El colectivo de taxistas es uno de los gremios que en los últimos años
más han aplaudido las proclamas de los políticos ultraliberales (en economía,
se entiende), hace pocos años subí a un taxi y como viene siendo habitual en la
mayoría de los profesionales de este colectivo, tenía la radio conectada a una
emisora donde suelen echar sus mítines alguno de los telepredicadores de esta
corriente ideológica; concretamente nuestro paisano Federico Jiménez Losantos,
otra hora camarada del maoísmo dogmático militante y doctrinario, y hoy
converso al neo liberalismo conservador.
Desde esa emisora atacaba a los sindicatos y a los supuestos derechos
adquiridos de los trabajadores asalariados que se resisten a los recortes y
especialmente a los funcionarios, “que
son los que mejor conservan los “privilegios” adquiridos; una rémora burocrática
que impide el progreso y la libre
competencia”. El taxista estaba eufórico con el periodista liberal y
despotricaba también contra los partidos y los sindicatos, que según él eran un
colectivo de miles de “liberados” que viven sin trabajar a costa de pobres
emprendedores como los taxistas y otros autónomos que malviven como pueden de
su trabajo y son los únicos que pagan impuestos que luego no les revierte a
ellos nada; vamos, lo que decimos todos, de todos los gremios, que creemos que
solo trabajamos nosotros y los demás son unos privilegiados.
Me dijo, el taxista, si no estaba de acuerdo con la fiebre liberadora
iniciada con la Thatcher británica, los neocon del partido republicano Yanqui y
los políticos neoliberales europeos, antaño democristianos, keynesianos o
socialdemócratas pero hoy "maricomplejines". Le dije que sí; por ejemplo -le dije-, ahora en el taxi,
cualquiera que tenga coche en condiciones y homologado para llevar viajeros,
con un simple cursillo, obtendrá licencia; el viajero, cuando subamos al taxi,
diremos el trayecto y discutiremos el precio; si no nos convence cogeremos
otro, que habrá a mogollón y no estarán sometidos a las restricciones que ahora
se tienen en los municipios para limitar su número. Además de cobrar menos, nos
harán la reverencia, nos tratarán de usted y no nos estarán hablando todo el
rato de lo divino y lo humano, faltando al personal o de lo malos y cabrones que son los del “madrid
y del “barcelona” (un taxista de Madrid del Atlético”, que cualquiera le decía
que yo era del Barça).
Por supuesto adiós a la reventa de licencias, no porque fueran prohibidas,
que eso sería intervenir en el mercado, sino porque al tener fácil acceso a
tener licencia de taxi estas ya no valdrían nada según la ley de la oferta y la
demanda. Seremos coherentes con el liberalismo económico y la libertad de
mercado.
Ahí se acabó el buen rollo; el taxista no podía entender que esto fuera
con ellos. Pero estaba cantado desde hace tiempo que la liberación del mercado
laboral les iba a llegar, tarde o temprano. Y los santones de la demagogia
populista de la derecha neoliberal no les iban a apoyar en su decadencia (no
les están apoyando ahora), porque periodistas y tertulianos están en el negocio
de los que se benefician de este sistema, y los de las nuevas plataformas de alquilar
coches con conductor tienen mucho, mucho dinero, hasta cotizan en bolsa y están
presente en todos los paraísos fiscales.
Es curioso que quienes laboran en gremios fuertemente corporativos o subvencionados,
como los taxistas, farmacéuticos, agricultores y ganaderos; trabajadores
públicos laborales o funcionariales; administradores de empresas subsidiarias
del Estado, concertada o subvencionadas por este, estanqueros y demás, sean tan partidarios
del liberalismo económico y de las políticas de recortes que se han dado por
los gobiernos europeos en las últimas décadas. Pero es así. Sin embargo, el
modelo neoliberal ya se está agotando y no satisface las necesidades de sus
representados; por eso, en la mayoría de los países está rebrotando la extrema
derecha fascista moderna como el Frente Nacional de Le Pen, en Francia; La Liga
italiana y los 5 estrellas (que no se sabe si son rojos o azules), y otros
partidos de parecida naturaleza que cada vez tienen más apoyo social en
Dinamarca, Bélgica, Holanda, Austria, Alemania, Polonia, Hungría y en los
EE.UU. con su nuevo presidente partidario de los aranceles, intervencionista y
simpatizante de los regímenes autoritarios emergentes con los que se quiere
repartir las áreas de influencia (menos con Venezuela, que le tienen tirria
todas las derechas sean del color que sean).
En España, sin embargo, los dos partidos de derecha, Ciudadanos y PP
siguen con su borrachera liberal y no parece que refrota en España un
neofascismo moderno, intervencionista, laico y chauvinista como en Europa, adecuado
a los nuevos tiempos; pues lo que hay son los del nacional-catolicismo de
sotana y caralsol, y eso está obsoleto y no pasa de lo meramente folclórico. El
PP y Ciudadanos no tardarán en perder los apoyos sociales de la derecha
sociológica española, sobre todo de la clase baja y media-baja. Que se irá a un
nuevo partido neofascista. Y si no, dejarán todo el espacio a las izquierdas,
sobre todo a esas que llaman populistas y bolivarianas que apoyan a los taxistas,
aunque estos son casi todos “fachas”.
Son las paradojas de la política.
Que no se diga que no les han avisado.
Bravo!Un estupendo análisis.
ResponderEliminarBuena reflexión sobre un problema que no es nada nuevo... la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
ResponderEliminarPor cierto, el nuevo líder del PP venga a hablar de la inmigración, y ni una palabra del conflicto del taxi.
Si los taxistas tenían un problema, debarían haberlo solucionado por las vías legales existentes. Pero tienen tan mala idea que han orientado su furia contra los clientes. Nos han arruinado las vacaciones tan esperadas y merecidas después de un año de trabajo. Esto no lo vamos a olvidar. Hay mucha gente que ya está interesada en los servicios de Cabify y Uber. Por mi que se vayan a la ruina.
ResponderEliminarManuel, te sales con este artículo-mítin de estilo un tanto pasado. Que Lenin, Marx y otros ya hace muchos años que son historia.
ResponderEliminar