La constatación de
que la sociología política de los españoles está todavía anclada en el modelo frentista
que se inauguró en los años treinta del pasado siglo, o sea; lo que se ha dado
en llamar izquierdas contra derechas o viceversa (o las dos Españas), lo
tenemos en las reacciones de los medios de comunicación, las redes sociales y
las discusiones de la ciudadanía en los bares sobre el asunto del posible
gobierno del PSOE-UPodemos. La sesión de investidura en el Congreso de los
diputados lo confirma. Con la televisión eso sí, pero nos traslada esta sesión
del día 4, al parlamento de la II República en vísperas de la Guerra civil.
Nada ha cambiado. Bueno, algo si, el nacionalismo catalán que entonces solo era
soberanista, autonomista o federal, ahora no aguantan más y se ha radicalizado
(se ha hecho independentista).
La derecha no ha
cambiado; en algunos momentos me parecía estar oyendo los discursos del Generalísimo
en la plaza de Oriente o las soflamas de José Antonio Primo de Ribera y Onésimo
Redondo que leía en la escuela los jueves por la tarde en la clase de “Falange”
y Formación del Espíritu Nacional.
También es constatable
el miedo que los poderes económicos y los medios conservadores están
manifestando; casi el mismo que se expresaba en los tiempos de finales del
Franquismo ante la posibilidad de una democracia en España. Solo que entonces
no quedaba otro remedio, pues la democratización del régimen y su homologación
a las democracias del entorno era condición obligatoria para entrar en Europa. Hoy
solo es un problema de investidura para elegir el primer ministro del Reino de
España que se está haciendo imposible: tal y como están las cosas, me parecería
inmoral que se fuera a unas nuevas elecciones, pero me temo que todavía el
martes puede fallar la investidura, aún se le puede revolver a Sánchez algún
diputado de su partido, y si no falla, va a haber actores que desde el primer
día van a intentar echar abajo ese gobierno; no lo oculta la oposición, es
legítimo desde el punto de vista democrático, pero puede ser demencial para la
paciencia de la gente. A lo mejor es eso lo que se intenta; que nos hartemos
todos y pasemos de la política.
¿Logrará, Sánchez,
con estos burros y estas alforjas, su propósito? Si nos atenemos a lo que se
dice a su derecha no; le auguran todo tipo de catástrofes y malos designios;
algunos obispos ya llaman a acudir a las iglesias a hacer rezos colectivos para
conjurar a los demonios.
Al presidente de
Cantabria, que ha dicho que votará “no” en la investidura le llaman de todo por
las “Redes”, “que si traidor, que si facha; su representante en el Congreso se
ha cabreado bastante y ha dicho que no le confundan con “los fachas de esos
tres partidos” que ellos son progresistas ¡Ojo!. Algo parecido ha contestado la
representante de Coalición Canaria que casi ha venido a decir que ella era
socialista pero que vota que “no” porque le pasa por ahí…., a pesar de que su
partido aprobó la abstención (le ha llamado, su partido, al orden, pero “que si
quieres arroz catalina”) A los de Teruel Existe lo mismo, pero en vez de fachas
les llaman “rojos” aunque dicen que no son de derechas ni de izquierdas, es
decir: son “trasversales”, como se
estila decir ahora. También estaba enfadado y ha denunciado que le han hecho
pintadas en su casa y amenazas anónimas ¡Es más peligroso ser trasversal y
apolítico, que de derechas o de izquierdas! Claro, si estás en medio como un
inocente, te pilla el fuego cruzado
Y la racionalidad
¿Dónde está? Muy difícil cuando ya no hay “dos Españas” sino dos y media, por lo menos. Es
evidente que Sánchez no quería juntarse con UPodemos, lo que quería es dar una
oportunidad al PP y sobre todo a Ciudadanos para que le apoyaran, Eso es tan
evidente que solo quien no quiere verlo, no lo ve, y desaprovecharon la ocasión
porque estaban entretenidos a ver si podían ser más de derechas que Vox y a que
se estrellara Sánchez al cual lo consideran tonto, o débil en su partido. Lo
malo para ellos es que siguen en esa estrategia de extrema derecha recalcitrante
que anula cualquier posibilidad de un centro derecha representativo que le
viene muy bien a Pedro Sánchez, pues, aunque sea con desgana, el electorado de
centro derecha culta políticamente, con esta derecha, se abstiene en las elecciones o vota al
PSOE o al PNV en Euskadi y Navarra.
Ahora que no
lloren si han echado al PSOE en brazos de Upodemos y los independentistas. La política
es como el juego de cartas; si lanzas mal los órdagos o vas de farol, pierdes,
por torpe y prepotente. Y Sánchez de momento las gana todas (lo vengo diciendo
desde hace tiempo, será malo si ustedes quieren, pero es más listo que los felinos y tiene siete vidas).
UPodemos también creo que ha ido de farol y lanzando mal los órdagos, pero mira
por donde la torpeza de la derecha le ha favorecido y quien sabe, si madura un
poco, a lo mejor se consolida cuando estaba “en caída libre”.
Pero ¿qué puede
pasar? Dos cosas; si el experimento triunfa, es decir, si no se frustran las expectativas
sociales que prometen las izquierdas, estas se mantendrán durante varias
legislaturas y la cuestión catalana pasará a un segundo o tercer plano en el interés
de la gente pues, al fin y al cabo, a la mayoría de la población lo que le
importa de verdad es el problema social; el País Vasco y Navarra son casi independientes con
mucha más autonomía que las demás y “no hay alarma social”. El estado de las
autonomías es un caos propiciado por gobiernos anteriores de UCD, PP y PSOE y
es muy desigual porque “quien no llora no mama”, y los hay que han sabido
llorar mucho mientras otros solo hacen que ir recogiendo las migajas mientras
critican a los que envidian.
Pero que salga
bien el experimento no es imposible; ahí está el caso de Portugal donde la
gestión de las izquierdas está sorprendiendo a lo propia Unión Europea que no
la quería.
Sin embargo, si no
se satisfacen las demandas sociales, si sigue empeorando la enseñanza pública,
la Sanidad y las pensiones; si se mantiene el paro y se empobrecen más las clases
medias y bajas mientras aumentan los millonarios, vendrá la extrema derecha; es
decir; vendrá “el tío Paco con la rebaja”, y no hará falta que venga en caballo
o con tanqueta; vendrá con los votos de la gente. Las izquierdas y,
posiblemente la centroderecha también o lo que quede de ella, se hundirán para mucho
tiempo.
Si los
nacionalistas periféricos se creen que el gobierno es débil y se “suben a la
parra demasiado” saldrá también mal la cosa; pero ellos también perderán porque
el contexto de la UE no está para permitir aventuras unilaterales.
O sea, que se espabilen
todos. Lo digo siempre; en contra de lo que se cree, hacer bien la política,
acertar y contentar a todos, es muy, pero que muy difícil.
No quisiera estar
en el pellejo de ninguno de ellos. En lo que a mí respecta, lo que digo
siempre: que “haiga trebajo y prosperidá” que decía mi tía abuela y me
mantengan la pensión. Tengo claro quienes no lo va a hacer y claro también con
quien tengo algunas posibilidades de que lo hagan.
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