcas aragonesas. Yo me calle por supuesto, pero al salir
y ya a solas le dije por provocarlo que en la Tierra Baja llamamos a la arbequina
oliva catalana.
Todo
esto viene a cuento porque he leído y escuchado en las noticias, que han
condenado a la ex alcaldesa de La Muela “Pinilla” en una de las
varias
causas que tiene pendientes. Como la cosa iba de prevaricación y el
Ayuntamiento de La Muela es responsable subsidiario de esta pena (y a lo mejor
de más), el citado municipio tendrá que apoquinar, de momento, 4,7 millones (y
ya debe más de 13). Es decir el municipio está en la ruina y me pregunto que
habrá sido del museo del aceite.
Al
mediodía, del día que cito, los 200 o más personajes que acudíamos al evento
fuimos a comer al restaurante de la piscina. Enorme. La recepción del
ayuntamiento nos obsequió con un cuadro de jota bastante bueno y, como colofón,
y como no podía ser de otra manera, la alcaldesa nos obsequió con un discurso
al postre y nos notificó que teníamos pagada la comida. Esplendida era un rato.
Aplausos
y comentarios positivos y agradables hacia la edil del Ayuntamiento. Solo
alguno se atrevió a reseñar alguna leyenda urbana sobre los dispendios de la
alcaldesa y su familia, clientelismo y demás, pero no era el momento ni el
lugar pues se daban malas caras.
Pocos
años después me enteré de que el complejo deportivo con piscina, gran
restaurante y todo, se cerró; varios contratistas se han quedado sin cobrar y
ya no hay cacatúas y otros animales exóticos en el pueblo.
La
crisis está acabando con todo.
Zaragoza Golf, urbanización inacabada de La Muela. |
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