sábado, 8 de septiembre de 2018

ArtiCulo. Van a prohibir los móviles en clase

Sin móvil también, que van a hacer pues los zagales

Empezaré mi escrito diciendo que no me identifico con esa serie de personas que sienten fobia hacia las nuevas tecnologías. Mas allá de una prudente y necesaria labor de prevención sobre aquellas aplicaciones que no están debidamente constatadas y en la que hay controversia entre los científicos, como se hace con los medicamentos, las drogas, etc., pues, de no tenerlo en cuenta y atender solo la demanda popular, el márquetin y los beneficios empresariales, las consecuencias a largo plazo podrían ser catastróficas. El progreso tecnológico, como la progresiva evolución a mejor del intelecto humano y la acumulación del conocimiento en los archivos colectivos de la humanidad, es positivo.

Sin embargo, desde la invención de la imprenta siempre han salido a relucir los demonios, el pecado y todas esas cosas. Se empezó quemando libros que ya leían muchos por culpa de la imprenta porque se escribían majaderías y herejías, y eso que la mayoría de la población de la vieja Edad Moderna era analfabeta, y hay quien actualmente quemaría los ordenadores y, sobre todo, los móviles. Y que diríamos de la televisión, en la que casi todos los intelectuales y pseudointelectuales, es decir, los pedantes, claman contra la “caja tonta” y cerrarían todas las cadenas; bueno, todas no, dejarían solo aquellas que coinciden con su doctrina, catecismo e ideología porque las demás adoctrinan u ofrecen “programas basura”. Y, ¿qué es un programa basura? Si me lo preguntan a mí, pues casi todos; si tuviera mando en plaza, solo emitiría: los documentales de las 2, las películas del oeste, si no sacan mal a los indios; las de Berlanga (que le gustan hasta a los de derechas); Marcelino Pan y Vino, Fray Escoba y Santa Teresa de Jesús (no sé porque estas últimas, creo que en mi anterior vida fui fraile reformador, erasmista y judeoconverso), El secreto de Puente viejo (que la cortaron sin descubrir el secreto), La que se avecina, Novecento, las tres de El Padrino, Tierra y libertad (con la que no estoy del todo de acuerdo con el relato que se desprende porque soy algo estalinista), las de Charlot y los hermanos Marx; Saber y ganar, y algunas películas de Cine de Barrio que no digo el título porque me da vergüenza.
Los ataques a la vulgaridad de las “Redes” es brutal (vulgaridad que en gran parte comparto), pero se da el caso de que personas muy antisistema, le piden al Estado y a las fuerzas represivas de este, que hagan leyes que prohíba mensajes y contenidos ¡Que ingenuidad! Si lo que van a prohibir es lo que digas tú, alterno-idiota. De la gente “de orden” ya se sabe; algunos prohibirían hasta Cáritas Diocesana por roja. Así se ha llegado a considerar el delito de odio, o sea, que yo no puedo odiar y decirlo, que puedo ir a la cárcel. Pues me lo callo. Pero el que calla otorga.
Siempre que hay una expansión de la democracia y con ella la libertad de expresión aumenta la grosería, la vulgaridad, la impertinencia, el populismo y la degradación hacia la demagogia que conlleva la propia democracia, por imperativo dialectico. En una tiranía no puede darse nada de eso; pero la mayoría de la gente llevamos un tirano dentro que quiere ser demócrata pero no puede (o lo oculta, que es peor). Y el que odia la cebolla y lo dice (conozco a varios), se le pone al mismo nivel que al que destruye los planteros de cebollino de su vecino. Asusta la libertad de expresión y la crítica, sea vulgar o didáctica; se ve siempre como agresiva. No se quiere que haya lugar para la fantasía, para la imaginación, para la ficción; se interpreta todo literalmente. No hay sentido del humor. No sabemos reírnos de nosotros mismos como para tolerar que otros se nos rían de lo que decimos o critiquen de nuestras ideas. Ya sé que la mayoría del personal somos vulgares, groseros, poco letrado y alcahuetes, pero hemos pasado de la vuesa merced al tuteo, y estas son las consecuencias. No digo que malas, yo soy demócrata populista y “me cago en Riau”.
Aun con esto y con todo, estoy de acuerdo en que se prohíba a los alumnos el llevar el móvil a clase (que conste que yo no lo he firmado nada, que de pedagogía entiendo menos que de los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional que me intentaron inculcar en la escuela, o sea, nada). Pero, pregunto: les dejan llevar a los alumnos el futbolín al aula, la pelota, el tirafondas, el tren eléctrico o los tebeos, para que se entretengan mientras el profe les da la tabarra aburrida, doctrinaria y alienante con las lecciones. Hay unas escuelas avanzadas por Cataluña, que siempre está avanzada en todo (y por cierto de pago), que dicen que les dejan hacer a los alumnos lo que les viene en gana y si quieren salirse de clase porque les aburre estudiar, pues se salen y así no cogen trauma. Lo que no se es como aprenden, pero también era rara la escuela que proponía la Institución Libre de Enseñanza y casi se ha implantado ya, aunque lleva retraso. Que envidia no haberlo tenido esto en mis tiempos, que me salí de la escuela graduada de niños a los 14 años y sin aprender cosa, aunque no falté ni un día. Pero eran otros tiempos. Ahora digo yo: pagar por eso…
Entiendo que la enseñanza debe ser reglada, formal y dirigida por la autoridad del profesorado; siempre ha sido así la enseñanza en cualquier régimen desde la antigüedad, otra cosa es si el método es el adecuado al contexto y a la confrontación de (mis) intereses en la sociedad (que no nos vamos a poner de acuerdo -los pedagogos y políticos, digo-). El discípulo y el aprendiz se han de subordinar al maestro; no va a aprender el maestro o la maestra del aprendiz y el discípulo; por eso iba yo a aprender con doña María, al repaso, para que me enseñara y hacer lo que me decía ella, aunque no le hice caso cuando me explicaba aquello de que había que estudiar “deprisica y bien” (bien si -me decía yo- pero deprisica..., con lo vago que he sido siempre). Nunca se me permitió llevar el móvil a clase, y no se lo hecho en cara a los maestros de niños con los que fui, ni a doña María ni a la señorita de párvulos. Rencoroso no soy. Será porque tengo poca, muy poca memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario