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El método
científico, nos ha sacado de las sombras del oscurantismo. La electricidad, la
radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los
antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el
saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las
resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías,
las máquinas industriales y de la agricultura, y los ordenadores. Y el teléfono
móvil; si, el teléfono móvil.
Gracias a
la ciencia la mayoría sabe (no cree), que el agua estancada contiene unos
animalicos minúsculos que causan enfermedades, o que cuando un imán gira
alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica, o que la Tierra gira
alrededor del Sol, y no al revés.
La
sociedad de 2020 es completamente diferente a la de 1700. Si como por arte de
magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas
notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero
si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto.
Literalmente.
Gracias
al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para
hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no
hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy
contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de
SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la
ciencia, muchos cánceres se curan.
Hay gente
e incluso grupos organizados que parecen añorar la Edad Media, con su mugre y
sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros
encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua
potable, sin nada, o los tiempos en los que la mayoría de la población solo llevaba
albarca y alpargata, y mugre y roña en la piel de sus cuerpos.
Pero no
son las “masas” ignorantes, que estas no quieren volver a esos tiempos oscuros,
aunque sientan nostalgia de las cosas buenas que también había; son personas
aparentemente preparadas y con estudios las que pululan en todas redes sociales
instaurando una nueva religión que está calando en una población carente de
cultura y liderazgo; antivacunas,
conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas
ácratas, cazadores de masones, chamanes emporrados, delirantes con el 5G,
ecologistas que no han visto jamás una gallina poniendo un huevo e indocumentados
con pedigrí.
Dicen que
esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las
publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro
funciona contra el coronavirus y no es tóxico, o que las vacunas que existen
ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos,
o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no
llevar mascarillas es un acto positivo de rebeldía.
Hace
poco, sesenta personas acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a
contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. No se si se habrán contagiado
o habrán contagiado a otros, pero sería lo más previsible.
Es consecuencia de que cada uno vaya a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún
político.
El
Gobierno Central ya no gobierna la Sanidad porque así lo ha querido el
parlamento del país.
17 reinos
de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en
común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una recua
de embusteros con el título de licenciado, periodistas "amarillos" que tienen que comer y tertulianos expertos, envenena a la sociedad echando cada cual la suya o los más fanáticos prestándose a
decir lo que muchos quieren escuchar: que el coronavirus es un invento de las
superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las
farmacias y para cargarse a los ancianos.
Menos mal
que las avionetas ya no disuelven las tormentas; ahora llueve, en contra de las hipótesis (que no certezas), científicas, que vaticinaban un verano seco, pero han traído
el coronavirus que es peor. Creo que son los extraterrestres.
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