miércoles, 22 de agosto de 2018

ArtiCulo. Entre el productivismo consumista y el decrecimiento del consumo y la producción.

La contaminación cerdícola

Se cuestiona, una vez más, el consumo de carne en los países desarrollados; Según la FAO (pinchar), es más de cinco veces superior en la zona rica (224 gramos por persona/día) que en los países pobres o en vías de desarrollo (47 gramos por persona/día). Si no hay cambios drásticos –se dice-, la producción de carne del 2001 al 2050 se duplicará. En el 2014 había en España 29,2 millones de cerdos (con perdón) censados, un millón más que el año anterior. Los expertos recomiendan un consumo máximo de carnes rojas (vaca, cerdo, oveja) de 70 gramos por persona/día. En España, según la Encuesta Nacional Alimentaria (ENIDE 2011), la media de consumo de carne roja y productos cárnicos, sin incluir aves, es de 116 gramos por día. El exceso de consumo de carnes y productos de origen animal es una característica de la dieta de tipo occidental.

Se certifica que existe una sólida evidencia científica que demuestra que respecto a una dieta a base de alimentos vegetales (como la mediterránea o vegetariana) comporta un mayor riesgo de obesidad, de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer (colon y recto y probablemente esófago, estómago y mama).
Se dice también que con este tipo de consumo aumentan las enfermedades, disminuye la calidad de nuestra existencia y, lógicamente, acorta la vida.
Estas estadísticas (porque dicen que son estadísticas), contrastan con otra supuesta evidencia científica que nos dice que en los países desarrollados se vive mejor, con más calidad de vida y que se ha alargado la vida de las personas de manera sustancial, ¿En qué quedamos?
Se habla mucho de la obesidad y los problemas metabólicos en los países desarrollados, pero si escudriñamos bien veremos que la obesidad y otros problemas metabólicos van aumentando conforme vamos bajando en la escala social. La gente de alto nivel económico de las naciones desarrolladas y mayor nivel de estudios, incluso han bajado en estos problemas en los últimos años; por el contrario, en sectores urbanos tradicionalmente marginales o “debajo del umbral de la pobreza” clases baja y media-baja, la obesidad y otras enfermedades metabólicas han progresado mucho. ¿Comen menos carne los ricos?, no, según también las estadísticas. Quizá los problemas y enfermedades metabólicas se deban a que hoy estos colectivos de clases bajas pueden acceder a comida barata de alimentos dulces, procesados y refinados con un fuerte componente de hidratos de carbono de rápida absorción, no precisamente cárnicos, y cuando acceden a los alimentos cárnicos es a lo que llamamos “comida basura”, es decir carnes y grasas de muy baja calidad o poco recomendables como la margarina (que es una “bomba de relojería”), aceites malos, de calidad de dudosa metabolización también, pero que son fáciles de producir y baratos de comercializar.
Según otras estadísticas, como digo, en países desarrollados con un alto nivel de vida y cultura, como los países germánicos y nórdicos, la obesidad ha disminuido y siguen comiendo mucha carne, como Alemania, y de cerdo; lo mismo se puede decir de las clases altas y medio-altas de todo el mundo.
Se escucha poco hablar de algo que en los años 70 y 80 del pasado siglo se hablaba mucho y con tremendismo: “La explosión demográfica”, hoy es tabú hablar de ella; no quieren hablar de ella (por perjuicios irracionales), ni las religiones (la Iglesia Católica es partidaria de fomentar la natalidad), ni los nacionalismos (liquidarían a los demás pero fomentan la de ellos), ni las derechas ni las izquierdas; estas últimas quizá porque los países en vías de desarrollo y los movimientos progresistas de los países pobres la rechazan por miedo a que el control de la natalidad se aplique por medios no democráticos y eugenésicos, y porque son nacionalistas, y quieren progresar también en número de individuos para competir mejor con las otras naciones. Por supuesto no la quiere el capital multinacional y financiero, que es internacional, o sea globalista, que prefiere mucha población para tener la hegemonía en la ley de la oferta y la demanda laboral con una gran mano de obra que le permita seleccionar al personal y mal pagarle como hacían los señoritos terratenientes y los caciques rurales.
Hemos pasado de 1.600,000.000 de habitantes en 1950 a cerca de 8.000,000.000 en la actualidad; en las próximas décadas la población puede duplicar o triplicar esa cantidad. Eso es insostenible. A lo mejor con las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura, la ganadería y a la industria agroalimentaria, se podría dar de comer a todos si se aplicara una buena política económica planificada y solidaria internacional (pero de esta, las élites, tampoco quieren oír hablar), sin embargo, este alto nivel de producción, sean de granjas animales, factorías y cultivos vegetales, parece que produciría deterioro del medio ambiente, colapso ecológico y enfermedades sin cuento. Parece que el problema es que comemos mucha carne y se cultiva mucho para dar de comer al ganado, Ya veríamos si comiendo solo vegetales no íbamos a necesitar tierras de cultivos enormes con deforestación y procesados industriales para comercializar el consumo de millones y millones de individuos.
Nos llaman a consumir menos y que apliquemos el control de natalidad a las vacas y a los cerdos, mientras los humanos nos multiplicamos sin freno como los roedores cuando no tienen depredadores.
Para solucionar este problema está apareciendo con fuerza en el mundo ecologista la nueva filosofía del "Decrecimiento", que está sustituyendo a la ideología “del desarrollo sostenible” (que se considera obsoleto ya antes de que se haya aplicado), o sea, que no solo no debemos aumentar la producción, sino que la tenemos que rebajar constantemente a niveles de hace unas décadas cuando el mundo tenía la mitad de población que ahora. Se supone que los países ricos y las clases altas y medio-altas del mundo, se van a poner a aplicar este método con entusiasmo y sin obligarles, que son muy buena gente, y que los países emergentes o pobres van a conformarse y frenar su desarrollo para acercarse o superar al Primer Mundo en producción y consumo, al que también tienen derecho y reivindican. O que las clases bajas y medio-bajas, de los países desarrollados como el nuestro vamos a consumir menos, mientras que las altas consumen a "mogollón" (en eso estamos pensando).
Cualquier avance social, para los trabajadores y la población en general, conlleva un crecimiento de la producción y del PIB
La desvergüenza e irresponsabilidad de los conservadores y neoliberales de las derechas es suicida, y nos abocan a un colapso de la naturaleza de dimensiones catastróficas como no se cambie de rumbo, pero, a veces, la ingenuidad de los intelectuales, sociólogos y politólogos de las izquierdas es tremenda. En vez de ir a las causas principales que son la mala distribución de la riqueza en el mundo, la falta de planificación solidaria e internacional de la economía por parte de los estados, que no quieren “meterle mano” al capital financiero y multinacional, y el descontrolado aumento de la natalidad, se proponen soluciones quiméricas e idealistas de resolución; La derecha propone caridad para con los pobres y confinamiento de la población en sus países cuando no la necesita aunque se mueran de hambre o de miseria, y la izquierda ecologista, decrecimiento de la economía y de la producción. ¡Producir menos para que comamos todos! 

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