lunes, 29 de octubre de 2012

Ensayo.- Conjetura creíble III: La crisis, ¿será por culpa de los ciclos económicos?


La teoría de los ciclos económicos es antigua. La encontramos en la biblia. Allí, la aplicó José, un asesor (o funcionario) del gobierno del faraón, que era hermano de unos pastores beduinos, que lo vendieron a los egipcios por envidia, para que trabajara cautivo por cuatro perras. Como vieron que era listo, y los egipcios lo aprovechaban todo, lo llevaron a la universidad y llegó a primer ministro, creo.


Aplicó esta tesis de los ciclos económicos a la planificación económica del gobierno de su majestad faraónica y dio resultado. Se trataba de guardar trigo y cebada en tiempo de buenas cosechas y almacenar carne en conserva en tiempo de vacas gordas para cuando vinieran las vacas flacas, que siempre llegaban (no hay imperio que cien años dure, ni político que perdure). Parece una teoría simple, pero los egipcios, que eran de lo más sabios de la antigüedad, no la conocían ni se les había pasado por la cabeza. Debido a eso tenían serios problemas, pues cuando venían los ciclos buenos se consumía todo y cuando venían los ciclos malos se pasaba hambre, y si el ciclo malo era grande, hambruna y miserias.

Algunas escuelas de la antigüedad asumieron estas enseñanzas e incluso le dieron un valor universal, es decir, todo, no solo la economía, sino la historia, la naturaleza, etc., estaría compuesta de ciclos u hondas que van y vienen; todo nace, crece, se consolida o madura; decae y muere, para volver a germinar en lo mismo o en otra cosa diferente aunque siempre parecida o no necesariamente igual, o sea, más o menos, para entendernos. Dependiendo de las constantes, variables, obstáculos o contradicciones encontradas en su camino.

Con un devenir creciente, pero no necesariamente progresivo, pues una decadencia puede ser fatal; puede haber tsunamis o reflujos insospechados que lleven al traste una cultura nacional, un sistema económico o una especie de la naturaleza, sobre todo si no se lleva una política de prevención, precaución y planificación.

En la modernidad había dos escuelas que se asentaban en esta hipótesis; una idealista: La filosofía alemana de Hegel, y otra materialista; la dialéctica de Marx. Que eran iguales pero al revés, para que me entiendan. Actualmente ha ganado la teoría progresiva evolutiva zoológica que cree que todo evoluciona hacia arriba, linealmente y siempre a mejor si no se ponen interferencias en su camino y se permite la selección natural con la victoria de lo más competente o mejor dotado. Se llama “selección natural” y se ha hecho también universal, es decir que se aplica además de a la naturaleza, a la historia, a la economía y demás.

Esta teoría ha relegado, también, en Occidente, a las ideas conservadoras clásicas que creían que todo está atado y bien atado por la Providencia Divina que dejó la cosa en orden cuando creó el mundo, dicen que en siete días; luego Dios descansó pero sigue interviniendo con autoridad y determinación, a veces de muy mala leche, en el orden natural de las cosas, según estos conservadores clásicos, que todavía los hay.

Descartes y sus discípulos cartesianos aunque son modernos también creen en estas ideas conservadoras del orden universal pero no son intervencionistas (“Dios le dio cuerda al universo y va como un reloj; tic, tac, tic, tac…”). Los neoliberales creen que Dios ya no ha intervenido más; ni quieren que lo haga, salvo que haya interferencias en el orden natural selectivo. Entonces llaman a la providencia para que despeje el camino.

La economía en Europa está como en el antiguo Egipto, pues a nuestros políticos y demás elites, como los lobbies empresariales y mediáticos, no se les pasó por la cabeza el que había que actuar, planificar, proveer o prevenir  a largo plazo; lo curioso es que con esto de la crisis nos acusan al conjunto de la población (sus súbditos o ciudadanía, que se dice ahora), de no haber sabido planificar nuestra economía personal, de proveer o prevenir, incluso –dicen- que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades por gastar y consumir como ellos nos mandaban que teníamos que gastar y consumir, que ya es “morro”.

Así que han venido las “vacas flacas” y hay indignación creciente porque el Faraón, los ministros y la casta sacerdotal que no hicieron caso a José, quieren seguir en el mogollón y que el pueblo pase las penurias esperando que vengan otra vez la vacas gordas, que vendrán; no sabemos cuándo pero vendrán. Y ahí nos vamos a enterar de lo que es bueno.





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