domingo, 15 de octubre de 2017

Comentario. Diversidad de las pensiones en España.

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Cuando se habla de las pensiones públicas, sea el espacio que sea, raramente se menciona una cosa que es muy importante: no todas las pensiones son iguales. Es un elemento que se suele ignorar o infravalorar en cualquier tipo de debate o exposición al respecto. Hablamos mucho de la sostenibilidad del sistema de pensiones, de si la hucha se vacía o no, de cuánto poder adquisitivo pierden los pensionistas debido al aumento de los precios… pero nunca se habla de la enorme diferencia que existe entre unas y otras. ¡Como si no fuese importante para la problemática de las pensiones el hecho de que no se encuentre en la misma situación una persona que reciba 400 euros mensuales que otra que reciba 2.500 euros! No es lo mismo hablar de la sostenibilidad del sistema siendo la mayoría de las pensiones muy elevadas que hacerlo siendo la mayoría de las mismas muy reducidas, o de la pérdida de capacidad adquisitiva si el afectado cobra más o menos.

Las pensiones más frecuentes (y con diferencia) se encuentran entre los 600 y 650 euros mensuales, las cuantías mínimas legales según los requisitos personales más habituales. Las que están por debajo son fundamentalmente las de orfandad, las que son a favor de familiares, y muchas de incapacidad laboral. Otro intervalo frecuente es el que engloba pensiones de entre 707 euros y 800, también por el establecimiento de mínimos legales atendiendo a requisitos menos habituales. A partir de ese tramo, la cifra de pensionistas se va reduciendo a medida que aumenta la cantidad, excepto el intervalo que coincide con el nivel de 2.573,71, la máxima legal.
Esta distribución tan desigual provoca lo siguiente: 1 de cada 2 pensionistas (concretamente el 52,5%) recibe pensiones inferiores a los 800 euros mensuales. Y 2 de cada 3 (el 75,6%) tiene pensiones inferiores a 1.300 euros mensuales. Las pensiones más generosas (superiores a 1.900 euros mensuales) solo corresponden a 1 de cada 10 pensionistas. Sorprende, por lo tanto, que datos tan reveladores e importantes no sean tenidos en cuenta cuando se aborda la problemática de las pensiones, especialmente a la hora de recortar su cuantía.
Si, ya sé que quienes cobran más pensión están avalados por la mayor cotización que realizaron durante los años que les tocó cotizar, tienen ganado el derecho adquirido a ello y que a veces nos referimos a quienes cobran poca pensión el que no quisieron cotizar más. Eso es verdad en parte, pero esa apreciación no siempre es justa; yo me atrevería a decir que no es justa en la mayoría de los casos.
Son muchas las personas (sobre todo con la actual crisis económica y la pérdida del puesto de trabajo en los últimos años de su vida laboral), que después de haber estado muchos años cotizando, y cotizando bien, se han encontrado con una reducción sustancial de la pensión a la hora de jubilarse.
Otras personas simplemente tuvieron la mala suerte de trabajar en empresas de bajos convenios, de pequeña remuneración salarial, sin organización sindical, con conceptos salariales fuera de nómina, a pesar de ser nóminas bajas, o simplemente por empleos precarios en sectores de bajo valor añadido.
Un ejemplo lo tenemos en los autónomos; es cierto que algunos no quisieron cotizar por mayor cuantía a pesar de haber podido hacerlo; pero no se quiere reconocer, e incluso los propios autónomos no lo reconocen quizá por orgullo mal entendido, que gran cantidad de trabajos autónomos son y fueron, en realidad, trabajo en precario de sectores económicos marginales, laborales obsoletos o en crisis por los cambios producidos en el modelo productivo capitalista en los últimos veinte años: pequeña industria, comercio de proximidad, etc. Gentes que han trabajado como los trabajadores de las grandes empresas o la función pública, pero que ni han ganado lo mismo ni han cotizado lo mismo.
La diversidad de cobro de las pensiones es muy desigual; en muchos casos injusta, y esto es también un problema a la hora de reivindicar el sostenimiento de unas pensiones justas pues gran parte de los pensionistas no tienen un grave problema inmediato y piensan que, aunque sea a medio plazo, la situación de estancamiento actual se solventará porque siempre les ha soplado el viento a favor y "no lo va a dejar de soplar ahora"; además muchos han podido complementar con planes privados u otro tipo de ahorro, cosa imposible para la mayor parte de los de renta baja. En realidad, confían en el buen tiempo en el que han vivido en las décadas de progreso económico, aunque están un poco preocupados; pero solo un poco.
Sin embargo, muchos y muchas pensionistas de bajas pensiones no se ven representados por los sindicatos y asociaciones que dicen defender sus derechos. Nunca han contado con ellos ni creen que los han defendido, y hasta son hostiles al sindicalismo o a la política reivindicativa de las pensiones; se consideran marginados del sistema y confían que como mal menor, algo les pagarán los que manden para que los voten en las elecciones porque son muchos. Viven resignados y confiados en una especie de seguridad social de la caridad y la beneficencia, y confían en que Dios no los abandonará.


1 comentario:

  1. Tanto cotizas y tanto cobras. Lo demás son ganas de cobrar lo que no se merece. He trabajado desde los 15 años y siempre me he esforzado por tener el mejor sueldo posible y cotizar lo máximo que he podido. He estudiado, me he formado y he luchado para tener la mejor pensión posible. La izquierda mantiene la esperanza de los que no se han esforzado premiándolos con beneficios que no se han ganado. Por eso no tiene futuro.

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